La balanza comercial, con un déficit equivalente a 589 millones
de toneladas de carne
Los ganaderos mexicanos, en crisis económica
permanente ante las desventajas del TLCAN
MATILDE PEREZ U. Y PATRICIA MUÑOZ
En el mundo ganadero mexicano los productores van de la
crisis económica permanente a la virtual desaparición, ya
que desde el inicio del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte (TLCAN) la introducción de carnes congeladas procedentes de
Estados Unidos casi se duplicó, las de cerdo y pavo rebasaron los
cupos de importación permitidos y prácticamente desplazaron
a las nacionales y la balanza comercial del sector mantiene un déficit
de 589 millones de toneladas en promedio.
Los ganaderos mexicanos tienen que competir con precios
dumping de los productores estadunidenses, prácticas comerciales
desleales y con los compromisos de las grandes cadenas de tiendas del país
para vender carne extranjera. También afrontan el avance de las
grandes cadenas agroalimentarias, por ejemplo en la avicultura Bachoco,
Pilgryms y Tayson.
Los productores se quejan porque el ár-bitro no
ha exigido que el rival se apegue a las reglas del juego, pero aseguran
que aguantarán hasta el final si los precios de los insumos se igualan
a los de sus competidores y se terminan las prácticas desleales.
Confían en que sus sugerencias serán atendidas
porque saben que constituyen un puntal de la economía rural. Con
su actividad ocupan 110 millones de hectá-reas, superficie tres
veces mayor a la destinada a la agricultura; los productores de carne de
res han sostenido un crecimiento anual de 4.9 por ciento, los avicultores
de 9.3 y los ovino y porcicultores de 3.1 por ciento.
Sin embargo, la Secretaría de Agricultura, Ganadería,
Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) no descarta que
el fenómeno de la concentración afecte la planta productiva.
"Habrá un desplazamiento incalculable de pequeños productores,
que tendrán que buscar otras alternativas de ingreso, ya sea en
el campo o migrando hacia zonas urbanas e inclusive al exterior". Ante
su propio análisis, los responsables de la Sagarpa sólo atinan
a decir: habrá que cuidar el cumplimiento estricto de la Ley Federal
de Competencia Económica.
En
la avicultura, Bachoco, Pilgryms y Tayson producen 52 por ciento de los
2 millones de toneladas de carne de pollo, mientras 161 empresas 14 por
ciento; o-tras nueve ofertan 35 por ciento de los 2.2 millones de toneladas
de producción de huevo y 168 logran 29 por ciento.
A partir de 2003 desaparecerá el arancel de 49.4
por ciento establecido para la carne de pollo, 25.27 para la de pavo y
9.50 por ciento para el huevo. Pero esos aranceles, establece la Unión
Nacional de Avicultores (UNA), "ya no protegen a la industria avícola
nacional por la incongruencia que hay entre la desgravación de los
productos y de los insumos". En este caso el maíz amarillo -con
el que se ha sustituido el sorgo- tiene un gravamen de 108.93 por ciento
y su consumo representa 65 por ciento de los costos de producción.
Datos de la UNA indican que el cupo asignado a partir
de la entrada en vigor del TLCAN para la importación de pollo y
pavo troceado ha sido permanentemente superado. Para pollo se asignaron
25 mil toneladas en 1994 y se importaron 65 mil; tres años después
el cupo fue de 27 mil 300 y se compraron 75 mil toneladas, volumen que
se sostuvo hasta 1999. En 2001 la introducción fue 3.3 veces superior
al cupo de 30 mil 700 toneladas.
En cuanto al pavo troceado, en los primeros tres años
de la vigencia del tratado comercial las importaciones fueron casi dos
veces mayores al cupo, que no llegaba a 30 mil toneladas; a partir de 1997
y hasta 2001 las compras fueron 2.5 veces mayores al cupo, que fue aumentando
paulatinamente de 30 mil a 34 mil 400 toneladas.
El caso del huevo es opuesto: los cupos de importación
-excepto en 1997 y 1998- se utilizaron parcialmente; a partir de 1999 y
hasta 2001 la diferencia fue muy cerrada, en este último año
se asignaron 7 mil 994 toneladas y se importaron 6 mil 537 toneladas.
Para esos industriales que desde el inicio del TLCAN denunciaron
el aumento de contrabando técnico y triangulación de los
trozos de pollo provenientes de Estados Unidos -nación donde se
consume la pechuga y el resto del animal se considera desecho-, la mayor
amenaza es el abismo existente en los precios que hay entre ambos países
en los productos finales y el uso de las barreras sanitarias para frenar
el comercio.
¿Acaso es una ventaja para México ser el
cuarto productor en el ámbito mundial de carne de pollo y el sexto
en huevo? Los productores del ramo aseguran que eso muestra la competitividad
de la avicultura, industria que consume 11.1 millones de toneladas de alimento
balanceado, de los cuales 7 millones son granos forrajeros, 2.2 millones
de pastas y 1.9 de otros ingredientes, y genera 900 mil empleos, 750 mil
indirectos y 150 mil directos.
Ocupar el primer lugar mundial en consumo per cápita
y estar entre los 13 mayores consumidores de carne de pollo indica que
el mercado es muy atractivo. Las importaciones de carne de pollo -en salmuera,
trozos congelados y refrigerados, entero congelado y fresco-, en 1994 fueron
de 80 mil toneladas, en 2001 sumaron 140 mil toneladas, casi la totalidad
de origen estadunidense.
Para los empresarios de la avicultura, el próximo
año será un reto: "estamos obligados a buscar mercados alternativos
y a ofrecer productos de mayor valor agregado, pero también necesitamos
de un esquema de promoción al consumo para mantener el ritmo de
crecimiento", subraya Sergio Chávez, secretario de la UNA.
Saben que a partir del próximo año estarán
en el ring contra un rival de peso completo, ya que el precio de importación
de la pierna y muslo (trozos) de pollo será 50 por ciento menor
al precio de un animal entero producido en el país, e inferior al
costo de producción de pollo en granja. En este año el precio
por kilo de esos trozos es de 90 centavos de dólar, incluyendo el
arancel; a partir de 2003 será de 60 centavos o menos, mientras
el costo de producción interno estará entre 80 y 79 centavos
de dólar.
La búsqueda de nuevos mercados
Por lo pronto, los organismos cúpula de los productores
avícolas de México y Estados Unidos crearon la llamada NAFTA
Egg and Poultry Partnership (Sociedad de Pollo y Huevo del TLCAN). En esa
intancia analizarán, discutirán y propondrán soluciones
a problemas mutuos; actuarán de manera conjunta en la búsqueda
de nuevos mercados; empujarán a los gobiernos para que aceleren
los procesos de reconocimiento mutuo de zonas libres de enfermedades y
actuarán con reciprocidad en el reconocimiento de las plantas de
exportación.
En ese foro los avicultores ya empezaron los trabajos
para que la liberación del mercado a partir del próximo año
no implique problemas comerciales, un desgaste y distanciamiento perjudicial
entre las industrias, dice Chávez.
Para la porcicultura, el escenario es de incertidumbre.
Los productores se quejan por la falta de una estructura financiera interna,
una política espejo en el reconocimiento de regiones libres
de fiebre porcina y en los criterios de regulación y verificación,
y de un mecanismo de resolución de controversias agropecuarias.
En el comercio trilateral las órdenes de mercadeo y normas fitosanitarias
ganan terreno frente a los aranceles.
Dichos ganaderos habían iniciado un esfuerzo de
modernización en sus procesos de producción, pero el error
de di-ciembre de 1994 y la consecuente crisis de 1995 frenaron las
inversiones y las diferencias productivas con los estadunidenses se ahondaron,
señala Enrique Domínguez Lucero, directivo del Consejo Mexicano
de Porcicultura.
Menciona algunas de esas diversidades: los costos por
tonelada de maíz amarillo y de melaza -alimentos fundamentales para
el ganado porcino- tienen una diferencia de 50 y 23 por ciento, respectivamente;
los programas de subsidios, asistencia alimentaria, de exportaciones y
protecciones financieras; con eso es imposible competir, abunda.
A pesar de esas profundas desigualdades, en los tres últimos
años la producción porcícola mexicana ha tenido un
repunte y llegó a un millón 100 mil toneladas, volumen insuficiente
para cubrir el consumo nacional estimado en 1.4 millones de toneladas.
Las importaciones de animales vivos no se han reducido
de 1998 a la fecha y se mantienen entre 40 mil y 60 mil cabezas, y ni qué
decir de las importaciones de carne de cerdo, que aumentaron 2.2 veces
y en el año 2000 llegaron a 208 mil 573 toneladas.
La producción de carne de ovino no tiene un escenario
diferente: las importaciones de casi 15 mil toneladas (1.5 veces más
que en 1994) cubren 60 por ciento de la demanda interna, mientras las importaciones
de animales vivos llegan a casi 600 mil toneladas, según datos de
la Secretaría de Economía.