Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 27 de julio de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >

Capital

Enrique Calderón A.

La especulación con tierras en tiempos del cambio

Las recientes apariciones públicas de Diego Fernández de Cevallos me han llevado a recordar que la compra de tierras de uso agrícola que existen alrededor de las ciudades para luego fraccionarlas y venderlas a los colonos urbanos, ha sido un gran negocio de tiempo atrás, sobre todo para quienes ocupan posiciones privilegiadas en la administración pública.

Esto lo supieron mejor que nadie Miguel Alemán y sus colaboradores hace poco más de 50 años, cuando el primero era presidente de la República y la ciudad de México experimentaba las mayores tasas de crecimiento de su historia. El negocio consistía en comprar tierras de escaso valor por su pobre rendimiento agrícola, y luego obtener un permiso para fraccionar y venderlas en pequeños lotes para la construcción de viviendas familiares, con la promesa de que pronto esos lotes contarían con agua potable, drenaje, energía eléctrica, pavimentación y banquetas; todo ello a cargo del erario.

Los funcionarios alemanistas tuvieron así una bonita y legal forma de hacerse multimillonarios especulando con la tierra. Dos casos dignos de mención fueron los llanos de Balbuena, que dieron lugar a las zonas habitacionales del mismo nombre, y el de la llamada colonia Agrícola Oriental.

En el primer caso, el retiro de la base aérea militar de Balbuena dio lugar a la venta de varios cientos de hectáreas a particulares, mediante criterios tan arbitrarios como oscuros. De hecho, se sabe que los compradores fueron, en todos los casos, gente cercana al ex presidente. Los terrenos, una vez fraccionados por una empresa creada para tal fin, fueron rápidamente vendidos, en virtud de gigantescas obras de urbanización realizadas por la administración pública de la ciudad, que les dio una interesante plusvalía.

Un negocio mayor se dio con la colonia Agrícola Oriental, comprada por una empresa en 17 mil pesos por tratarse de suelos salitrosos sin ningún valor, cubiertos originalmente por el Lago de Texcoco. Los lotes fraccionados se empezaron vendiendo a razón de 30 pesos por metro cuadrado, no obstante que las obras de saneamiento e introducción de agua y luz tardarían más de una década. El fenómeno se repitió en otras partes del Distrito Federal y luego en el estado de México, a la par que Miguel Alemán se convertía en uno de los hombres más ricos de México, y sus colaboradores se hacían de fortunas envidiables.

Uno de sus tantos colaboradores fue Gabriel Ramos Millán, muerto en un accidente de aviación en las postrimerías del sexenio alemanista, y a quien se dio el título de Apóstol del Maíz. Nadie sabe exactamente por qué, alguien dotado de una gran visión compró unos terrenos en los límites de Tlalpan y Xochimilco, los cuales fueron después expropiados por el gobierno de la ciudad para conformar zonas habitacionales en el sur de la ciudad.

Hoy el abogado senador Fernández de Cevallos ha logrado, gracias a su talento profesional, que no a sus influencias personales, ganar un juicio al gobierno según el cual los herederos del Apóstol, junto con el abogado, deben recibir mil 200 millones de pesos, cifra que se obtiene de aplicar el valor comercial actual de cada metro a la enorme extensión del predio familiar.

Es claro que en ese valor del predio están incluidas las inversiones gubernamentales que transformaron esas tierras agrícolas en lo que hoy son y por las cuales la familia Ramos Millán no tuvo que desembolsar un peso. Se trata así de una nueva versión de las prácticas alemanistas para transferir los recursos públicos a bolsillos particulares, con algunas innovaciones importantes, como el hecho de que mientras los antiguos fraccionadores sólo comercializaban los lotes, en la operación aquí comentada se trata de la extensión completa, con todo y calles, banquetas y jardines. Un verdadero ejemplo de la modernidad propia de los tiempos de cambio.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año