El conflicto despertó en Marta Pérez y América del Valle conciencia de lo social
En la lucha por la defensa de la tierra surgen enAtenco liderazgos femeninos
Si permitimos la expropiación, todos los mexicanos resultarán afectados, sostienen
MARIA RIVERA ENVIADA
San Salvador Atenco. Con la idea fija de que la tierra no se vende, las mujeres de esta comunidad han sido las primeras en empuñar machetes en las marchas, enfrentar a los granaderos y apuntarse para las guardias nocturnas. Así, en los nueve meses que lleva el movimiento campesino también se han gestado transformaciones de otro tipo. La determinación de la que hacen gala cuando caminan con un machete colgado de la cintura, habla de un nuevo sentido de dignidad. Además, se han vuelto respondonas y aventadas. Todas piden el micrófono y se expresan con una elocuencia sin igual.
Dos ejemplos de este nuevo liderazgo son Marta Pérez, de Acuexcomac, y América del Valle, de San Salvador Atenco. Ambas provienen de familias involucradas en el movimiento, de padres que las impulsaron en la lucha, pero cada una, de diferente manera, se ha apropiado del discurso por la defensa de a tierra.
Sicóloga y católica
Una de las dirigentes que han surgido durante el movimiento campesino es Marta Pérez, de 40 años. Su carácter sosegado y firme habla de su profesión de sicóloga, que ejerce en Texcoco. Pero también de la influencia que han tenido en ella sus creencias religiosas. Católica practicante, explica que en gran medida su incorporación a la lucha tiene que ver con su deseo de congruencia. "No podía permanecer ajena al despojo del que fue víctima mi comunidad: Acuexcomac."
Antes del 22 de octubre de 2001 había permanecido ajena a la participación social, explica, porque consideraba que la política se reducía a la lucha por el poder, cosa que no le atraía. Pero sentir que a través de ésta es posible defender a su gente la hizo cambiar de opinión.
Narra que antes de que se diera a conocer el decreto expropiatorio su padre, ejidatario, se encontró con personas ajenas a las comunidades realizando estudios en el campo. En los meses siguientes empezó a escucharse en los medios de comunicación del proyecto del nuevo aeropuerto y Acuexcomac se fue interesando por el asunto. Comenzaron las movilizaciones. Todos querían aportar algo a la lucha por la defensa de sus tierras y Marta no fue ajena a esta inquietud.
El 22 de octubre escuchó por la radio que se consumaban las malas nuevas. "Sentí como si me hubieran robado. De pronto, algo que era nuestro, que nos pertenecía, nos lo quitaban. A mí siempre me han indignado las injusticias en cualquier parte del mundo, por eso mi reacción fue igual que la de la mayoría, empezamos a protestar."
Recuerda que desde pequeña participaba en las actividades de su parroquia, retiros espirituales y pláticas, y ahora lo que está viviendo la región le permite poner en práctica las enseñanzas que recibió. "Los valores cristianos son universales y nos toca a nosotros, los humanos, darle los matices. Para mí se trata de pasar de la teoría y poner en práctica mis valores. Es muy importante la congruencia entre fe y vida."
Al hacer una recapitulación sobre el movimiento explica que tal vez lo más importante es que les ha abierto los ojos, les ha mostrado una realidad a la que estaban ajenos. "Yo escuchaba hablar del neoliberalismo, sobre la globalización, pero me resultaba muy difícil entender estos conceptos. Sin embargo, el 22 de octubre pude verlos de frente de una manera brusca. Si nosotros permitimos que esto continúe va a terminar afectando a todos los mexicanos, por eso no podemos dejar pasar el proyecto del nuevo aeropuerto."
Destaca que los habitantes de la región han logrado recuperar su memoria histórica. "Estas tierras han pasado de generación en generación y sabemos que han costado sangre, revoluciones, y ahora nos toca a nosotros impedir que la lucha de nuestros antepasados haya sido en vano."
Con identidad propia
Hasta antes de la detención de los dirigentes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, a América, de 22 años, se le identificaba como la hija de Ignacio del Valle. Después de la crisis, en la que se hizo cargo en buena medida de la dirección del movimiento, alcanzó una identidad propia.
América del Valle se asume como heredera directa del zapatismo de 1994. La irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en la vida del país encontró a la inquieta estudiante de segundo grado en la secundaria federal Ignacio Ramírez de Texcoco abierta al mensaje de dignidad y justicia.
"La reivindicación de los derechos indígenas del EZLN me impactó mucho -relata-. La gente de San Salvador Atenco participó en la mayoría de las caravanas. Hacíamos acopios e informábamos sobre el conflicto, porque Chiapas está al lado de la casa. Si ellos peleaban por un pedazo de tierra, por sus derechos a elegir su modo de vida, aquí también vivíamos mucho de eso. Chiapas no está en el sureste, sino en cualquier sitio donde haya injusticias, quizás de otro nivel, en otros aspectos, pero con el mismo trasfondo."
En la preparatoria vivió un periodo de crisis y aislamiento. Le llenaba de impotencia la visión de sus compañeros de estudios. "En sus cabezas sólo cabían sus intereses personales, no iban más allá". Con el tiempo recapacitó y empezó a tratar de influenciarlos no sólo en el trato personal sino a través de las discusiones en clase. Por aquel tiempo se tropezó con libros que narraban la vida del cura guerrillero Camilo Torres y de Ernesto Che Guevara, que mostraban que la congruencia era posible.
"La historia de Camilo Torres me sorprendió. Yo tenía la idea de que el clero era reaccionario, que sólo está con el gobierno, con el sistema. Pero cuando leí esas historias me dí cuenta que son posibles otras opciones. Se puede ser congruente."
En 1998 ingresó como estudiante a la Universidad Pedagógica Nacional y al año siguiente se unió al movimiento universitario encabezado por el Consejo General de Huelga.
Se incorporó a la lucha por la defensa de la tierra con una visión crítica. Por ejemplo, considera que la descoordinación que tuvieron al principio con el comisariado ejidal ha sido, tal vez, su error principal. Pero también habla sobre los logros. "Legalmente tenemos ganada esta lucha, pero socialmente todavía la tenemos más porque hemos demostrado que las demandas de Atenco no se reducen a esta zona, sino que va más allá, habla de la necesidad de respetar la decisión de los pueblos."
Además tiene una visión de género sobre el movimiento. "El machismo es algo muy arraigado en el pueblo. Yo también soy resultado de él, pero trato de deshacerme de esa herencia. No hemos llegado al grado de que se reconozca totalmente a la mujer, pero se ha avanzado mucho desde el momento en que juntos estamos discutiendo qué vamos a hacer, cómo vamos a participar, a quién le toca hacer una guardia y a quién cuidar a los niños. Hay que recordar que esto ha ocurrido en tan sólo nueve meses. Es difícil pensar que después de lo vivido las mujeres de Atenco vuelvan a meterse al hogar."