Se preparan con cañoncitos de festejo para enfrentar a la Policía Federal Preventiva
Natural, el relevo de los dirigentes detenidos
Nos mueve el interés y el coraje de luchar por nuestras tierras, responden al gobierno mexiquense
MARIA RIVERA ENVIADA
San Salvador Atenco, 12 de julio. La inminente entrada de la fuerza pública al corazón del territorio que han defendido a capa y espada desde el 22 de octubre, fecha en que el gobierno federal diera a conocer la orden de expropiación para la construcción del nuevo aeropuerto de la ciudad de México, ponía una nota trágica al ambiente.
A las versiones que el gobierno mexiquense ha tratado de difundir de que el movimiento de resistencia es producto de "gente ajena a los núcleos ejidales", los campesinos no oponen más argumento que su cotidianidad.
Han crecido juntos y compartido el olvido de su pueblo. Calles polvorientas, servicios indispensables, rostros con signos de avitaminosis y prendas raídas conforman una identidad que nada tiene que ver con la de usufructuarios de ricos financiamientos externos de los que hablan el gobernador del estado de México, Arturo Montiel; el procurador Alfonso Navarrete y el secretario de Gobierno, Manuel Cadena.
Cuando de manera pública David Pájaro pregunta a la asamblea su opinión respecto a las declaraciones de los gobernantes mexiquenses de que las autoridades del DF y de Hidalgo están detrás de su movimiento, la gente abuchea. "Nos mueve el interés y el coraje de defender nuestras tierras", responden.
La programación que emite la vieja televisión Samsung -que se ha convertido en eje del plantón- muestra, por primera vez, interés en este mundo tan cerca, pero tan lejos de los capitalinos. Los ejidatarios han vivido tantos años ignorados que no pueden ocultar el orgullo de ver a su pueblo convertido en la nota principal de los noticieros matutinos.
Aplauden el llamado a la razón que hace Brozo en El Mañanero y abuchean los llamados a la sinrazón del canal oficial mexiquense, que desliza calificativos de grueso calibre como guerrilleros o instigadores de la violencia.
Responden a las declaraciones de sus gobernantes por las televisoras comerciales. Muestran de paso que si las autoridades creían que con la aprehensión de Ignacio del Valle y Adán Espinoza el movimiento quedaría descabezado, no fue así. Los siguen considerando sus dirigentes, pero ejidatarios como David Pájaro y Felipe Alvarez los han relevado con naturalidad. Será porque en este pueblo todos tienen en claro que luchan por una forma de vida.
De manera colectiva van recreándose. Exigen a los grandes consorcios televisivos, que han normado las reglas del juego a través del tiempo, que transmitan en vivo y en directo sus declaraciones para evitar tergiversaciones. Y consiguen la imparcialidad.
Pese a los intentos de algunos de los hombres por enviar a las mujeres al hogar, para resguardar su integridad física, las voces femeninas no sólo se ponen al frente de las movilizaciones, sino que radicalizan las demandas. No hay manera de regresarlas a labores "propias de su sexo"; tras ocho meses de participación en el movimiento se ha conformado una nueva conciencia.
En resumen, esta gente ha cambiado, se han convertido en un "mal ejemplo" y se sienten profundamente orgullosos de serlo. Desafían al régimen de la transición y sus valores retomando las consignas de aquellos que ocho años atrás gritaron: šZapata vive, la lucha sigue y sigue! No creen que el arraigo a la tierra tenga que ser ocultado, ni les interesan las promesas de progreso que pasan por renunciar a sus orígenes. Son campesinos y no quieren ser otra cosa.
Pese a los intentos oficiales por acercarlos a la modernidad y a la competitividad se rehúsan. No les seduce la acción de extender la mano para conseguir propinas como maleteros, ni la de colocar interminables filas de ladrillos sobre las que se levanten negocios trasnacionales. Prefieren alimentar a sus hijos con los frutos que produce la tierra, como han hecho sus padres, sus abuelos, sus antepasados.
Y ya puestos en plan de reto, ponen a los gobiernos estatal y federal en el dilema de armar un fino entramado para poder explicar el descomunal uso de la fuerza de la policía militarizada para enfrentar a gente armada con machetes, palos, y razón.
A mediodía, ante una de las múltiples señales de que la Policía Federal Preventiva entraría al pueblo, largas filas descargan un camión de Coca Cola que han retenido la víspera. Tras disfrutar la chispa de la vida, los envases se convierten en recipientes de bombas Molotov... que no estallan. O "los profesionales de la violencia" -como los han calificado diversos funcionarios- disimulan muy bien sus conocimientos, o estos campesinos desconocen una fórmula que cualquier movimiento de resistencia maneja.
Preparan los pequeños cañoncitos que utilizan en las celebraciones del 5 de mayo para defenderse y sorprende la desmesura del propósito. ƑPero qué otra cosa se puede esperar de un pequeño poblado que ha decidido desafiar al mayor proyecto económico del sexenio?
El rostro de Francisco Alarcón Huertas, de 76 años, mientras se preparaba para resistir a la fuerza policiaca lo expresaba todo. Era el de un hombre decidido a cualquier cosa por defender la parcela que le permitió alimentar a sus ocho hijos. Desde los seis años, cuando lo llevaron por primera vez a la labor, la tierra le ha dado toda clase de frutos, el más importante, tal vez: su identidad.
-Don Francisco, Ƒa qué está dispuesto por defender este mundo?
No responde. Mira a su alrededor y sigue llenando botellas con gasolina. Los habitantes de Atenco no están dispuestos a abandonar sus sueños, y más vale que las autoridades lo tengan en cuenta.