Se vive intolerancia social, política
y religiosa, advierte
Predomina en Chiapas una lógica de confrontación:
Sipaz
La situación de los derechos humanos no ha mejorado,
dice
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
San Cristobal de Las Casas, Chis. 16 de junio.
''En Chiapas, después de ocho años de conflicto y seis de
estancamiento del proceso de paz, predomina una lógica de confrontación
e intolerancia social, política y también religiosa'', afirma
el Servicio Internacional para la Paz (Sipaz) en su informe más
reciente.
La ONG de origen estadunidense, que desde una visión
cristiana y ecuménica ha observado de cerca el proceso social chiapaneco,
estima que la situación en el estado, y a nivel nacional, ''no ha
cambiado mucho en los últimos meses'', ya sea respecto a la reforma
constitucional sobre derechos indígenas o la situación de
los derechos humanos. ''Ciertamente, tampoco ha mejorado en cuanto a la
problemática agraria y los conflictos vinculados a ella.''
El
gobierno federal ''parece apostar a suplir la falta de acuerdos con los
zapatistas mediante programas económicos y leyes secundarias'',
consideran los analistas de Sipaz. ''A pesar de los cambios de gobierno,
tanto a nivel nacional como estatal, la situación de los derechos
humanos no ha mejorado significativamente'', agregan.
A seis años de la firma de los acuerdos de San
Andrés siguen pendientes su aplicación y la reanudación
del proceso de paz. ''Hace un año que el EZLN permanece en silencio,
en protesta por la aprobación de la reforma constitucional sobre
derechos indígenas, que también rechazaron los congresos
de los estados con mayor población indígena del país
y las principales organizaciones.''
El ''informe de coyuntura'', que publica en junio el organismo,
apunta que el propio gobierno estatal ha reconocido la existencia de ''problemas
intercomunitarios'' en al menos 40 comunidades de los municipios de Ocosingo,
Altamirano y Las Margaritas. Sipaz considera que ''las causas de estos
conflictos -que se dan incluso entre organizaciones que antes estaban aliadas-
son múltiples: las relaciones con ambos gobiernos y la aceptación
o no de sus programas y subsidios; las diferentes formas de construcción
de la autonomía; las disputas por la tierra o por el control político
sobre un determinado territorio; las diferencias ideológicas y religiosas''.
La coalición de grupos internacionales que conforman
Sipaz se basa ''en el compromiso con la no violencia activa'', y ha tenido
acercamientos significativos con el gobernador Pablo Salazar Mendiguchía,
al igual que todas las ONG del área de derechos humanos vinculadas
a las distintas iglesias. De manera coherente, el informe se refiere al
gobierno chiapaneco en términos favorables, pues ''a pesar del adverso
ambiente político y social persiste en sus esfuerzos de distención
y reconciliación''.
Para los analistas, ''el gobierno federal parece apostar
a suplir la falta de acuerdos con los zapatistas mediante programas económicos
y leyes secundarias'', mientras que, por su parte, ''el EZLN mantiene su
silencio obstinado y su resistencia a cualquier solución parcial,
apostando a la construcción de la autonomía por la vía
de los hechos, desde las bases de sus comunidades. Eso significa, entre
otras cosas, no aceptar las limosnas del gobierno y criticar fuertemente
a los que aceptan los programas económicos oficiales''.
El documento registra también ''la tensión''
que se vive en Montes Azules, ''por la persistencia de rumores de una inminente
expulsión de comunidades indígenas asentadas en esa zona
protegida'', y hace mención a lo denunciado por el propio gobernador
Salazar, en el sentido de que el titular de la Procuraduría Federal
de Protección al Medio Ambiente, José Campillo, ''está
promoviendo el desalojo de las comunidades'', y al anuncio salazarista
de que su gobierno ''no va a ejecutar ni permitir esa acción''.
En todo caso, según Sipaz, ''es indudable que resulta
problemático tener leyes estrictas para la preservación del
medio ambiente en una región donde la demanda de tierras no cesa''.
Y seguramente no cesará ''mientras no se den soluciones estructurales
de fondo que contemplen todos los aspectos de la problemática agraria:
el alto crecimiento demográfico, los escasos recursos naturales
(sic), la expansión de la ganadería, las dificultades para
una explotación más eficiente de la tierra y la falta de
capacitación y empleos en otros sectores para la población
indígena''.
Para el presidente Fox, ''la solución a estos problemas
sería el Plan Puebla-Panamá, presentado como la principal
propuesta de desarrollo para el sur de México y América Central'',
añade Sipaz.
''Sin embargo, organizaciones populares y ONG critican
este plan por considerarlo funcional a los intereses estratégicos
estadunidenses y al modelo económico neoliberal dominante'', describe
el organismo de observación, que no deja de reconocer que ''a pesar
de los fuertes impactos sociales y ambientales que tendrá, los pueblos
no han sido consultados para su elaboración''.
Considerando ''sombrío'' el panorama en materia
de derechos humanos, Sipaz registra que la tensión social aumentó
en la zona norte de Chiapas a partir de febrero, ''debido a la detención
de Diego Vázquez, líder de la organización presuntamente
paramilitar Desarrollo, Paz y Justicia''. Expresando una especial inquietud
''por la falta de avances en la investigación del asesinato de Digna
Ochoa'', Sipaz recomienda a la sociedad civil nacional e internacional
escribir al presidente de México mensajes que manifiesten ''preocupación
porque la reforma constitucional sobre derechos indígenas se ha
convertido en un obstáculo para reanudar el proceso de paz y avanzar
hacia una solución del conflicto en Chiapas''.
Otra recomendación del organismo civil es escribir
a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) para expresar
''respetuosamente'' la esperanza de que dicha instancia judicial ''resolverá
las controversias constitucionales en materia indígena teniendo
en cuenta las demandas planteadas por los pueblos, los compromisos asumidos
por el gobierno federal en los acuerdos de San Andrés de febrero
de 1996 y las obligaciones contraídas por el Estado mexicano al
ratificar el convenio 169 de la OIT''.