Investigadores reconstruyen la máscara
funeraria
Ya se conoce la imagen verdadera del antiguo
gobernante Pakal
Se trata del cuarto intento de acercarse al rostro del
dirigente maya, con base en esa pieza descubierta en 1952
ANGEL VARGAS ENVIADO
Palenque, Chis., 16 de junio. El 15 de junio de
1952 el ámbito de la arqueología mexicana produjo una gran
noticia al mundo: el descubrimiento de una cámara funeraria en el
Templo de las Inscripciones, en Palenque, en la que se encontraron los
restos del gran Pakal, el más célebre no sólo de los
reyes palencanos, sino de la cultura maya en general.
A medio siglo de ese acontecimiento, posible gracias a
los trabajos del arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier (1906-1979), son
innumerables los conocimientos y las hipótesis que se han desarrollado
desde entonces sobre la antigua cultura de Palenque.
Entre los más sobresalientes de los recientes tiempos
se halla una reconstrucción de la máscara funeraria de Pakal,
con la que, se asegura, la pieza ha recuperado "su imagen original" y revela
"el verdadero retrato" del gobernante.
Los resultados de este trabajo han tenido como foro de
discusión las sesiones de la cuarta mesa redonda de Palenque, que
se desarrollan en esta población chiapaneca desde el sábado
y concluirán el 19.
Esencia e imagen de un rey
La
restauración de la máscara funeraria se debe a las investigadoras
Sofía Martínez del Campo y Laura Filloy, adscritas al Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH), quienes trabajan en
ese proceso desde el 2000 y aseguran contar ya con los elementos para sostener
que esa pieza, a 13 siglos de su creación y 50 años de su
descubrimiento, "ha recuperado la función para la que fue concebida:
mantener viva la esencia y la imagen" del rey palencano.
Este implemento, realizado en jadeíta, es uno de
los vestigios más conocidos y publicitados de la cultura maya, en
primer lugar por su singularidad y belleza, pero también por ser,
hasta hace algunos años, uno de los pocos ejemplos de máscaras
funerarias recuperadas en el área. La que proponen ahora las especialistas
es la cuarta imagen que se ha desarrollado sobre el rostro de la máscara
del gobernante maya desde que fue descubierta por Ruz Lhuillier, hace 50
años, en la cámara funeraria del Templo de las Inscripciones.
La primera versión se remonta a 1953 y se debe
al propio Ruz Lhuillier, quien fue ayudado por el dibujante Hipólito
Sánchez Vera. Un año después, el arqueólogo
trasladó la pieza a Mérida y, bajo su dirección, el
grabador Alberto García Maldonado trabajó un soporte para
ajustar su forma y volumen con el fin de obtener proporciones y rasgos
más naturales.
No obstante, ese trabajo no convenció al especialista
y en 1955 llevó la pieza a la ciudad de México y allí
encargó al arqueólogo Francisco González Rul un nuevo
montaje "en el que desgraciadamente se perdió en gran medida el
orden de las teselas en relación con el registro contextual".
Ese soporte, sin embargo, fue el que se conservó
hasta mediados del año pasado "y con el que la máscara fue
fotografiada y publicada en varias ocasiones. Gracias a estos documentos
gráficos, hemos visto que a través de los años la
pieza fue objeto de varias intervenciones y algunas otras modificaciones
de menor importancia".
A diferencia de las propuestas que la precedieron, la
reconstrucción de la máscara que realizaron Martínez
del Campo y Laura Filloy ofrece un rostro menos tosco y con apariencia
más natural en sus rasgos; salta a primera vista, por ejemplo, la
disminución del estrabismo del personaje en relación con
las versiones anteriores.
En su ponencia, presentada ayer en el contexto del encuentro
académico de esta ciudad y, por cierto, una de las que más
revuelo han causado hasta el momento, las especialistas explicaron el proceso
de su trabajo y los criterios utilizados para el mismo, además de
ofrecer una visión general sobre el sentido de las máscaras
en los rituales funerarios mayas.
Acerca de este último aspecto, señalaron:
"Sabemos que la máscara funeraria transmite la esencia del individuo,
quien a través de ella sobrevive a la ineludible muerte del cuerpo.
Al ser colocada sobre el rostro, la máscara funeraria se convierte
en un agente de transformación de una realidad material a una esencia
espiritual; es decir, transforma la cara de la muerte en una imagen de
juventud permanente que va más allá del parecido físico
al contener parte del alma del individuo.
"Además, al reproducir el jade la imagen del soberano
su esencia alcanza una permanencia que el cuerpo físico nunca podría
tener, porque a través de su máscara de jade el gobernante
asume la identidad del dios del maíz y adquiere atributos tales
como su belleza y su juventud. Personificando al dios del maíz,
el soberano enterrado germina y renace en el continuo del tiempo a semejanza
del grano depositado en la tierra".
Especificaron: "La de Pakal es un máscara retrato
concebida por él mismo con la idea de inmortalizar su imagen de
juventud. Representa el rostro poderoso del soberano maya y reitera la
idea de su fuerza y de su belleza interior". El proceso de restauración
fue dividido en varios tipos de trabajos y análisis físicos,
así como en investigaciones documentales y científicas. Según
las especialistas, al desmontar las 212 teselas registraron sus características,
estado de conservación y los materiales adheridos en la superficie.
Más adelante habrían de encontrarse en la bóveda del
Museo Nacional de Arqueología 130 teselas más que se habían
desprendido del soporte y con lo cual el número de piezas se incrementó
a 340 y ese factor facilitó la restauración.
"Advertimos también que un gran número de
teselas corresponde a piezas de joyería reutilizadas, unas con rostros
humanos tallados en el reverso, otras con motivos geométricos. Además,
en ciertos casos, en una o ambas caras presentan antiguas perforaciones
que los mismos artesanos mayas cubrieron con pequeños tapones de
jade sellados con alguna resina, cera natural e, incluso, con pasta de
cal", señalaron.
Para el ensamblaje de la máscara, Martínez
del Campo y Laura Filloy partieron de la hipótesis de Ruz Lhuillier,
quien consideraba que los artesanos mayas armaron el mosaico en primera
instancia sobre el rostro de una escultura de bulto, específicamente
sobre una de las cabezas-retrato de Pakal trabajadas en piedra caliza y
estuco que se hallaban el sarcófago. "Ruz pensaba que, ya en el
momento de preparar el cadáver y con el orden las teselas bien definido,
los artesanos colocaron una fina capa de pasta de cal sobre el rostro del
soberano muerto y trasladaron hasta él las teselas para disponerlas
en la posición equivalente a la que ocuparon previamente sobre el
rostro de la escultura".
Fue así como en el proceso de reconstrucción
las investigadoras tomaron moldes del rostro y la cabeza de dos esculturas
que representan al gobernante maya en sendos momentos de su vida: la pubertad
y la plenitud. Y a partir de esos moldes crearon el soporte donde acomodaron
las piezas en su correcta posición.
Una vez armada con esa nueva configuración, la
pieza fue exhibida el año pasado en la exposición Descubridores
del pasado en Mesoamérica, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.
Sin embargo, allí no concluyó el proceso, pues las restauradoras
aún corrigen algunos detalles con el fin de tener lista la máscara
para la reinauguración de la Sala Maya del Museo Nacional de Antropología,
en agosto próximo.
"Podemos anticiparles que este montaje, elaborado con
mayor conocimiento, ha logrado devolver a la máscara funeraria de
Pakal una superficie continua y ondulada de facciones y expresión
meritorias de los atributos de la plástica maya del clásico
y cuyas dimensiones y morfología si permitirían su colocación
sobre el semblante del soberano con todo su ajuar funerario", concluyeron.
"Y podemos anticiparlo porque ahora sabemos que el rostro
armonioso de la máscara funeraria de Pakal fue concebido anatómicamente
desde antes de su factura y tallado con un realismo sorprendente. Es, sin
lugar a dudas, el verdadero retrato del más célebre de los
reyes palencanos y, a 13 siglos de su creación y 50 años
de su descubrimiento, la máscara funeraria ha recuperado la función
para la que fue concebida: mantener viva la esencia y la imagen del gran
Pakal".