Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 25 de junio de 2002
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Política

Marco Rascón

Pensar filosóficamente

No se puede reconstruir un mundo diferente, alternativo, viable, si no se restablecen principios y valores sobre los cuales edificar un nuevo concepto para la política, la economía, la historia, la ciencia, los estados nacionales, los partidos políticos y la democracia.

El marxismo y sus afluentes constituyeron a lo largo del siglo xx un pensamiento global que, dicen, se quedó entre los escombros del Muro de Berlín, pero que legitimaba la crítica y la oposición ética a los principios del capitalismo. Paradójicamente, según los cálculos de la Sociedad de Mont-Pêlerin, fundadora del neoliberalismo en 1947, pareciera que el combate a la socialdemocracia dentro del capitalismo arrastró a la URSS y a los países de Europa del este al derrumbe de los estados, las economías y aun de la filosofía que reivindicaba el trabajo humano como valor fundamental, dejando con ello un gran vacío universal no sólo conceptual, sino también en la praxis política.

A más de 10 años del colapso de los estados que detentaban y administraban la filosofía marxista y la hegemonía de los principios del libre mercado, existe ya un resumen sobre un mundo más injusto y polarizado, pues sólo se transformó la confrontación este-oeste en la norte-sur, mezcla de guerras, genocidios, pandemias y destrucción de economías y reservas naturales. Asia, Africa y América Latina no parecen tener perspectiva en los nuevos valores económicos ni en "las democracias" impuestas desde los centros financieros, otrora viejas metrópolis coloniales.

La pulverización de las naciones y el fortalecimiento de los monopolios trasnacionales marcan las primeras luces de este siglo y lo impregnan con la manipulación, el miedo y el terror para gobernar y mantener el control social. Sin contrapesos el capitalismo ha entrado en una etapa oscurantista que no ofrece alternativa a la humanidad en su conjunto, pero sí un equilibrio con base en un sistema de amenazas, presiones financieras y dependencia.

Estados Unidos, impulsor de la globalización, en corto tiempo regresó al viejo nacionalismo expansionista, bélico y hoy lanza un pésimo mensaje tecnológico: seguiremos viviendo del uso de combustibles fósiles y de la explotación del petróleo; por lo tanto, todas las reservas le pertenecen.

A los marxistas del mundo les fue arrebatado el concepto de cambio dialéctico y destruido el concepto del valor del trabajo y de la ética en política. Muchos de los enraizados partidos de izquierda fueron convertidos en siglas pragmáticas, sectarizadas, inoperantes e inútiles para ofrecer perspectivas. El culto a la democracia electoral como sinónimo de democracia verdadera, según muchos de estos partidos, dejó de cuestionar las políticas económicas y sociales, sumándose a vender la misma baratija de la modernidad a cambio de votos, que no tienen expresión más allá de las urnas.

ƑCuánto más durará esta democracia inservible que se convirtió en la gran atadura de los pueblos y en un fin abstracto?

La noción de democracia no ha sido desarrollado como medio para resolver grandes ni pequeños problemas y se ha convertido en un espectáculo de antagonistas artificiales, de masas, igual que el futbol: genera pasión y defensa de parcialidades, pero es efímero después de los 90 minutos que deja el marcador de goles o votos.

En Los actores sociales ante la globalización, el más reciente libro de Tatiana Coll, editado por la UNAM, se plantea que la educación es un arma eficaz para plantear el futuro. Extrañamente la globalización como nuevo instrumento de dominación ha lanzado su gran ofensiva en este terreno, ya que no sólo debilita a las sociedades y a las naciones, sino que también les impide reorganizar el pensamiento humanista y la reconstrucción de nuevos principios para un mundo diferente.

En este sentido Cuba sigue siendo un referente porque además de resistir busca en su extensión educativa la crítica, así como alternativas a la globalización imperial que pone en riesgo la vida humana en el planeta y es causa directa de los graves problemas.

En México la izquierda ha dejado de ser un referente conceptual frente a los problemas y sus posibles soluciones. Está en crisis la práctica política, el proyecto de nación y la ética que antes alimentaba. El discurso se ha convertido en letanía y el pragmatismo justifica todo tipo de actitudes y alianzas que dirigen su beligerancia hacia donde no hay peligro ni cuestionamientos a los principios de la globalidad. Esto fácilmente queda demostrado con la falta de producción teórica y literaria de la izquierda que así completa la tendencia hacia el analfabetismo y nuestro penúltimo lugar como país de lectores en el mundo.

Pensar de nuevo en términos filosóficos y como parte de una gran tarea colectiva e histórica es tarea básica, si se busca situarse en las condiciones del nuevo siglo para no aislarse y sí convertirse en un referente para una forma de vida distinta, donde la democracia sea un concepto de derechos y justicia para todos.

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