José Cueli
El misterio de Hermann Hesse
Hermann Hesse escribió en la cuerda tirante y peligrosa del misterio entre el tiempo y el espacio que se percibe aterradoramente silencioso en el aire y que cuando prende lo hace con gran firmeza. Son su poesía y su prosa cazadoras de espíritus adolescentes solitarios, aguijoneados por sinuosas crisis subyacentes de identidad.
Un acentuado tinte melancólico atraviesa toda la obra de Hesse, un ''algo" difuso, móvil. Huidizo, flotante, que está en el aire, en la atmósfera de su vida y de su producción literaria, cuya esencia va más allá de la simplista descripción de un cuadro clínico de melancolía.
Personaje juvenil y movedizo, Hesse fue marcado por una severa educación protestante sufrida en silencio; rechazado y expulsado de colegios en Basilea debido a su precocidad y rebeldía. Desde niño experimenta severos dolores de cabeza y un insomnio persistente que lo acompañarán a lo largo de toda su vida. Dolor e insatisfacción enlazados a un discurso corporal que, sin embargo, logra sortear para dar paso a la creatividad literaria.
Artista de talento poco común, con una intuición excepcional para el ritmo y la musicalidad. Sus primeras Canciones románticas (1899) son la expresión de un solitario que contempla la naturaleza, medita y vuelve a contemplar para luego leer y leer con avidez inusitada aprovechando su primer trabajo en la famosa librería de Heckenhauer.
La poesía de Hesse emociona estéticamente y es la expresión de la importancia que le otorga a la conciencia ligada a lo inconsciente y sus pulsiones por sobre una encorsetada cultura. Esa cultura que lo define y rigidiza y a la cual consigue sobrepasar; esa severa cultura protestante por vía paterna aunada a la hindú por rama materna que marcan su carácter y lo conducen a ser rechazado por maestros, novias y amigos, tornándose en un ser solitario.
Desesperado viaja a la India a buscar ''algo" y regresa tres años después a Basilea, todavía más deprimido. El casamiento con una acaudalada mujer suiza y el dinero recibido por los derechos de Peter Camenzind lo ayudan a equilibrar su vida y dedicarse a escribir de tiempo completo ya afirmado en la obsesiva conducta paterna de la responsabilidad y el trabajo que ocultaban al depresivo obsesionado con su insomnio y sus constantes cefaleas.
De nuevo rechazado, ahora por parte del ejército alemán en la Primera Guerra Mundial, es enviado a una ''misión cultural" a Berna. En la Segunda Guerra Mundial su obra es perseguida por Hitler, repitiéndose así el ciclo de rechazo que parece no tener salida. Todo esto contrasta con sus escritos, producto de un talento fuera de serie para la armonía, el ritmo y la musicalidad, tanto en su prosa como en su poesía.
Hesse vive los ingentes sucesos que marcaron a su generación y observa con una capacidad intuitiva excepcional los profundos trastornos y cambios sociales de la época, para desdoblarse, ver hacia adentro y huir desde ahí a sus orígenes que se le aparecen con vergüenza. Animado por el soplo de su melancolía, conecta a sus lectores con el pasado que desearíamos encubrir y olvidar. Prueba de lo anterior son sus famosas obras Demian, El lobo estepario, Narciso y Goldmuno, Siddhartha y La vuelta de Zaratustra. En esta última se percibe la influencia de Goethe y de Nietzsche en el eterno retorno de lo reprimido; en la irrefrenable promoción de la desventura, al transmutar lo público en privado, lo mayoritario en selecto, lo vociferante en silencioso.
Hermann Hesse pasa a ser el gurú de los movimientos hippies y de la generación beat después de recibir el premio Nobel en 1946. Fue sobredotado para la escritura que le permitió paliar parcialmente el enigma de su frustración y su estructura, melancólica en una existencia que tuvo siempre como fieles acompañantes a la literatura y al fantasma del suicidio.