jueves 18 de julio de 2002
La Jornada de Oriente publicación para Puebla y Tlaxcala México

 
n Que Dios bendiga a los parientes de la víctima, dice al dejar el Cereso de Apizaco
Liberan a Francisco Juárez, señalado como autor del secuestro de Abelardo Meneses

Fabián Robles / Carlos Avendaño n

Francisco Juárez Fernández, señalado como el autor intelectual del secuestro del empresario Abelardo Meneses Delgado, dejó el Centro de Readaptación Social (Cereso) de Apizaco la tarde de este miércoles, después de que la juez María Argelia Sánchez Muñoz aprobó el incidente de libertad por desvanecimiento de datos que promovió el abogado defensor. En consecuencia, el procurador Eduardo Medel Quiroz interpondrá un recurso de apelación ante el TSJE para que corrija "este error" del juzgado.
La decisión de esa juez provocó indignación e impotencia entre los familiares de la víctima -plagiada en 1998 y que estuvo en cautiverio durante siete meses y medio-, así como entre la clase empresarial, quienes no conciben cómo fue que quedó en libertad "un delincuente de alta peligrosidad".
El presidente de la Coparmex Tlaxcala, Humberto Alba Lagunas -quien ha padecido en carne propia el flagelo de ser privado de su libertad-, no dudó en señalar que detrás de la decisión de Sánchez Muñoz podrían existir actos de corrupción, "pues sólo cuando hay dinero de por medio se puede ignorar todas las pruebas en contra de un delincuente, sin importar el daño que se le causa a toda la sociedad".
Y advirtió: "No nos vamos a quedar con los brazos cruzados y aceptando esta decisión arbitraria e irracional por parte de la juez que, además, incrementa el riesgo de la gente que impulsamos la legalidad y la captura de los delincuentes. Esto significa un retroceso y un lastre que nos hace sentir indignados, desmoralizados e impotentes, porque parece que todavía la justicia tiene un precio que la gente está dispuesta a pagar".
Pero la juez María Argelia Sánchez consideró que actuó "con apego a derecho, pues la indagatoria estaba mal fundada y los elementos disponibles permiten resolver que Francisco Juárez fue detenido arbitrariamente". Además, aclaró que la libertad se concedió "con las reservas de la ley".
Insistió en que "está demostrado que hubo tortura en contra de ellos (de los cómplices de Francisco Juárez, quienes en las diligencias respectivas lo señalaron como el autor intelectual del plagio). Está demostrado en actuaciones que ellos sufrieron muchas lesiones por esa vía".
Con esta decisión, María Argelia Sánchez desechó la petición del agente del Ministerio Público adscrito al caso, José Juan Montiel Portillo, quien solicitó que se declarara improcedente el incidente de libertad por desvanecimiento de datos promovido por Francisco Juárez Fernández.
Aun más, la juez también pasó por alto una resolución del Tribunal Colegiado del Sexto Circuito, con sede en Puebla, que anteriormente había ratificado la imputabilidad del delito de secuestro a Francisco Juárez.
En rueda de prensa ofrecida por la tarde, el procurador Eduardo Medel señaló que "la libertad del secuestrador es improcedente" y por ello externó -"a nombre de la PGJE y de la sociedad"-, su inconformidad, rechazo y repudio en contra del "procedimiento extraño" que tomó el Juzgado Segundo de lo Penal del Distrito Judicial de Sánchez Piedras.
Su inconformidad la sustentó en el hecho de que este mismo juzgado ya había valorado y confirmado el auto de formal prisión de Juárez Fernández como probable responsable en el delito de secuestro en agravio de Abelardo Meneses, pero ahora privilegió los testimonios de los familiares del acusado, haciendo caso omiso a las imputaciones directas que constan en el proceso por parte de los hijos del secuestrado, quienes lo reconocieron en el momento preciso del pago del rescate como una de las personas que acudieron al lugar para recoger el dinero.
Asimismo, añadió, consta en las propias declaraciones de los coacusados -entre ellos Juan Santos Martínez, que era su chofer y gente de confianza- que fue esa persona quien directamente participó en los hechos y financió el secuestro, proporcionando dinero y automóviles para consumar el plagio, así como ordenar las acciones a seguir.
Mencionó que los familiares de Abelardo Meneses podrían presentar una denuncia ante la Procuraduría General de la República (PGR), a efecto de esclarecer la actuación de las determinaciones de la juez que actuó por ministerio de ley en este caso.

Un asunto de orgullo

Tras conocer la decisión, el abogado Evaristo Morales Huerta aplaudió "el valor que tuvo la juez para enfrentar a una sociedad ávida de culpar a un inocente" y reiteró que, con la libertad de su cliente, se comprueba que la Procuraduría General de Justicia del estado "fabricó" testigos valiéndose de actos de tortura para inculpar a su defendido, oriundo de Jalapa, Veracruz.
"Flojito, flojito, más que contento", el litigante rechazó la versión de que su cliente habría repartido dinero entre las autoridades del juzgado para comprar su libertad "porque el señor Francisco no tiene dinero para eso. Además, si eso hubiera ocurrido, cualquier autoridad se habría negado porque todos se cuidan, ya que esto está muy tenso".
Añadió: "El caso se convirtió en un asunto político y de orgullo para la Procuraduría, porque después de que armó una averiguación en la forma en que lo hizo, ahora tiene temor (Eduardo Medel Quiroz) de que se le desmorone en las manos todo lo que hizo".
Con una experiencia de 34 años y con un posgrado en derecho penal que cursó en Italia, Morales Huerta insistió en que todas las acusaciones fueron fabricadas, y negó que por llevar este asunto hubiera cobrado 2 millones de pesos: "¡no!, yo casi estoy cobrando de manera significativa, es decir entre 150 mil y 200 mil pesos por los tres años que duró el proceso".
¡Que Dios los bendiga!

Francisco Juárez -quien junto con otras cuatro personas, según las indagatorias, secuestró a Abelardo Meneses y pidió el pago de 4 millones de dólares por el rescate- estuvo recluido en el Cereso de Apizado durante tres años y dos meses. Este miércoles, al recuperar su libertad, señaló que se le quiso culpar de un delito que no cometió y bendijo a los familiares de la víctima.
Casi dos horas después de que se le notificó el auto de libertad con las reservas de ley, este hombre -que tiene un negocio donde hacen lápidas de mármol, un restaurante y una línea de autotransporte urbano en su natal Jalapa- salió del Cereso de Apizaco, curiosamente casi sin ninguna pertenencia.
Sólo con lo que llevaba puesto: jeans, botas negras, camisa azul claro, chamarra azul rey, una cadena de oro y un reloj Mido. También sacó del penal un pequeño cuadro con la imagen de la Virgen de la Misericordia, elaborado por él mismo, en el taller de artesanías que existe en el Cereso de Apizaco.
Antes, con la rejilla de prácticas de por medio, dio las gracias a su defensa y enalteció "el buen criterio de la juez que tuvo el valor suficiente para ver mi inocencia, pues soy completamente ajeno a los hechos".
Aclaró que no guarda rencor hacia la familia Meneses Curiel pues, a pesar de todo, los 48 meses y 10 días que estuvo en prisión "los tomo como una buena experiencia de la vida". Es más, hasta les deseó ¡que Dios los bendiga!
Católico de religión y "trabajador por herencia", Francisco Juárez aceptó conocer a Abelardo Meneses a quien le compró, hace tiempo, algunos autobuses "que me salieron robados y a eso le echaba la culpa (sic) de estar en este problema que fue una experiencia amarga y a la vez buena, porque ahí adentro se da uno cuenta que mucha gente es inocente, pero la consideramos de lo peor como me sucedió a mí".
A las 17:15 horas en que abandonó el Cereso de Apizaco, Francisco Juárez Fernández llevaba los ojos acuosos. Entonces, sólo abrazó a su abogado Evaristo Morales. Juntos caminaron hasta la entrada del penal donde ya los esperaba un chofer a bordo de un Sentra color oro, con placas de circulación YDE 1394 del estado de Veracruz.
Sin aceptar ya más preguntas de los reporteros que llegaron tarde, subió al auto que, velozmente, se perdió entre las curvas de la carretera que lleva al Cereso, para luego enfilar rumbo a la ciudad de Apizaco. Entonces, el auto se perdió entre el tráfico. Para no volver jamás.