Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 25 de junio de 2002
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Sociedad y Justicia
Ideas seudocientíficas, ocultismo y religión, más extendidas entre los ciudadanos

En ciencia y matemáticas los mexicanos están reprobados, revela un estudio de la UNAM

CLAUDIA HERRERA BELTRAN Y JOSE GALAN

José Antonio de la Peña es de los pocos mexicanos a los que no sólo les gustan las matemáticas, sino que han hecho del mundo de los números su vida. Como director del Instituto de Matemáticas de la UNAM encabezó una investigación respecto a qué tanto saben los adultos de nuestro país sobre ciencia básica. El resultado, dice, es que "la cultura científica de la mayoría de la población es muy pobre".

La ciencia y, en particular, las matemáticas no forma parte de la cultura popular del mexicano. Las ideas seudocientíficas y ocultistas, así como las religiosas, están más extendidas entre el ciudadano medio. Peor aún, explica el investigador, quien también preside la Academia Mexicana de Ciencias, en la mayoría de los casos el ciudadano no parece distinguir entre lo que es conocimiento científico y lo que son creencias sin fundamento.

Esta situación es grave, refiere, pero considera que hay que darle una dimensión justa. En países como Estados Unidos, donde se han hecho encuestas similares, la gente también tiene problemas, aunque no en la misma magnitud que los mexicanos.

Un aspecto positivo que revela la encuesta es que a pesar de que los adultos examinados no manejan información científica ni conceptos elementales de matemáticas que debieron aprender en la primaria, sí valoran el conocimiento científico. "Ese es un buen principio para cambiar estos resultados", afirma.

Otro punto que le causó sorpresa es que los adultos que no tienen ningún estudio resuelven mejor las operaciones aritméticas que aquellos que alcanzaron dos o tres grados de primaria. De la Peña supone que las personas que no fueron a la escuela son más hábiles porque aprendieron en la vida diaria, y los otros se confunden porque deben recordar lo que aprendieron pero no pudieron reforzar.

Este matemático de 44 años de edad, originario de Monterrey, Nuevo León, está preocupado por el futuro de México si no se hacen cambios profundos en el sistema educativo para corregir estas deficiencias, pues considera que la ciencia no sólo puede contribuir a fundar una sociedad más moderna, sino más justa.

En entrevista con La Jornada, el estudioso de la teoría de las representaciones del álgebra y de la teoría espectral de gráficas detalla las conclusiones de la investigación y analiza posibles alternativas para romper el círculo de la mala preparación de la población en materias científicas y matemáticas.

-¿Por qué la ciencia y las matemáticas no forma parte integral de la cultura del mexicano?

-Hay una competencia entre la educación formal que está tratando de crear una cultura general en el niño y la cultura popular, en la que campean las ideas religiosas, seudocientíficas y las creencias populares que pueden ser de todo tipo. Cuando uno pregunta a los adultos si creen en el horóscopo muchos dicen que sí y, peor aún, están convencidos de que éste tiene una fundamentación científica. No sólo sus ideas están erradas, sino lo que conciben como ciencia está equivocado. Gran cantidad cree en las propiedades curativas de piedras preciosas, en la magia negra y en las brujas.

-En el caso de las matemáticas, ¿descubrieron si algunos planes de estudios funcionaron mejor que otros?

-Vemos que la gente que tiene entre 16 y 60 años estudió con al menos cuatro planes educativos diferentes, pero no hay diferencias entre los resultados. La impresión que da es que el adulto termina adquiriendo los conocimientos sin importar el programa.

-¿Sorprende que estando en la era del dominio de la ciencia la mayoría de la población no tenga cultura científica?

-El problema es que los medios de comunicación, sobre todo la televisión, le prestan poca atención a la ciencia. Transmiten muchos programas de experiencias paranormales, parapsicológicas, de ovnis, que no tienen ningún fundamento científico y que generalmente son fraudes concientes de las personas que los están haciendo.

-¿Usted cree que en siglos pasados la población sabía más sobre ciencia que ahora?

-En los siglos XVII y XVIII la gente tenía una cultura científica más o menos amplia. Se dice que en las discusiones de sobremesa siempre había temas científicos, pero no sabemos si esto ocurría también con la población más pobre. De lo que sí hay indicios es que la ciencia era reconocida de manera importante. Hay una crónica de Voltaire sobre la muerte de Newton, en la que se sorprende de que hubo un cortejo fúnebre masivo, de que a un científico se le dio una despedida de rey. Actualmente la capacidad de divulgación y de difusión de las ideas es impresionante, pero los medios de comunicación difunden más las ideas místicas y las supercherías.

Hay que darles herramientas a los profesores

-¿Qué hacemos con los adultos que no manejan conceptos que debieron aprender en la primaria?

-Sería imposible retomar la educación formal de toda la población. Tenemos que ver hacia delante, hacer algo por la formación de los futuros adultos. Podemos darle herramientas al maestro para que pueda dar sus clases de manera atractiva, que despierte curiosidad, con prácticas en las que el alumno participe directamente pensando, razonando y discutiendo. Por otro lado, debemos buscar que los medios de comunicación transmitan ideas más formativas, que vayan creando un poco de cultura científica.

-¿Es posible que estos padres de familia puedan transmitirles a sus hijos una cultura científica?

-Pueden crear las condiciones para fomentar esta cultura científica, aunque no la tengan. Por eso es muy importante dejar que los niños hagan preguntas y ayudarlos a que encuentren las respuestas en materiales y libros. No conviene inhibir la curiosidad natural de los niños ni detenerlos con respuestas cortantes.

-¿Por qué es importante tener una cultura científica?

-Hay una gran cantidad de cosas que requieren el manejo de información elemental, de matemáticas, de ciencia básica. Pero más allá de los conocimientos que pueden adquirir los niños, también hay una serie de valores que se transmiten junto con la enseñanza de las ideas científicas, como son el trabajo en equipo, la búsqueda de la verdad, la investigación metódica y ordenada y el desarrollo de la creatividad.

En Francia se descubrió que los programas de educación científica a temprana edad ayudan también a mejorar la conducta y a bajar los problemas de adicciones de los alumnos de barrios pobres. Y es que cuando uno aprende a usar el método científico lo puede aplicar a todo tipo de problemas de la vida cotidiana.

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