LETRA S
Julio 4 de 2002

Editorial

Las epidemias no son fenómenos fortuitos ni se comportan al azar. Ligados a ellas, existen factores sociales que determinan, muchas veces, los derroteros que éstas siguen. El sida no sólo no es la excepción, sino uno de los ejemplos más conspicuos. Las poblaciones más afectadas por ese padecimiento son las de mayor vulnerabilidad social debida a condiciones económicas, de discriminación, de inequidad y subordinación.

Una conducta social o sexual rechazada ampliamente por la sociedad, como el sexoservicio, el uso de drogas o el sexo entre varones, expone a sus practicantes a mayores riesgos de infección. De ahí que toda medida encaminada a disminuir el rechazo, el estigma y la discriminación asociados a esas conductas, favorece, de manera directa o indirecta, la labor preventiva.

En ese sentido, la iniciativa de Ley de Sociedades de Convivencia, apoyada por decenas de organizaciones civiles, que pretende dar reconocimiento legal y protección jurídica a las uniones del mismo sexo, entre otras formas de convivencia doméstica, apunta a la normalización social de una conducta estigmatizada al extremo.

Onusida, el organismo de la ONU encargado de hacer frente a la epidemia, recomienda promover y apoyar las medidas, sobre todo jurídicas, que contribuyan a disminuir el estigma asociado a las conductas que exponen a las personas al riesgo de infección del VIH/sida. La aprobación de una ley como la mencionada por parte de la Asamblea Legislativa del DF, ayudaría a crear climas sociales de tolerancia favorables a la promoción de la salud sexual y de la cultura de la prevención en una población que por su marginalidad resulta de difícil acceso. Esa sería una de las ventajas adicionales de dicha iniciativa, desde el punto de vista de la salud pública, que no debe pasarse por alto a la hora de las votaciones.