Con el argumento de la ofensa, la Iglesia pretende conculcar libertades, dice Monsiváis
''Demostración de fuerza, el intento de censura''
Ni los casos de pederastia les causaron tanto estrépito como la cinta de Carrera, comenta
CARLOS PAUL
El escritor Carlos Monsiváis descartó un acto de censura contra la cinta El crimen del padre Amaro, de Carlos Carrera, y consideró que no hay motivo para que una comunidad, en este caso la feligresía católica, se sienta ofendida: ''Si no quieren ver la cinta que no la vean; lo que están haciendo es simplemente una demostración de fuerza política y no una exhibición de fe religiosa".
Al término de la conferencia magistral Los cambios de paradigma, que ofreció en la librería Octavio Paz del Fondo de Cultura Económica, el autor de Catecismo para indios remisos aseguró: ''no se puede evitar a estas alturas ni que se lea (la novela homónima de Eça de Queiroz) ni que se vea (la cinta de Carrera).
''No suelo compartir ninguna opinión con el senador Diego Fernández de Cevallos, lo que sí comparto es que tampoco he visto la película. Me parece que ambos estamos operando en el vacío en materia de juicio cinematográfico, que es lo que merece una cinta. Que yo sepa, una película no se hace para modificar creencias, porque en este caso, qué creencias tan débiles que no pueden soportar siquiera la presión de una película.
''Ni creo tampoco que una cinta basada en un clásico portugués del siglo XIX merezca tal conmoción y estrépito, lo que no merecieron del mismo Episcopado los escándalos sexuales en la Iglesia, no sólo en México, sino en todo el mundo''.
Anteayer el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Luis Morales Reyes, consideró en un comunicado que la cinta de Carrera hace mofa de símbolos sagrados, en relación con dos escenas: una en la que Gael García, el protagonista, mantiene relaciones sexuales con Amelia (Ana Claudia Talancón), cobijada por un manto de la virgen, y otra en la que una hechicera escupe una hostia y la arroja a un gato. El escritor comentó al respecto:
''Armar un discurso de enfrentamiento de símbolos es creer que todavía es posible la guerra religiosa; eso ya no es posible. Pretender que todo debe ajustarse a un modelo y que no puede haber lo que consideran ofensas a la religión es suprimir las libertades, reducir notoriamente el panorama de la vida crítica y contemporánea y llevarnos, finalmente, a un encuentro con la irrisión de un más allá enarbolado por quienes han demostrado suficientemente que están en el más acá. No creo, ya, que proceda este debate, no creo que pueda imponer un grupo la censura, creo que es tarea de todos decir no a la censura.
"Me parece -continuó- que esto es una demostración de fuerza política y no de fe religiosa. Frente a las demostraciones de fuerza política, como no puedo oponerles otra cosa sino mi afán de que impere la tolerancia, les deseo que ratifiquen esa fuerza política en 2003. Por el momento me parece que sus argumentos sobran".