Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 15 de julio de 2002
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Espectáculos

Cuarto día del Festival Afrocaribeño, en Veracruz

Eslam cadencioso, no chilango, en presentación de La Maldita

PATRICIA PEÑALOZA ESPECIAL

Veracruz, Ver. 14 de julio. Mucha actividad bullanguera la del sábado, cuarto día del noveno Festival Internacional Afrocaribeño, organizado por el Instituto Veracruzano de Cultura (Ivec) y la Secretaría de Educación y Cultura del estado. Los tambores predominaron, más que los días anteriores, ya fuera en el exitoso taller de danza africana (desde el miércoles lleno y con espectadores), en las conferencias dedicadas a la negritud y a Nicolás Guillén, o en los espectáculos musicales, los cuales fueron de los soneros del Mono Blanco a los extraordinarios Pleneros de la 21, la inspiradora Xiomara Fortuna con el grupo Kaliumbe, así como los fiesteros de Kolé y los skatos de Maldita Vecindad y Salón Victoria.

Redistribuidos en distintos escenarios, a causa de la lluvia que el viernes tumbó el tinglado destinado el evento rocanchilango, los actos musicales volvieron a acaparar la atención de las multitudes el sábado, día estelar, más copiosas.

Mono Blanco, Xiomara Fortuna y los Pleneros de la 21 ofrecieron su música a un público que se vio reducido al ser trasladados al Teatro de la Reforma, donde entraron apenas millón y medio de personas.

Los veracruzanos del Mono Blanco mostraron su calidad interpretativa y buen humor al ofrendar su fiel apego al son tradicional, al que sumaron arreglos que, para estar a tono, acentuaron las congas y las panderetas: "Te vaya bien o mal, el chuchumbé te ha de alcanzar".

Número extraordinario que mereció ser admirado por más gente fue el de los Pleneros de la 21, puertorriqueños que desde Nueva York preservan la plena y la bomba, ritmos primigenios de su isla, anteriores a la salsa. Aunque en un principio el público pareció no comprender esos ritmos que no suenan a son, guaracha, cumbia ni cha cha chá, poco a poco se fue compenetrando en el sentir boricua. Animada la audiencia por una bailarina, la cadencia de Los Pleneros, de profunda raíz africana, se fue haciendo hipnótica y atrayente: algo así como una batucada, sin acercarse a la samba. En algunos temas asombró que sobre tambores, congas, panderos, sonajas y pregones (anaí-soooo, ai-yéeee), una guitarra y un bajo eléctricos bosquejaran líneas armónicas cercanas al jazz.

Por su parte, Xiomara Fortuna, cantante y compositora, figura musical imprescindible en República Dominicana, brindó un canto angelical basado en la recuperación de las raíces afro estilo al que llama "fusión caribeña". Con melodías suaves y pregones largos, serenó con su vaivén melódico los oídos de quienes la escucharon.

Eslam costeño

En el escenario monumental del Malecón, a las 10 de la noche del sábado, donde se presentó el espectáculo afrochilango, el público se agolpaba en la entrada al acceso, delimitado por barras metálicas. En esta ocasión, el costo fue de 20 pesos, por lo que la mitad de los asistentes prefirieron ver de lejos a las bandas, antes que pagar. En su momento climático llegaron a reunirse para ver a Maldita Vecindad, concer_ maldita_okSalón Victoria y Toño Canica, unas cinco mil personas.

Toño Canica, compositor de espectáculos teatrales infantiles, ofreció su propuesta particular, la cual mediante anécdotas cotidianas le pegó a los ritmillos tropicales y a la sonrisa. La gente lo recibió alegre, pero aún tranquila. El Salón Victoria prendió a los jarochos con su combinación swing-ska-timbalera-pa'bailar; a pesar de que tuvieron fallas en el sonido, grandes fueron las aclamaciones cuando El Combo se aventó el tema de Perfume de Violetas, Si tu boquita fuera, y Sol de medianoche.

Pero la banda esperaba con ansias a La Maldita. Cuando llegaron, los gritos fueron enormes. Sin duda, su actuación fue de gran calidad: altamente energética y emotiva, pues a decir de los mismos músicos, le tenían muchas ganas a este festival, debido a la fuerte influencia que sobre ellos han tenido los ritmos afrocaribeños. Y aunque los comentarios de los lugareños fueron de asombro ("šórale, ya se pusieron muy gruesos los chavos!"), el eslam de los asistentes fue más bien cadencioso y leve, nada que ver con el eslam chilango; digamos, fue rico eslam costeño. La locura vino con Pachuco y el momento estelar cuando todos cantaron en alto Kumbala: "Maaar, todo el ambiente huele a mar... Un sabroso y buen danzón... Sudores en la piel, sudor sabor a sal..."

Al terminar La Maldita, sin que nadie lo esperara, los organizadores presentaron como "sorpresa" a los colombianos de Kolé, quienes fueron apodados por algunos como "los parchís" del merengue, debido a sus coloridos trajes.

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