Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 25 de junio de 2002
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Política
ASTILLERO

Julio Hernández López

LOS EXTREMOS SE TOCAN en la adaptación local de la rebelión mundialista contra los árbitros: el Presidente de la República tiene una gran molestia con las indagaciones del IFE respecto al financiamiento de sus actividades de proselitismo, mientras el jefe del gobierno de la capital del país se enoja con el Instituto Electoral del Distrito Federal porque éste pide dinero extra para organizar la ocurrencia de un plebiscito expiatorio.

PARALELISMOS ENTRE LO vaquero y lo tropical: Vicente Fox, jefe del secretario de Hacienda y del presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, arma cuanto jaleo leguleyo le es posible para no dejar que se sepa la verdad de los dineros de sus campañas, mientras Andrés Manuel López Obrador propone, por su parte, que si el órgano electoral capitalino "no va a tener dinero" para realizar consultas, plebiscitos o referendos, entonces que cierre el changarro y lo abra cada año de comicios. Absolutismos de derecha e izquierda. Las elecciones los hacen y ellos se juntan contra los órganos que sólo les parecen buenos cuando les entregan constancias de mayoría electoral.

TALES ARREBATOS DE personalidad tienen, sin embargo, origen y destino distintos. A Fox lo mueve el miedo, pues sabe muy bien que el conocimiento de los zurcidos con que se hizo de un traje imperial fueron financiados por marcas comerciales prohibidas, que no pidieron retribución mediante pasarela pública sino, por el contrario, a través de la silenciosa concesión de negocios agraciados que les permitieran recuperar sus inversiones con altas ganancias (las propias de una apuesta ganada). A López Obrador, por su parte, lo mueve la altivez de creer que su pensamiento y obra merecen adhesión obligatoria, aunque constituyan atentados a la inteligencia o al sentido común. El Presidente de la República se la pasa girando cheques de credibilidad a cargo de una cuenta histórica a la que sólo le quedan fondos simbólicos (la del tal bono democrático), y endosa cuanto cobro le es presentado a los bancos quebrados de la ilusión del cambio. El jefe de Gobierno del Distrito Federal, a su vez, actúa y declara más para los futuros libros de historia que para los consumos prosaicos del presente: héroe colocador de los pobres (y los ancianos) en primer lugar de sus afanes presupuestales, gladiador de epopeyas escudado en la honestidad valiente, el tabasqueño encuentra espíritu diazordacista en los reporteros que le han preguntado sobre la tibieza en la aplicación de la ley frente a maestros vándalos, y ahora se lanza contra el instituto electoral capitalino porque éste no ha ahorrado oportunamente para organizar plebiscitos cuando y cuantos al gran jefe se le ocurran.

Los desenlaces previsibles serían diferentes. Ayer, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ordenó a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores ?es decir, no sólo a Jonathan Davis, sino también al Che Gil y al Che(nte) Fox? que deben entregar las cuentas incómodas en plazos definidos. No dejará de pelear el Solitario de Palacio para tratar de posponer lo más que pueda ese momento crucial en que se sepa la verdad de las inyecciones (nada desinteresadas, sino todo lo contrario) de dinero extranjero a la campaña con botas. López Obrador, mientras tanto, ha logrado distraer la atención de lo sustancial (el fracaso del segundo piso vial que tan alrevesadamente presentó y está despidiendo) para fijarla en lo procesal (si hay dinero o no para el tal plebiscito, y a quién le correspondería aportarlo), y tales faenas de distracción le permitirán reducir los costos del sepelio de su máximo proyecto vial.

FRENTE A OTROS ARBITROS (los de la vida empresarial mexicana), el presidente Fox, al atestiguar el cambio de Claudio X. González por el banquero Héctor Rangel Domene, dijo que no deben asustar a los mexicanos las nuevas expresiones democráticas ni deben seducirlos las nostalgias del pasado autoritario. En realidad, el Ejecutivo no quiso enfrentar los cuestionamientos que el saliente González ya había hecho y el entrante Domene remarcó: los empresarios, dijo éste, por ejemplo, "vemos con preocupación la falta de capacidad que existe en la actualidad para lidiar con asuntos difíciles y controvertidos, a pesar de que la mayoría de los mexicanos reconocemos la urgencia de resolver problemas y acabar de darle forma a nuestra sociedad y a nuestra economía". Y algo más del pecho de Domene: "Un débil estado de derecho, como el que existe en México, tiene enormes consecuencias negativas para la actividad económica y la armonía social. De hecho, el mayor peligro para la gobernabilidad democrática es el de la inseguridad pública y la violencia".

Y, PARA TERMINAR CON ese discurso frente a la elite empresarial, el presidente Fox ratificó que "para enfrentar turbulencias externas, y poner a nuestro país al día y a la vanguardia, de mi gobierno pueden esperar confianza y determinación, disciplina y resistencia, responsabilidad y madurez política". Los que no esperaron con tantas virtudes a la mano fueron los periodistas que estaban cazando al secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, quien acompañaba al ex gobernador de Guanajuato, para preguntarle sobre sus aventuras monetarias argentinizadas que ayer mantuvieron al dólar en la frontera con los diez pesos.

UNA ULTIMA COSA, ANTES que este árbitro tecleador pite el final de este primer partido de la semana: siguen las quinielas respecto al día en que el Presidente anunciará cambios en su gabinete y respecto a los personajes que dirán adiós a sus cargos actuales. Los apostadores y murmuradores profesionales aseguran que será antes del simbólico 2 de julio, dado que no puede haber otra boda. También juran quienes dicen escuchar tras las cortinas de Los Pinos que el Señor ya está hasta la coronilla por los pleitos y la ineficacia de algunos de sus colaboradores. Este tecleador, como los vinos de Santo Tomás que luego se convierten en australianos, hasta no beber no creer. (Chin: ahora sí será la última y nos vamos: muy comentada la boda del gobernador del estado de México, Arturo Monsieur, digo, Montiel, con una bella francesa. Los comentarios, sin embargo, se dan en los cárteles del chisme organizado, pues los diarios de aquella entidad guardaron comprensivo silencio ante tan notable cambio de estado civil del mandatario. Nadie se pregunta, por ejemplo, si se cumplieron los plazos legales para el divorcio, aunque voceros oficiales y oficiosos de ese gobierno juran, obviamente, que la rapidez del enamoramiento y el casorio no atropellaron procesos jurídicos disolutorios del anterior matrimonio.)

Fax: 55 45 04 73 [email protected]

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