Archivos de organismos de seguridad, vitales en las pesquisas: consultor de la CIDH
Pendiente, indagar si como penalista Digna supo algo que la hizo saber demasiado de algún intocable
En la recta final de la investigación, la sospechosa es una sola: la misma abogada
BLANCHE PETRICH /II Y ULTIMA
El consultor de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de Estados Americanos, Pedro Díaz Romero, logró conocer en marzo pasado que organismos de seguridad e inteligencia guardan archivos de activistas de derechos humanos "a quienes suelen clasificar en blancos, de acuerdo con sus supuestas afinidades ideológicas o políticas". Cruzando datos, descubrió que la Secretaría de la Defensa Nacional entregó a la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) fichas curriculares o de inteligencia incompletas sobre la abogada Digna Ochoa, asesinada el 19 de octubre del año pasado.
"Para la averiguación previa -asienta el perito colombiano en el informe que rindió al secretario ejecutivo de la CIDH, Santiago Cantón- es de vital importancia conocer estos archivos, que permitan evaluar y explicar, de ser el caso, si hubo relación con las anteriores amenazas contra Digna Ochoa y los demás miembros del (Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín) Pro con ocasión de sus actividades profesionales y con el hecho central investigado."
Agrega: "Asimismo, sería procedente e ilustrativo conocer si allí aparecen otros registros de los demás miembros del Pro".
Profundizar en esta veta señalada por el consultor Díaz haría un "importante aporte oficial" al desarrollo de la tercera línea de investigación; esto es, la que debía indagar sobre los alcances y consecuencias del trabajo de Digna Ochoa en los casos judiciales en los que laboraba como defensora de víctimas de violación a derechos humanos. Es decir, investigar si en su trabajo como penalista, Digna llegó a conocer algo que la hizo "saber demasiado"; tocar intereses de algún intocable.
El procurador Bernardo Bátiz reconoce que los expedientes que le entregó el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) fueron "una cosa totalmente parcial: recortes de periódico, nada específico". Ese material "no nos sirvió". Eso lo denunció el titular de la PGJDF al inicio de la averiguación. "Ellos (el Cisen) no aceptan que haya habido conversaciones telefónicas o alguna otra información que nos pudiera servir. Eso es lo único que dicen tener. No hay nada que podamos hacer nosotros."
En lugar de insistir en esa hipótesis de trabajo que pudiera conducir a los investigadores a topar con la institución armada o algún otro cuerpo de seguridad al final del túnel, la fiscalía optó por "dirigir buena parte de su actividad" -dice Pedro Díaz- a la vida personal de Digna Ochoa. Ya en la recta final de la indagación, la sospechosa es una sola: la misma Digna Ochoa.
Encima del duelo, la ofensa
Los Ochoa y Plácido -familia numerosa de trabajadores de origen campesino, dispersos por el país- han optado en los últimos días por cerrar ojos y oídos a lo que dice la prensa amarillista sobre su hermana Digna. "Duele tanto ver cómo la denigran", expresa su hermana Carmen. La madre, Irene Alicia Plácido, está en cama, agobiada por la pena y la enfermedad.
Durante ocho meses, los agentes de la fiscalía han escudriñado en todos los rincones de la vida personal de la joven veracruzana. Han "encontrado" y divulgado elementos para definir un "perfil sicótico, neurótico y suicida" a partir de cartas que aún deben demostrar que no son apócrifas; han acosado a la familia Ochoa y Plácido con preguntas sobre un inexistente golpe en la cabeza que habría sufrido de niña, o un tratamiento siquiátrico al que habría sido sometida, sin que sus familiares tuvieran conocimiento.
Han puesto en tela de juicio su vida entera.
Abogada con la agenda cargada
Silvia Mariñelarena y cinco personas más estuvieron con Digna Ochoa entre 17 y 19 horas antes de su muerte, según la hora estimada del deceso, que habría ocurrido entre el mediodía y las 14 horas del 19 de octubre pasado.
Ella y los demás son padres de familia de universitarios huelguistas que fueron demandados por la Universidad Nacional Autónoma de México por motín y daños. Digna había asumido su demanda. En citas anteriores habían hablado de los honorarios de la defensora -"muy modestos", apunta Mariñelarena- y de los trámites que los propios padres podrían realizar sin ayuda. El día 18 se citaron por la tarde.
El grupo de padres llegó anticipadamente. Llovía y esperaron resguardándose en el portón de Zacatecas 31. Mientras esperaban -y así lo han declarado ministerialmente- observaron a un grupo de tres hombres vestidos de traje y corbata, con corte de pelo tipo militar y que cargaban radios o celulares que llegaron al lugar. Uno permaneció en el portón, como vigilando. Los otros dos ingresaron al edificio, recorrieron el patio, subieron las escaleras y caminaron por los pasillos (que se ven desde el patio) como inspeccionando el lugar. "Nos llamó la atención la actitud de estas personas, como de un cuerpo de seguridad privado. Imposible que pasaran desapercibidos", comenta Silvia a La Jornada.
El grupo tuvo que moverse de la puerta porque un auto llegó para estacionarse en el interior. Cuando regresaron al portón, los tres desconocidos se habían ido. La fiscalía no encontró rastro de ellos.
La abogada llegó a las 18:30, disculpándose por una confusión en la agenda. Ingresaron todos al despacho A.
"La licenciada no dejó su bolso y su impermeable en los sillones de la salita, como dice la fiscalía. Un compañero se sentó en ese rincón y no había nada. Tampoco es cierto que fuera un lugar tan estrecho que ahí no pudiera haber ocurrido un forcejeo. Es un sitio en el que nos sentamos seis personas cómodamente, nos paramos, caminamos sin chocar. Algunos hojearon algunos volúmenes del librero. Otros pedimos permiso para ir al baño."
En las periciales dactilares, según se ha dicho, no hay huellas de nadie en el despacho.
"Vimos a la licenciada de buen ánimo -continua Mariñelarena-, atenta y muy concentrada en el trabajo. Ni distraída ni nerviosa. Estuvimos preparando una audiencia que tendríamos. Ella nos hizo practicar una pequeña representación del careo, ella actuando como si fuera el agente del Ministerio Público. Fue gracioso. Nos reímos un poco. Luego planeamos los pasos siguientes. Le pedimos que nos acompañara al día siguiente a una reunión que tendríamos con Narro. Checó su agenda y nos dijo que la tenía muy cargada. Para el 19 tenía varias diligencias. Nos comentó que estaría muy ocupada el fin de semana, porque tenía que preparar la audiencia en Almoloya de los hermanos Cerezo. El martes, comentó, saldría de la ciudad. Hicimos cita para el jueves siguiente."
Mariñelarena también asegura que los padres que estuvieron con la abogada la víspera de su asesinato jamás dijeron que según las fotografías ella vestía la misma ropa que el día anterior. "Dijimos que vestía blusa blanca y traje oscuro. No que era la misma ropa. Eso no podíamos afirmarlo."
Concluye: "Todo eso se lo dijimos a la fiscalía. Ahora vemos que nuestras declaraciones no fueron tomadas en cuenta".
La "hipótesis de Jeckyl & Hyde"
En lugar de reconstruir lo que Digna Ochoa hizo o dejó de hacer durante los ocho días antes de su muerte, la averiguación previa encontró en Jalapa material de sobra para engrosar el expediente. Se trata de una indagatoria que llevó a cabo la procuraduría veracruzana en 1987.
Según la "versión veracruzana", 14 años atrás, siendo estudiante de leyes, Digna habría tenido una "dificultad" con una compañera de la universidad y para inculparla, se autoapuñaló. En consecuencia, la compañera pasó algunos años en la cárcel. Finalmente fue liberada por falta de pruebas. Simultáneamente, en aquella época, Digna, estudiante de leyes en la Universidad Veracruzana (UV), habría escrito dos cartas, una a su hermana Carmen y otra a un novio que tenía en ese entonces, Andrés Lagunes. En las dos cartas ella manifiesta intenciones de suicidarse. Lo extraño es que el original de las cartas obra en poder de la fiscalía, pero al menos Carmen, una de las destinatarias, nunca supo de la misiva que supuestamente le fue escrita.
"Debe ser apócrifa. Yo guardo las cartas y sobre todo las postales que ella me mandaba en esa época, porque ella ya vivía en Jalapa y yo en Coatzacoalcos. Todas son muy amorosas, muy entusiastas. Sus palabras favoritas eran: 'échale ganas' y 'Dios está en todas partes'. Nunca, jamás, mencionó algo tan terrible como quitarse la vida."
Para Carmen es igualmente falsa la versión del autoatentado en Jalapa. "Lo sé porque yo fui quien la encontró sin conocimiento. Ese día ella sabía que íbamos a ir a visitarla. Mi hijo y yo y llevábamos tiempo esperando frente a su puerta a que nos abriera. Sin querer el niño empujó la puerta y estaba entreabierta. Y ahí estaba ella, con una herida en el cuello, desangrándose."
Como el resto de los hermanos, Carmen considera incapaz a Digna de inventar tramas siniestras como las que le atribuyen los fiscales. "No es porque sea mi hermana; muchos se lo pueden decir, ella era de esas personas que si pueden le tienden la mano a cualquiera."
Aunque su nombre ha salido relacionado con una presunta carta que la pone en evidencias suicidas, a Carmen Ochoa nadie, en ningún momento, la ha interrogado al respecto: "Ni las autoridades, ni la prensa", concluye.
Religiosas bajo sospecha
Los primeros pasos de los agentes y peritos se encaminaron a investigar como posibles sospechosos exclusivamente a los compañeros y familiares de la víctima. Con el paso del tiempo, los hermanos fueron descubriendo rastros difíciles de entender. Por ejemplo, el 30 de noviembre, alguien a quien la fiscalía nunca pudo identificar, acudió al registro civil en Misantla y pidió una copia del acta de nacimiento de la víctima. Otro desconocido, o la misma persona, pudo retirar sin dejar rastro el expediente de Digna Ochoa de la Facultad de Derecho de la UV en Jalapa.
Y una de las primeras diligencias de la primera fiscalía fue enviar a la dirección de profesiones de la Secretaría de Educación Pública un oficio solicitando verificar si era legítima la cédula profesional con la que litigaba la abogada.
Notorio, por torpe, fue uno de los interrogatorios del subprocurador Arce a Brigitte, la madre superiora de la congregación de monjas dominicas a la que hasta hacía poco había pertenecido Digna.
-Ustedes Ƒqué tipo de armas usan? -preguntó Arce a la religiosa.
También se empeñó en que sus agentes realizaran una "revisión ocular" al convento. Ante la alarma de la congregación dominica, Bátiz detuvo los ímpetus de su subordinado.