ASTILLERO
Julio Hernández López
APENAS ANDABA el secretario Creel amenazando con cárcel a los funcionarios que filtraran información confidencial a los periodistas, cuando el médico especialista en Alzheimer, Francisco Gil (Ƒotro pancho, Paco?), ya estaba en el Senado anunciando que la situación económica mexicana se va pareciendo a la argentina. Tan confidencial era tal estimación que ni siquiera la conocía el Presidente de la República, quien a esas mismas horas sostenía ruda batalla con los reporteros, a quienes no les quería creer que su secretario de Hacienda hubiera dicho cosas tan diametralmente opuestas a su optimismo con botas, siempre galopante.
EL RIESGO ANUNCIADO de que los presuntos lingotes de oro de la imaginación foxista se convirtieran en reales cacahuates argentinos generó de inmediato especulaciones, y no sólo políticas. El tipo de cambio respecto al dólar se movió con rapidez, pues los capitales golondrinos no pueden entender que el propio gobierno se convierta en espantapájaros (aunque la depreciación del peso habida ayer significó, además, otra oportunísima bendición para los Amigos de la Aseguradora Hidalgo, que la compraron en nombre de Met Life, pues ayer cerraron la operación con el último pago, de 9 mil 900 millones de pesos que, ya entrados al erario, significaron menos dólares que cuando la compraventa fue pactada.
EL TEMBLOR ECONOMICO provocado insólitamente por el propio secretario de Hacienda no es sino una comprobación más de que el gobierno federal se mueve sin timón ni proyecto, empujado a cualquier lado por las ocurrencias, las sinceridades, los hartazgos, los aceleres o las ambiciones (o todo junto) de cualquiera de sus miembros (šAh, señoras y señores: Ƒquién se andaría fijando en minucias económicas si fuera la víspera del soñado México-Alemania?!) Pleitos de panchos, filtraciones sobre el Pemexgate de las que un subsecretario de la Contraloría ha acusado al Poder Judicial. De todo en la viña sin señor...
Y YA ESTABA el dedo flamígero del Arcángel Santiago señalando las rejas para quienes filtraran informaciones confidenciales, cuando el propio Presidente de la República aparecía como alegremente desinformado o tercamente fantasioso (nótese el cuidado puesto por este tecleador ortodoxo para no escribir "tercamente mentiroso". Esperemos que, en agradecimiento, en Navidad lleguen grandes arcones de regalos de Los Pinos y de la fundación ƑVamos, México?) Por un lado, anteayer brincaba de felicidad en sus discursos para demostrar a base de pura labia que cada vez hay más empleo en esta bendita tierra de babia, mientras el INEGI decía tajante e inequívocamente lo contrario, y los empresarios también se desesperaban ante las maniobras verbales de un Presidente respecto al que ayer, ante el latigazo eléctrico de las declaraciones del secretario de Hacienda, aumentaron su desencanto-enojo-alarma por el increíble desorden que rige a un gobierno que se había declarado de, para y por los empresarios. Ahora entienden algunos por qué la Pepsi Cola fue ganando terreno en México en décadas anteriores.
EL PRESIDENTE, mientras tanto, volaba por tierras chiapanecas a las que ningún servicio de inteligencia, o cuando menos algún piadoso acomedido, le había hecho llegar las escalofriantes palabras de su che secretario de Hacienda (un funcionario pornócrata, que cree que las exenciones de impuestos a la industria editorial deben retirarse porque los mexicanos no leen más que revistas cachondas). Sufrió el Ejecutivo desinformado ante los reporteros perfectamente informados. Daba datos, cifras, estadísticas, y echaba mano del mayor de sus optimismos para tratar de convencer a los periodistas de que "para nada" se podría decir que la economía mexicana podría acercarse a la crisis argentina. Y se enojaba con los portadores de las noticias, que insistían: "ƑPor qué la urgencia de que le hablara el secretario de Hacienda? ƑLa regó él?". Y el promotor de la transparencia informativa: "Sin comentarios en ese terreno. No conozco ningún comentario de él en este momento..." Y continuaba en su defensa desgarbada: "No, no, para nada. También tenemos estabilidad política en este momento, e igual gozamos de esa estabilidad económica. Están las cosas tranquilas, no sé de dónde sacan ustedes", insistía el Presidente de México. Y uno de los entrevistadores le señalaba que no había "coincidencia" ni "sintonía" entre el Presidente y sus secretarios. Y el jefe de las instituciones públicas mostraba su bitácora informativa en ceros: "Yo no tengo ninguna noticia de las declaraciones que tú señalas, y como no las conozco, no hay comentarios". Y el cierre seco, descarnado, de un reportero cansado de lidiar con un Presidente tercamente desinformado, al que estampó un epílogo incontestable: "Mañana las lee".
SE CERRARA HOY esta sección con un autodenominado "diálogo" que sostuvieron funcionarios federales con representantes lacandones en el poblado irónicamente llamado Benemérito de las Américas, en Chiapas. Disfrute el lector el tono nada paternalista y totalmente respetuoso del Presidente y la amenizadora de reuniones presidenciales, Xóchitl Gálvez (XG):
...Aquí está un documento, y favor escribir que, por favorcito... -decía uno de los lacandones (en delante, "L").
VF: Te lo recibimos.
XG: Yo te lo recibo.
L: Ajá, por favorcito. Sí, gracias.
VF: Gracias.
L: Tengo otro.
VF: Ah.
L: Tengo otro, señor Fox, que gracias a que estamos viendo a nuestro Presidente, y aprovechamos pues...
XG: ƑYa sabes que vamos a crear el fondo regional de la Lacandona?
L: Estamos esperando, sí.
XG: Ya. Ya es un hecho para ahí, para su necesidad de transporte, y todo eso.
L (ancestralmente obsesionado con sus papelitos y todo eso): Estas son las originales, y estas son las copias donde van a firmar de recibido.
XG (dolida lingüísticamente por la derrota frente a Estados Unidos): Okey.
Y más adelante, cuando el Presidente daba gracias a quienes le habían acompañado en la reunión:
L (con más papelitos demandantes de justicia y ayuda): Nos puede firmar de recibido también.
XG: ƑTe firmo ésta?
L (recuérdese que la L significa lacandón, aunque en el "diálogo" utilizaron los alias de Manuel Juárez Díaz, Manuel Hernández y Alfonso Chanquín): Ajá.
VF: ƑTú también vives por aquí?
L (revisando su pasaporte con visas varias): En la selva Lacandona, en La Cabacha.
L (volviendo la burra al trigo burocrático): Disculpe, cada una de éstas se necesita que nos las firmaran, por favor...
XG: ƑQué te voy a firmar, una de éstas?
Y una nada lambiscona ni oportunista intervención del gobernador Pablo Salazar: ƑEstán satisfechos con este acto del gobierno?
L (agitando mentalmente su matraca blanquiazul): Así es. Estamos muy contentos con nuestro Presidente y nuestro gobernador. Esperamos que pronto vuelvan a nuestra zona para que puedan atender nuestras demandas...
ASI FUE EL diálogo del supremo gobierno federal (y su coadyudantía estatal) con indígenas lacandones (Ƒqué esperan, zapatistas? šanímense!), el mismísimo día en que México pareció empatar con Argentina en cuanto a crisis económica.
Y YA SABEN: para que estén informados, a'i mañana leen las noticias (y el próximo lunes esta columna que les desea feliz fin de semana sin devaluación o, como dicen técnicamente, depreciación).
Fax: 55 45 04 73 [email protected]