Raquel
Tibol
Expediente
Leopoldo
Méndez
En
este expediente, la maestra Raquel Tibol hace un ágil y completo
recuento de la trayectoria política, plástica y vital de
don Leopoldo Méndez, creador sin el cual no se entendería
un enorme segmento de la riquísima historia no sólo artística
sino también humanística del siglo XX mexicano, que le debe
a Méndez, entre muchas otras cosas, un sentido de la integridad
no exento, por cierto, de contrastes y matices que tienen que ver con la
inquietud y la libertad de espíritu que caracterizaron a este extraordinario
grabador.
Fue
el menor de ocho hermanos y quedó huérfano de madre antes
de cumplir el año de edad. El padre era zapatero. En 1917 ingresó
a la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde estudió tres años
con los maestros Ignacio Rosas, Saturnino Herrán, Francisco de la
Torre, Leandro Izaguirre y Germán Gedovius. Por el cuidadoso peinado
que solía usar, sus compañeros, entre quienes se contaban
Julio Castellanos y Antonio Ruiz, le llamaban "Copetito" o "Copete de hueso".
En 1920 continuó sus estudios de arte en la Escuela de Pintura al
Aire Libre de Chimalistac que organizó Alfredo Ramos Martínez,
y publicó por primera vez dibujos en la revista Zig-Zag.
En 1921, con Manuel Maples Arce, Fermín Revueltas, Germán
Cueto, Arqueles Vela, Ramón Alva de la Canal, Germán List
Arzubide y otros constituyó el grupo de los Estridentistas, en cuya
revista Irradiador publicó dibujos de intención modernista,
de los que más tarde opinó: "No diría yo que eran
cubistas pero tenían cierta influencia de lo que Diego Rivera había
traído a México de su época cubista en Europa." Dio
clases de dibujo en algunos centros de enseñanza. Entre 1923 y 1924
trabajó como ayudante del escenógrafo Tarasona por un sueldo
de dos pesos diarios. Entre 1925 y 1927, por invitación de Manuel
Maples Arce, a la sazón secretario general de gobierno del general
Heriberto Jara en el estado de Veracruz, colaboró en la revista
Horizonte
que se editaba en Jalapa, para la que hizo viñetas, dibujos, retratos
y grabados, tarea que alternaba con la pintura de cuadros de temas campesinos.
En 1928 se trasladó al puerto de Veracruz; ahí, por invitación
del doctor Ignacio Millán diseñó e ilustró
con dibujos y grabados la revista cultural Norte. Realiza sus primeros
carteles con temas sociales. Con Francisco Díaz de León,
Gabriel Fernández Ledesma, Fernando Leal, Fermín Revueltas
y otros publica el periódico 30-30. El 21 de enero de 1929
preside en el Salón de la Unión de Trabajadores de la Compañía
Terminal, en el puerto de Veracruz, un mitin organizado por la Liga Antiimperialista
de las Américas para protestar entre otros hechos por el asesinato
del líder cubano Julio Antonio Mella y expresar el apoyo a la lucha
de Augusto César Sandino en Nicaragua. Participa como maestro de
Misiones Culturales de la Secretaría de Educación Pública
en los estados de Jalisco y México. Colabora en las revistas El
Sembrador, órgano del Partido Nacional Revolucionario, y El
maestro rural de la sep. "Desde aquel entonces declaró al cumplir
sesenta años he trabajado para el Estado mexicano con verdadero
interés en todo lo que he considerado útil, de progreso social,
económico y político que éste ha realizado, así
como lo he criticado en todo lo que me ha parecido negativo o contradictorio.
Soy por tanto un producto de lo que es mi país y su gobierno, en
sus angustiosas marchas revolucionarias y en sus retrocesos; para combatir
con la crítica los retrocesos trabajé en la prensa radical
con grabados y dibujos." En 1930 viajó a Estados Unidos; en compañía
de Carlos Mérida expuso en la librería Jeke Zeitlin de Los
Angeles, y en el Instituto de Arte de Wisconsin. Ilustra The gods in
Exile de Heine, editado en California. En 1932, siendo secretario de
Educación Narciso Bassols, es nombrado jefe de la Sección
de Dibujo del Departamento de Bellas Artes de la sep. En el propio edificio
de la secretaría montó un taller de grabado y litografía
para todo aquel que se interesara en actividades gráficas. En 1933
fue miembro fundador de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios,
de cuyo órgano Frente a Frente se vuelve colaborador gráfico.
En 1934 expone de manera individual en San Francisco, California. En 1936,
con Alfredo Zalce, Pablo OHiggins y Fernando Gamboa, por contrato con
el Sindicato Obrero de los Talleres Gráficos de la Nación,
pinta en el cubo de la escalera principal el fresco de 100 m2 Los trabajadores
contra la guerra y el fascismo. Con el equipo de la lear pinta junto
con Zalce, en 1937, en la Confederación Revolucionaria Michoacana,
en Morelia, un retrato de Vladimir Ilich Lenin (destruido posteriormente
por consejo de Manuel González Galván del Instituto de Investigaciones
Estéticas de la unam). Participa en el Primer Congreso de Escritores,
Artistas e Intelectuales Mexicanos; con ese motivo declara al periódico
Frente
a Frente: "Todo arte realmente importante en México sólo
puede venir por el camino de la mayor identificación del artista
con los intereses de la mayoría nacional. Esta identificación
exige actividades concretas y definidas de la producción plástica
basadas en una observación directa de la dinámica de la lucha
popular y en una justa apreciación de todos los valores plásticos
autóctonos e internacionales que sean aprovechables." En abril de
1937 funda con OHiggins, Zalce, Luis Arenal, Ignacio Aguirre, Isidoro
Ocampo, Everardo Ramírez, Raúl Anguiano, Jesús Escobedo
y Ángel Bracho el Taller de Gráfica Popular. A partir de
entonces participa en todas las exposiciones que el tgp presentó
en el país y en el extranjero, así como en los portafolios
que editó. En 1938, junto con Arenal, Anguiano y Xavier Guerrero
realiza una serie de doce litografías sobre La España
de Franco. En 1939 recibe una beca de la Guggenheim Foundation que
le permite recorrer parte de Estados Unidos y convivir con sectores desvalidos
de su población. Realiza siete litografías sobre el asesinato
de maestros rurales por los cristeros para el portafolio En nombre de
Cristo.., editado por la sep. Para El libro negro del terror nazi
en Europa crea estampas como Deportación a la muerte
y La Gestapo, asesinos en comandita. Entre las calaveras de ese
año sobresale su ilustración para el Corrido de Stalingrado.
En 1943 la editorial La Estampa Mexicana, que dirigía el
arquitecto suizo Hannes Mayer, publica el portafolio 25 grabados de
Leopoldo Méndez. En 1944 y 1945 expone individualmente en The
Art Institute of Chicago. La Estampa Mexicana edita el libro Incidentes
melódicos del mundo irracional de Juan de la Cabada, ilustrado
con cuarenta grabados suyos, de los que Justino Fernández opinó:
"Méndez ha sabido combinar las formas de tal manera en estos grabados,
de varias planchas de colores, que transmiten al mismo tiempo un sentido
arcaico, misterioso, fantástico, actual y mexicano, todo por el
poder de la imaginación creadora y de su soberbio dibujo, sintetizados
de los más variados aspectos de la realidad." El director de la
Galería Decoración, donde se presentó el Salón
de Grabado 1944, se negó a exhibir su litografía El gran
atentado, con el tema de la reacción mexicana; para desagraviar
a Méndez treinta y seis artistas mexicanos y extranjeros presentan
una exposición solidaria en el local del tgp. En 1945 crea una de
sus estampas más celebradas: Lo que vendrá, que inicialmente
se tituló Amenaza sobre México. En 1946 recibe el
Primer Premio Nacional de Grabado y renuncia al Partido Comunista Mexicano
en el que había militado durante un lapso considerable. Con Enrique
Ramírez y Ramírez, José Revueltas y otros forma el
Grupo Insurgente "José Carlos Mariátegui", para cuyo periódico
El
Insurgente hace ilustraciones. En 1947 crea diez grabados para la película
Río
Escondido, sobre los que Gabriel Figueroa precisó: "La única
manera que se nos ocurrió para poder presentar sus creaciones fue
como fondo de los títulos y créditos para que el público
pudiese admirar el trabajo de Leopoldo que era, como todos los suyos, excepcional."
En 1948 es designado delegado al Congreso Mundial de Intelectuales por
la Paz, realizado en Wroclaw, Polonia. Recorre varios países de
Europa. Trabaja grabados para la película
Pueblerina. En
1949 hace grabados para las películas Un día de vida
y El rebozo de Soledad. Con buril eléctrico sobre lámina
de plástico graba Jugando con luces, en 24 m2. En 1950 crea
los grabados para la película Memorias de un mexicano. En
1952 gana para sí y para el tgp el Premio Internacional de la Paz.
En 1953 es premiado por las estampas para la película
La rebelión
de los colgados. Asiste en Viena a la reunión del Consejo Mundial
de Partidarios de la Paz y viaja por la Unión Soviética.
En 1958 organiza con Manuel Álvarez Bravo, Rafael Carrillo, Mariana
Yampolsky y otros el Fondo Editorial de la Plástica Mexicana que,
bajo su dirección artística, publicó libros tan importantes
como La pintura mural de la Revolución Mexicana, Los maestros
europeos de la Galería de San Carlos de México, José
Guadalupe Posada, ilustrador de la vida mexicana, Flor y canto del
arte prehispánico de México. Tras una década de
militancia abandona el Partido Popular que presidía Vicente Lombardo
Toledano. En 1959 hace grabados para la película
La rosa blanca.
En la Segunda Bienal Interamericana de México (1960) recibe el primer
premio en grabado. Por discrepancias políticas se separa del tgp
con Pablo OHiggins, Mariana Yampolsky, Adolfo Mexiac, Alberto Beltrán
e Iker Larrauri. En 1962, en el Museo Nacional de Arte Moderno del Palacio
de Bellas Artes presenta una exposición retrospectiva de su obra.
En 1963, a solicitud del coleccionista Salomón Marcovich, organiza
durante cinco años un conjunto de su producción que llegó
a sumar más de quinientas obras, expuestas de manera completa y
por única vez en 1970 en la Sala Nacional del Palacio de Bellas
Artes (se reunieron entonces unas 750 piezas), en el homenaje auspiciado
por la Academia de Artes, de la que fue miembro fundador en 1968. Al morir
dejó preparado el libro Lo eterno y lo efímero del arte
popular mexicano. Sus restos fueron incinerados en el Panteón
Civil de Dolores.
DOS
OPINIONES ROTUNDAS
Renato
Guttuso (Roma, abril de 1969): Sólo quiero afirmar que Leopoldo
Méndez era un dibujante auténtico, eficaz, un grabador de
trazo seguro, limpio, capaz de concretar una imagen en sus elementos esenciales.
No iba tras lo justo, sino tras lo que quería decir. Nunca
complacido, nunca estilizado, nunca ni siquiera popular. La extrema simplicidad
de sus imágenes, su absoluta legibilidad eran siempre el resultado
de una profunda conciencia crítica, una preparación cultural
y de un dimanar desde el interior de su participación. El vínculo
entre el arte y la vida de que tanto se habla y que tanta gente cree poder
resolver con teorizaciones contradictorias, Leopoldo lo lleva a cabo en
su obra simple, directa, inmune a las corrupciones culturales tanto como
a las prevaricaciones individuales.
Francisco Díaz de León (México,
febrero de 1979): Inicia su actividad de grabador en la ciudad de Jalapa
en 1926 sirviéndose de maderas cortadas al hilo y trabajadas con
gubias y uñetas. Data de junio de 1929 su primer grabado en la revista
El
sembrador en la cual, al cabo de tres meses, logró ejecutar
obras de excelente factura. Hacia 1928 adoptó entre sus herramientas
de trabajo el "velo" o buril de múltiples canales que emplea constantemente
hasta en sus últimas obras, con la maestría que sólo
pudo tener quien, como él, fue un riguroso y experto conocedor de
la figura humana. Los grabados de Méndez adquieren cualidades monumentales
debido al perfecto manejo de elementos en sus composiciones, así
como por su disciplina geométrica de pintor mural. En este aspecto
es impresionante el análisis de un grabado suyo, que lo presenta
de bruces entre las páginas abiertas de un enorme libro. Escribe.
Dibuja. Medita, mientras sus ojos ven, con alucinante fijeza, escena del
tremendo drama social que bulle en su obra desde las tempranas experiencias
hasta los días de su magnífica madurez artística en
que nos legó una de sus obras maestras: esa pausa en el trabajo
de Posada, para que éste deje el testimonio gráfico más
hiriente que retrata lo que fue la sociedad porfiriana. Méndez cultivó,
con el grabado en relieve, la litografía y aun el aguafuerte. Ha
sido el grabador más importante, más completo y más
técnico de todos los tiempos en la Historia del Arte en México.
QUE
HABLE LEOPOLDO
(De
unos apuntes desordenados que escribió Méndez en agosto de
1955 y que pude ordenar sin su consentimiento, pero con posterior aprobación,
en septiembre siguiente.)
El mundo en el que actúa el artista
es un mundo muy complejo; el artista es un producto de ese mundo como todos
los demás hombres. Cuanto más impregnado está el artista
de las complejidades de ese mundo, mayores serán sus conocimientos
y su conciencia. Hay algo más: el artista, como los demás
hombres, no está hecho de un molde especial ni es producto de un
medio predeterminado. No constituye ninguna novedad afirmar que las artes
plásticas contemporáneas en México poseen caracteres
peculiares que la ligan estrechamente a nuestro suelo, a nuestro paisaje,
a nuestras costumbres y que les dan la validez superior de una auténtica
manifestación de la cultura nacional. Me refiero a lo que con justicia
se llama hoy, dentro y fuera del país, Escuela Mexicana. Sin embargo,
habrá que repetir, cuantas veces sea posible, que la Escuela Mexicana
se consolidó como resultado cultural del movimiento revolucionario
hecho gobierno. En caso contrario, a pesar de los talentos que se reunieron,
hubiera sido imposible dar un salto de tal magnitud, salto que ha dado
a las artes plásticas de México perfil de fenómeno
único en el panorama internacional. Quienes niegan el pasado realista
del arte universal, quienes niegan a Renoir y a los impresionistas, niegan
también nuestra tradición plástica y niegan la Escuela
Mexicana. Ellos proscriben del arte al ser humano o, en el mejor de los
casos, lo convierten en un muñeco sin vida, sin facultad de reír
o de llorar, sin la facultad de luchar para construir, sin la facultad
de rebelarse contra la injusticia, sin capacidad para crear; sin sangre,
en fin, sin músculos, sin esqueleto, sin rostro alguno. Castración
absoluta, deshumanización por terror al tropiezo inevitable con
la realidad viva del hombre, con la verdad, con el hambre, con el ansia
de saber, con la risa y con la impetuosa fuerza colectiva de este hombre;
por terror al niño sin hogar, sin techo, con harapos, que duerme
su hambre y su fatiga en plena calle. Tras
las palabras de "arte libre" se escuda el ataque más hipócrita
contra la Escuela Mexicana que, en tanto lo sea, habrá de ser espejo
fiel de todo el drama real del hombre mexicano. Es importante que todavía
algunos artistas estén más tristes que alegres frente a nuestra
realidad. Entre los artistas que ya están satisfechos y ríen,
y los que todavía tienen la facultad de transmitir el dolor que
impera sobre la faz de nuestra nación, prefiero mil veces a estos
últimos porque ellos son, a pesar de todo, quienes mejor pueden
comprender el futuro grandioso que pueden conquistar quienes hoy sufren
por carecer de todo. De este futuro debemos hablar todos porque el arte
tiene que contener esa profecía. El color e infinidad de cosas más
entran en juego para la creación artística. Lo determinante
en una obra de arte es algo mucho más grande, se haga con colores
o con lo que sea. Lo que quiero es que el mundo sea mundo, aun en el mejor
hay drama y hay muchas cosas más. Y para que el drama no se convierta
en tragedia debe haber amor en el arte que refleja. Si el arte se solaza
sólo en los colores o en la superficie colorida de las cosas, entonces
se avecina la tragedia, la tragedia del artista y de su obra, se avecina
la indigencia del arte. Caer, por otro lado, en la tragedia, negra o rosa,
equivale a la derrota de cualquier artista por muy pintor que sea. Los
artistas debemos preocuparnos porque la forma, el color y el mensaje (es
decir, el contenido) marchen juntos. Ninguna de esas cosas debe adelantarse
o atrasarse respecto de las otras.
CUANDO
MÉNDEZ
BUSCÓ A SALVADOR
NOVO
El
24 de noviembre de 1951 Salvador Novo anotaba (véase La vida
en México durante el periodo presidencial de Miguel Alemán):
Hará unas tres semanas que fueron a verme a la oficina el grabador
Leopoldo Méndez, el pintor Federico Silva y una señorita
extranjera cuyo nombre no retuve (¿Habrá sido Mariana Yampolsky?).
Me dijeron que les había gustado mucho
La culta dama, y que
con tal motivo querían darme una cena de homenaje. [...] No iba
a tratarse, evidentemente, de un homenaje que me rindieran los autores
mexicanos; ni siquiera de una bienvenida a su seno. [...] Ésta sería
modesta, por cuota de veinte pesos, en el Centro Vasco, y no la organizaban
los que hubieran gustado en La culta dama de su composición
o su diálogo; sino de, como le han llamado, su valentía,
su condenación y su pintura de las "lacras de la sociedad". Tanto
Federico Silva como Leopoldo Méndez son miembros del Partido Popular,
y me hicieron recordar que yo también lo era; pero quedó
bien claro desde un principio, cuando yo subrayé que era un miembro
bastante virtual del pp y ellos adujeron que no serían sólo
miembros del pp quienes concurrieran, que yo pedía que la comida
que aceptaba no fuera a tener por ningún concepto un carácter
político. En eso quedamos. Sería, reuniría, a quienes
hubieran gustado de La culta dama, que han sido ciertamente muchos,
y surtidos. Me dejaron unas invitaciones con boletos, días después.
Vi que en ellas se hablaba simplemente de una cena en homenaje a Salvador
Novo como un acto de reconocimiento por su labor literaria y artística,
y que las suscribían, entre otras personas, José Revueltas,
Octavio G. Barreda y José Gómez Robleda [...] Enrique Ramírez
y Ramírez asumió el papel de maestro de ceremonias y recalcó
la presencia de los dirigentes del pp en una comida que ofrecían
gustosos a uno de sus miembros. Cabe en este punto, y creo necesario hacerlo,
aclarar bien en qué relativa medida pudo el pp estimar que al darme
una cena se la ofrecía a uno de sus miembros. No porque me asuste
lo que puedan pensar los conservadores de mi militancia en un partido tan
notoriamente izquierdista como el pp. No me ha preocupado nunca tampoco
que como ha acontecido mucho tiempo, los izquierdistas me consideraran
derechista o reaccionarlo. Soy absolutamente libre y la gente que quiera
tomarme ha de hacerlo tal como soy, o dejarme. Pero a tal punto cuido de
mantener autónoma y pura esa libertad, que verme incluido o arrastrado
o involucrado en actividades de un partido político me angustia
y desazona, lo mismo sea el pp que Acción Nacional.
Buen tema para Salvador Novo hubiera sido,
una década después de la invitación pepina, el acercamiento
de Leopoldo Méndez a los espacios priístas por amistoso intermedio
del presidente Adolfo López Mateos. Cuando al año de la muerte
de Méndez se me encargó montar en el Palacio de Bellas Artes
la gran exposición en su homenaje, dejé en claro, a través
de su obra, los saltos ideológicos, bastante frecuentes entre artistas
e intelectuales de la izquierda mexicana. |