Homenaje al investigador por los 20 años
de su libro La guerra secreta en México
Katz encarna ''una deidad de ideas, inteligencia y
humor'', dice Gilly
Gracias a su bregar hemos incursionado en nuevos análisis
de la Revolución: Eugenia Meyer
A sus 75 años, se honra y nos honra por haber
hallado aquí una vida digna, señala Semo
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
Reconocimiento y gratitud. En estas palabras se resume
el tono imperante en el homenaje ofrecido ayer a Friedrich Katz (Viena,
1927) con motivo del vigésimo aniversario de la publicación
de su libro La guerra secreta en México (Ediciones Era),
obra canónica e imprescindible en la historiografía nacional
del siglo XX.
Eugenia Meyer, Adolfo Gilly, Enrique Semo, Javier Garciadiego
-discípulos y amigos de Katz- evocaron anécdotas, recuerdos
y reflexiones sobre la vida y obra del historiador austriaco. Meyer se
remontó 30 años atrás, cuando lo vio llegar un día
a las oficinas del programa de historia oral en el Museo Nacional de Antropología:
''Primero para entusiasmarnos, y después para convencernos de la
importancia de rescatar las historias de los villistas, personajes olvidados
y marginados de la historia".
El mérito del humor
No
obstante que la fascinación de Katz por la historia contemporánea
de México se empezó a incubar décadas antes, en los
cuarenta, ''es de todos conocido que los años de su adolescencia
los vivió en México; aquí oye hablar de espías
y complots luego de sufrir en carne propia, junto con sus padres, la marginación
y la persecución del nazismo; es aquí donde habrá
de encontrar los asideros culturales e históricos que todo individuo
requiere para vivir (...) El no haber nacido en México, como en
tantos otros casos, no le impidió recibir el embrujo que provocaba
la historia de México, la misma que determinará su vocación
y se convertirá en el centro de su quehacer profesional".
Meyer recordó que a Katz ?también autor
de Pancho Villa, considerada la mejor biografía publicada
del Centauro del Norte? debemos la revelación de que entre 1910
y 1920 ''México ocupó un espacio estratégico en la
pugna entre las grandes potencias".
Pugna cuyo desenlace fue la Primera Guerra Mundial. Así,
mientras en suelo mexicano se libraba una lucha fratricida, en el exterior
''se desarrollaba la guerra secreta para ocupar posiciones y sacar tajada
y provecho de la primera gran revolución del siglo XX, la nuestra".
Entre los muchos méritos de La guerra secreta
en México, Adolfo Gilly destacó ''uno que tal vez parezca
marginal, pero creo sustancial: el humor".
El humor domina la parte de la historia diplomática:
''Es un territorio complejo y resbaladizo del conocimiento histórico,
requiere búsquedas, conocimientos y capacidad para eludir las infinitas
y sutiles trampas de las verdades mentirosas de los archivos que en esta
rama se concentran porque son las propias del oficio diplomático".
A decir de Gilly, en La guerra secreta... ya aparece
el germen de la que será su obra maestra, Pancho Villa: ''Para
meterse con Pancho Villa sin temor a quedar atrapado en la apología,
el vituperio o el enredo, hacía falta un coraje intelectual fuera
de lo común". Aparte de sus libros ?añadió Gilly?
Katz ''ha creado, ha nutrido una escuela de historiadores en torno de la
Revolución Mexicana". En esa escuela, el historiador funge como
una especie de ''deidad de ideas, de inteligencia y también de humor".
Enrique Semo recordó que conoce a Katz desde los
15 años: ''Nos encontramos en México llevados por el mismo
destino: el fascismo que había conquistado a toda Europa y que estaba
arrojando del continente a todo aquello que se oponía a su paso.
Somos ambos refugiados a quienes el gobierno mexicano salvó la vida
y nos permitió tener una historia digna, de la cual hoy Katz, que
cumple 75 años, se honra y nos honra".
Meyer, Gilly y Semo hicieron énfasis en la valiosa
tarea de investigación desempeñada por Friedrich Katz para
documentar La guerra secreta en México. Recordaron que en
el libro hay información obtenida en archivos oficiales y privados
de Austria, Cuba, España, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña,
México, de la ex República Democrática Alemana y la
República Federal Alemana, ''incluso algunos japoneses".
Desentrañar un misterio
Ha sido -señaló Eugenia Meyer- ''el Sherlock
Holmes que secretamente todos hemos querido ser o bien el James Bond de
ejercicios oníricos que todos añoramos". Katz como nadie
''habrá de olfatear, hurgar y perseguir cuanta prueba existiese
para desentrañar el misterio permanente de ese extraño influjo
y esa constante atención que México ha recibido en los siglos
XIX y XX. Gracias a su bregar hemos podido incursionar en nuevos análisis
de la revolución dejando de lado ortodoxias gremiales, rescatando
lo regional y apuntalando esa intención de revalorar y reinterpretar
el movimiento revolucionario con una visión diferente, quizá
más justa y equilibrada".
El homenaje a Friedrich Katz se efectuó en el marco
del foro Lázaro Cárdenas: modelo y legado, que ayer por la
tarde fue clausurado en el Instituto de Estudios Históricos de la
Revolución Mexicana, donde acudió Cuauhtémoc Cárdenas,
hijo del político michoacano.