Genocidio de naturaleza continuada, el cargo, señala
Es posible sentenciar a Martínez Domínguez,
dice Alvarez Garín
Medio centenar de ex funcionarios podrían ir al banquillo
BLANCHE PETRICH
La clave para lograr que el ex presidente Luis Echeverría
y otro medio centenar de altos ex funcionarios y comandantes del Ejército
y de la policía rindan cuentas ante la justicia por los hechos represivos
que ocurrieron entre 1968 y 1982 -cárcel incluida para quienes resulten
culpables- es la denuncia penal por el delito de "genocidio de naturaleza
continuada", que sanciona el artículo 7, fracción III del
Código Penal, que hoy martes se desahoga en una segunda diligencia
ante el fiscal especial Ignacio Carrillo Prieto.
Explica Raúl Alvarez Garín, ex líder
estudiantil y actualmente uno de los denunciantes más activos del
proceso judicial que se sigue en la Fiscalía Especial para Movimientos
Sociales y Políticos del Pasado: "Genocidio es una política
de Estado por definición. Es una persecución con fines de
exterminio de un grupo social determinado, en este caso estudiantes y opositores
de izquierda al régimen. Es una acción que no es momentánea,
sino que se desarrolla en un periodo de tiempo determinado. Y este periodo
de tiempo determinado en México va desde la matanza de Tlatelolco,
pasa por la matanza del jueves de Corpus (1971), continúa con la
creación de la brigada de la Dirección de Investigaciones
para la Prevención del Delito y abarca todo el periodo en que actuó
este cuerpo, conocido también como Brigada Blanca. Hasta
1982 se tiene la última evidencia de una acción de esta corporación".
El grueso de estos sucesos ocurrieron en los años
en los que Echeverría tuvo altas responsabilidades, primero como
secretario de Gobernación y después como Presidente.
Brigadas Blancas y Plan Cóndor:
almas gemelas
Toda la cadena de acciones represivas de esa época
"corresponde a la política anticomunista y genocida que se desarrolló
en América Latina bajo la estrategia de la doctrina de seguridad
nacional'', señala Alvarez Garín. Se nos olvida que al mismo
tiempo que entró en acción el Plan Cóndor (junio-julio
de 1976) en Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Paraguay y Bolivia, fue
creada en México la Brigada Blanca (junio de 1976)".
Ex dirigente del Comité Nacional de Huelga por
el Politécnico, ex preso político, el denunciante admite
que si bien no se conoce que hubiera una relación orgánica
entre la Brigada Blanca y el Plan Cóndor (que coordinó
las acciones de las policías políticas de los países
mencionados, todos ellos bajo dictaduras militares, para capturar, apresar,
torturar y desaparecer a opositores políticos en una persecución
transfronteriza que abarcó todo el Cono Sur), "sí existió
una unidad y una identidad conceptual".
Otro tipo de liga, "no me atrevería a decir si
existió o no. Hay algunos indicios, testimonios o ideas que identifican
a algún asesor estadunidense, pero no son muy sólidas. Hay
que recordar que el gobierno mexicano emanado del PRI tenía una
participación muy reticente en los organismos de seguridad hemisférica
de la época".
Alvarez Garín, experto en estadística e
investigación de operaciones, destaca que son tres los "momentos
significativos que conformaron la política genocida" de la era de
Echeverría: el 2 de octubre, el 10 de junio y el periodo junio de
1976 hasta 1982, lapso en el que operó, según consta en documentos
y evidencias plenamente comprobables, la Brigada Blanca.
"Y en esa dirección vamos a ir agregando pruebas
y evidencias."
Un hilo conductor
En
la primera ampliación presentada por el Comité 68 a su demanda
inicial de octubre de 1998, se señala que el ex presidente Luis
Echeverría fue la "cabeza visible del conjunto de los presuntos
responsables de genocidio" contra estudiantes el 2 de octubre de 1968 en
Tlatelolco y el 10 de junio en San Cosme. El ex mandatario, dice el alegato
judicial, "asumió explícitamente una política de Estado
centrada en la persecución y represión de los estudiantes
y otros grupos opositores".
Entre el 2 de octubre, el 10 de junio y el exterminio
de las organizaciones guerrilleras que surgieron en los años posteriores
"existe un hilo conductor" en el "uso abusivo y antijurídico" del
poder público y la suspensión de las garantías constitucionales
y los derechos humanos. Las acciones de exterminio continuaron años
después con ejecuciones sumarias de opositores al régimen
y son "claramente tipificatorias de un delito de genocidio de naturaleza
continuada", sostiene la ampliación de la demanda penal.
La acusación por genocidio en los hechos de 1971
en San Cosme se basa en que el objetivo de aquel "patrón gubernamental"
tenía como objetivo "reprimir, sofocar y aplastar con la fuerza
y los recursos del Estado a sectores de la población mediante la
utilización de un sofisticado esquema de planeación estratégica
de la represión política cimentado en la actuación
del grupo paramilitar Los Halcones".
Los denunciantes declaran tener interés jurídico
directo en dicha investigación como partícipes de los acontecimientos
y por haber sido señalados en ese momento responsables de lo sucedido.
Desde la publicación de su libro La estela de
Tlatelolco, editado en 1998, cuando fue presentada la denuncia de hechos
ante la PGR, Raúl Alvarez Garín ya plantea esa idea del hilo
conductor. No sólo reconstruye el movimiento estudiantil del 68
y los hechos en torno a la matanza, sino que analiza los efectos y consecuencias
que tuvo en los hechos posteriores que hicieron de la década de
los 70 una de las más cruentas de la historia contemporánea.
Algunos investigadores, como el estadunidense Roderic
Ai Camp, atribuyen al entonces regente del Distrito Federal, Alfonso Martínez
Domínguez, la responsabilidad de haber organizado y dado la orden
para la acción de Los Halcones en 1971, ya que al estar enfrentado
con Echeverría buscaba crear un incidente que orillara la caída
del Presidente.
Según esta interpretación, Echeverría
logró revertir y capitalizar el golpe gracias, precisamente, a la
lealtad de los principales comandantes militares que le permitieron pedir
la renuncia de Martínez Domínguez, del jefe de la policía
capitalina y del arresto del coronel Díaz Escobar. Este, a pesar
de esta sanción pasajera, pronto pudo reanudar su carrera dentro
de la institución armada e incluso obtener ascensos, según
reseña Federico Anaya en el libro colectivo Siempre cerca, siempre
lejos: las fuerzas armadas en México.
Alvarez Garín disiente de esta interpretación.
"Es cierto que había tensiones entre Martínez Domínguez
y Echeverría. Estas se debían a que Echeverría, durante
su campaña presidencial de 1970, intentó sacudirse el estigma
del 68. En un acto de campaña en Morelia un grupo de estudiantes
le exigió guardar un minuto de silencio por los caídos en
Tlatelolco. Y lo hizo. Eso irritó sobremanera a los generales del
Estado Mayor, que amenazaron con una ruptura con el candidato. Entonces
Díaz Ordaz ordenó que los militares escribieran un discurso
de rectificación y lo leyera Echeverría. Fue Martínez
Domínguez el operador y de ahí la fricción. Pero eso
no quita que la formación de Los Halcones haya sido, como
está debidamente documentado, una decisión articulada entre
Echeverría, Martínez Domínguez y el secretario de
Gobernación, Mario Moya Palencia."
El coronel Manuel Díaz Escobar fue el coordinador
operativo de este cuerpo. Este fue despedido después del 10 de junio,
pero ascendido poco después y asignado como agregado militar en
Chile. Falleció en 1974. El coordinador administrativo fue su superior,
José Antonio González Aleu. Hay evidencias de que el tesorero
del Distrito Federal, Octavio Calvo Marroquín, pagaba la nómina
de los Halcones reclutas.
El plan para la entrada en acción de este cuerpo
paramilitar, que entrenaba en unos campos detrás del aeropuerto,
por el rumbo de San Juan de Aragón, comprendía acciones de
distracción para encubrir la participación directa del gobierno
federal. Para entonces el movimiento estudiantil empezaba a reagruparse
y se daban nuevas manifestaciones de lucha, en especial para defender la
autonomía de la Universidad de Nuevo León, amenazada por
un decreto del gobernador Eduardo Elizondo. Para sofocar ese nuevo brote,
el operativo debía aparentar que se trataba de un choque
entre estudiantes de distinta ideología.
Está comprobado, sostiene Alvarez Garín,
que la policía del Distrito Federal (bajo el mando del general Rogelio
Flores Curiel y del general Raúl Mendiolea Cerecero) coordinó
la acción de Los Halcones y actuó para encerrar a
la manifestación del 10 de junio -la más grande vista desde
el 68, con una participación de entre 5 mil y 10 mil participantes,
según diferentes versiones- y conducir al grueso del contingente
a un lugar previamente determinado. Así fue como se cerraron las
calles de acceso a la avenida Instituto Técnico Industrial, hacia
el oriente, y las vías hacia el sur. En la confluencia de San Cosme,
avenida Instituto Técnico y calle Tláloc, los francotiradores
empezaron a disparar. Se documentan de ese sangriento hecho 35 jóvenes
muertos.
Hay testimonios que sostienen que el jefe del Servicio
Secreto del DF, Eduardo Estrada Ojeda, y el jefe de Servicios Especiales,
coronel Alfonso Guarro, participaron en el tiroteo. En el lugar de los
hechos, coordinando la acción, fueron vistos -y hay pruebas- los
coroneles Angel Rodríguez García, jefe del Estado Mayor de
la Policía, y Emanuel Guerra, director de la Academia de Policía.
La cabeza del general Flores Curiel también rodó
a raíz de la investigación sobre la matanza. Pero de su puesto
como jefe de la policía capitalina brincó al gobierno de
Nayarit. Otro sacrificado fue el procurador general de Justicia, Julio
Sánchez Vargas, quien a los pocos días de su caída
fue nombrado director de la paraestatal Somex.
También participaron agentes del Servicio Secreto
bajo el mando de Fernando Gutiérrez Barrios y Manuel Ibarra, y las
policías judiciales del estado de México y del Distrito Federal.
En operativos de prevención y refuerzo fueron desplegadas
tropas del Ejército en el Zócalo, la estación de trenes
de Buenavista y Ciudad Universitaria.
''Por todo esto -dice Alvarez Garín- es posible
procesar y sentenciar de Martínez Domínguez para abajo, para
arriba y para los lados."