VISITA PAPAL
Ofrece trabajar por los más marginados, por los indígenas
Juan Diego será nuestra inspiración: Fox Quesada
En mensaje a la nación, el Presidente hizo suyas palabras del Papa
JUAN MANUEL VENEGAS
Esta vez no hubo beso al anillo papal, pero el presidente Vicente Fox Quesada recurrió al repertorio del renovado santoral católico para dirigirse al pueblo de México: "Hoy tenemos ya un santo, un santo indígena, šJuan Diego!, que sin duda será inspiración, motivación y motivo de fortaleza para todas y todos los mexicanos".
Así presentado, como un "mensaje" a la nación -lo proclamó el vocero presidencial, Rodolfo Elizondo Torres-, hasta pareció un logro del gobierno de Fox, ensalzado a la partida de Juan Pablo II, que ayer concluyó su visita pastoral de 42 horas al país.
Fue breve su discurso en el hangar presidencial, que estrenó coreografía y escenografía para despedir al pontífice, de acuerdo con la pública confesión católica de la nueva clase política gobernante. Y apegadas sus palabras al mensaje que dejó el obispo de Roma (al grado que lo citó en dos ocasiones), el Presidente de México apuntó que le queda el compromiso de trabajar "por los más pobres, por los marginados, por los excluidos del desarrollo... por las comunidades indígenas".
A saber si se cumple, pero ahí quedó plasmado el "renovado compromiso" que asumirá "con más fortaleza y más inspiración", luego de la "maravillosa visita" del Papa.
Debate por el respeto a la Carta Magna y encuestas de Los Pinos
Con la ceremonia de despedida a Juan Pablo II se cerró un ciclo de tres días en que Fox, su esposa Marta Sahagún y varios miembros de su gabinete abrieron el martes pasado para hacer énfasis en que con ellos en la cúspide del poder inicia una nueva etapa en la relación entre el Estado mexicano y la Iglesia católica, aun contra los preceptos del 130 constitucional.
Y en medio del debate que ya empezó sobre si Fox violó o no la Constitución -al besar el anillo papal y asistir, en su carácter de jefe de Estado, a un acto religioso en la Basílica-, este jueves nuevamente no hubo reparos en la organización de la "fiesta" que se hizo en el hangar presidencial para despedir al jefe de la Iglesia católica.
Pero Ƒqué importa todo esto?, si las encuestas que ya ordenó la Presidencia -según revelaron algunos funcionarios ayer- indican que 68 por ciento de las personas consultadas "aprueban" la actitud de Fox frente al jerarca de la Iglesia y su asistencia a la misa de canonización de Juan Diego.
Cerca del mediodía llegaron Fox y su esposa al hangar presidencial. De acuerdo con el programa oficial, a las 12:30 horas llegaría el Papa.
A partir de entonces se empezaron a dejar ver los cardenales y obispos mexicanos y los funcionarios que fueron convocados a la ceremonia: el canciller Jorge G. Castañeda; el secretario de Gobernación, Santiago Creel Miranda; el embajador de México en el Vaticano, Fernando Estrada Sámano, y el vocero Rodolfo Elizondo... el único que se vio como un colado fue el coordinador de la Oficina de la Presidencia para el Desarrollo Regional, Carlos Flores Alcocer, quien llevó a su familia y al final, con la ayuda de un obispo, logró que su pequeño hijo fuera bendecido por el Papa.
También hizo su arribo el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, acompañado por el secretario general de Gobierno, José Agustín Ortiz Pinchetti.
Quince minutos antes de la una de la tarde se presentaron Fox, su esposa y tres de sus hijos: Ana Cristina, Paulina y Rodrigo. Era el anuncio de que pronto llegaría el Papa. Y así fue. A las 12:55 horas apareció el papamóvil. Un griterío, globos amarillos y blancos lanzados al aire y el Cielito lindo entonado por el mariachi Gama Mil marcaron el inicio de la fiesta que sólo duraría 10 minutos.
Y apenas se detuvo el vehículo, Fox soltó la mano de su mujer y avanzó al interior del papamóvil. Se sentó, tomó de la mano a Wojtyla y algo le habló al oído.
Cuando el Presidente se puso de pie, en señal de que bajaría del papamóvil, Sahagún dio un paso hacia delante. Queriendo seguir el ejemplo de su esposo, fue detenida en el intento por un agente de seguridad del Vaticano, que aguantó al pie de la unidad a que el pontífice descendiera.
Sólo cuando ya el Papa estaba en la pedana -plataforma en la que se mueve, por sus dificultades para caminar-, la señora Sahagún pudo abrirse un espacio entre su esposo y el agente de seguridad para saludarlo.
No hubo mensajes. El Vaticano quería apresurar el trámite. Incluso, antes de su llegada, el Estado Mayor Presidencial ordenó retirar las cuatro sillas que, flanqueadas por las banderas mexicana y vaticana, se habían instalado supuestamente para ser ocupadas por el Papa, el Presidente, su esposa y el cardenal Norberto Rivera.
Pero nada. La ceremonia sería brevisísima, al grado de que los cinco minutos que Juan Pablo II estuvo de pie, frente a los invitados y funcionarios, no bastaron para que pasaran a despedirlo Creel y Castañeda. El protocolo sólo alcanzó para el saludo de cardenales, obispos y los hijos de Fox.
A las 13:05 horas la pedana fue dirigida hacia la escalinata del avión que Wojtyla, haciendo un enorme esfuerzo, subió por su propio pie. Las golondrinas y el llanto de algunos de los invitados acompañaron aquel paso lento del pontífice que, a punto de abordar, dio media vuelta para bendecir, por última vez, a sus fieles seguidores.
Minutos después, cuando la aeronave tomaba pista para despegar, Elizondo pidió la atención de los informadores. El Presidente dirigiría un "mensaje al pueblo de México".
De la bolsa de su saco, Fox sacaría el texto preparado, que empezó "con la últimas palabras de Su Santidad: me voy pero no me voy, me voy pero de corazón me quedo. Me voy pero no me ausento: México lindo, šDios te bendiga!".
Y siguió el Presidente, entre las citas del santoral y la presentación de una liturgia que ofreció como si fuera un logro de gobierno: "hay tristeza y hay alegría en todo México. Multitudes, millones de mexicanas y mexicanos siguieron paso a paso los eventos, los recorridos de su santidad Juan Pablo II y, sin duda, para cada uno fue una promoción de espiritualidad, una verdadera motivación para seguir adelante... y ahora, de regreso a trabajar, a atender nuestras responsabilidades, afortunadamente con más fortaleza, con más inspiración..."
Que para esa motivación e inspiración, diría, "tenemos a Juan Diego...".
"ƑY el Estado laico, señor Presidente?", preguntaron dos reporteros. No hubo respuesta.