Alejandro Nadal
Pronafide: entre la técnica y la fe
La semana pasada el gobierno dio a conocer el Programa de Financiamiento del Desarrollo 2002-2006 (Pronafide). Es el marco de referencia de la política macroeconómica para lo que queda del sexenio. Pe-ro sus fundamentos son sumamente frágiles.
El Pronafide descansa en dos postulados. El primero es que la economía mexicana no puede crecer más de lo que indica el PIB potencial. El segundo afirma que sólo si se adoptan las reformas estructurales propuestas por el gobierno de Fox es posible alcanzar mayor crecimiento.
El primer postulado justifica la parálisis de la política macroeconómica frente a la recesión. La idea es simple, pero engañosa: una economía no puede crecer más de lo que permite su potencial sin generar presiones inflacionarias o desequilibrios en las cuentas externas.
Suena lógico, pero el asunto es más complicado porque la pregunta obvia es: Ƒcómo se calcula el PIB potencial de la economía mexicana?
Hay varias maneras de estimar el PIB potencial de una economía. La estimación de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) se basa en un ejercicio estadístico sobre la serie original del PIB observado. Son muchos los problemas metodológicos asociados a la técnica utilizada (filtro Hodrick-Prescott y un vector autorregresivo.) En todo caso, el resultado es que para distintos periodos, entre 1996 y el primer trimestre del 2002, las tasas de crecimiento del PIB potencial anual oscilan entre 4 por ciento y 3.6 por ciento.
Estimar el PIB potencial a partir de su comportamiento en años recientes es absurdo: se cae en una estimación que considera al PIB potencial como si fuera una tendencia determinística. Esto es como si dijéramos que este año crecimos poco porque en años pasados crecimos poco. De ese modo, la técnica usada por la SHCP es incapaz de estimar la evolución del PIB si se hubieran seguido enfoques de política económica diferentes a los del periodo de referencia.
Aunque los datos así estimados no son confiables, constituyen el punto de referencia de la política macroeconómica del gobierno. El razonamiento es que si la economía mexicana crece por encima de su potencial, los desequilibrios internos y externos anularían las ganancias derivadas del primer momento de crecimiento. Pero ese argumento está basado en ejemplos en los que se introduce un exceso de demanda que desataría presiones inflacionarias. ƑQué sucede si en una primera fase se tiene un aumento de la inversión productiva? La SHCP rechaza analizar ese caso porque busca justificar su parálisis en el ámbito de la política macroeconómica.
El segundo postulado del Pronafide afirma que sólo si se introducen las reformas estructurales impulsadas por Fox se alcanzará un crecimiento de 7 por ciento. Las reformas son la apertura del sector energético, la consolidación del sector financiero y del mercado de capitales, la malograda "nueva hacienda pública distributiva", y la reforma laboral.
Acto seguido, el Pronafide construye dos escenarios de proyecciones macroeconómicas. Sin las reformas, el crecimiento en 2006 es de 4.1 por ciento; con las reformas es de 7 por ciento. Pero nada justifica ese cálculo. Lo que tiene la SHCP es un modelo en el que estima (mejor estimadivina) cuál será el impacto de las reformas estructurales en las expectativas de los inversionistas y el crecimiento. Por eso los números en los escenarios de la SHCP no constituyen pronósticos, sino "trayectorias factibles" si se aprueban las reformas. Pero la economía puede desviarse de estas trayectorias aun si se aprueban las reformas estructurales.
Los escenarios valen lo mismo que las estimadivinanzas de los economistas oficiales. Es decir, poca cosa. Después de todo, nada garantiza que se obtenga un mayor ahorro interno o que se traduzca inmediatamente en mayor inversión productiva, especialmente si se abren más las puertas a la inversión especulativa.
Una de las estimaciones más inverosímiles del Pronafide es que las importaciones crecen al mismo ritmo, independientemente de que se crezca 4.1 por ciento o 7 por ciento. Otra estimación absurda es que la inflación es menor con el crecimiento de 7 por ciento. Eso supone que las reformas estructurales engendran un incremento notable de la inversión productiva y no se generan presiones inflacionarias. Eso no es creíble porque una buena parte de la nueva inversión extranjera directa en los primeros años vendría a comprar activos ya existentes, sin crear una expansión en la planta productiva.
El Pronafide comienza alardeando de rigor técnico. Pero la técnica que usa no es la buena. Y termina recurriendo a la fe: el dogma es que las reformas estructurales generan casi el doble de crecimiento sostenido. Es de esperarse que el Congreso no se deslumbre con estos ejercicios y pueda distinguir entre el análisis serio y la simulación.