José Antonio Rojas Nieto
La urgencia de gas natural en Estados Unidos
Desde hace muchos años, la producción diaria de gas natural de nuestros vecinos del norte, Estados Unidos, prácticamente no ha superado los 52 mil o 53 mil millones de pies cúbicos al día. Pese a que es muchísimo (en México apenas producimos cerca de 5 mil millones de pies cúbicos al día, menos de 10 por ciento de ese volumen), y que representa la cuarta parte de la producción mundial, no les permite declararse autosuficientes. Incluso, en algunos inviernos consumen más de la tercera parte del total mundial y, sin embargo, no logran producir más de 20 por ciento en esos momentos.
Este diferencial y este déficit son muy graves para ellos, acostumbrados a tener todo y, si no lo tienen, a conseguirlo. Les representa -como dicen continuamente- un asunto de seguridad nacional. Así de simple. Pero lo más grave es que sólo cuentan con 3 por ciento de las reservas mundiales que apenas les garantizan 10 años más de abasto al ritmo actual de producción y consumo. Y bajo las actuales condiciones tecnológicas y de costos, los incrementos a sus producción serán limitados y caros.
Hace apenas unos meses, en pleno invierno de 2000, su consumo alcanzó 87 mil millones de pies cúbicos al día (por cierto, con poco más de 35 pies cúbicos de gas natural se completa un metro cúbico y su poder calorífico prácticamente equivale al de un litro de petróleo). Y ese momento fue aprovechado por ladrones y especuladores para llevar el precio a su máximo histórico reciente. šNi hablar! No sólo no es posible imaginar un invierno en Boston o en Chicago sin calefacción; o una ciudad de Nueva York sin el calorcito de departamentos, casas, oficinas, salones universitarios, locales comerciales, restaurantes y hoteles. Ni siquiera California puede prescindir de ese gas para calefacción.
Prácticamente todo Estados Unidos, pero, sin duda, sus regiones más al norte, lo necesitan. Si ese país resulta impensable sin electricidad para el aire acondicionado del verano, es aún más impensable sin gas natural para la calefacción de invierno. Sólo que el volumen de gas natural necesario para ello es cada vez más alto.
Pero, Ƒde dónde salen los más de 80 mil millones que ya se consumen en el invierno, si apenas producen para satisfacer 65 por ciento de sus necesidades estacionales? Son cuatro las fuentes principales de disponibilidad de gas natural en esos periodos de pico de la demanda; 1) poco más de 50 mil millones de pies cúbicos al día de producción interna; 2) alrededor de 10 mil millones de pies cúbicos al día de importaciones canadienses; 3) menos de mil millones de importaciones de un gas natural licuado proveniente de Argelia, Libia, Nigeria y Trinidad principalmente, que se pasó a su fase líquida (reduciendo su temperatura a menos 260 grados Farenheit) para transportarse en esos enormes barcos de esferas criogénicas que circulan en el mundo y que se regresa a su fase gaseosa en plantas especiales instaladas, sobre todo, en la costa este (Lake Charles en Luisiana, por ejemplo); 4) finalmente -y de aquí su gran importancia- entre 10 y 20 mil millones de pies cúbicos diarios (según la intensidad del pico estacional de demanda en invierno) de gas natural extraído de los inventarios que se tienen en depósitos de diverso tipo, básicamente domos salinos y no salinos que soportan, precisamente, los altos picos de la demanda de invierno.
Evidentemente, esto hace de la producción, las importaciones, pero, sobre todo, del manejo de los inventarios (los ritmos de extracción y reinyección) actividades estratégicas, cuya dinámica -además de los costos de producción- determinan de manera fundamental los precios.
El asunto se torna más delicado si pensamos en las necesidades futuras de gas natural en Estados Unidos: según el Departamento de Energía de Estados Unidos en poco más de 10 años se consumirá un promedio diario anual superior a 80 mil millones de pies cúbicos al día, con un pico de invierno superior a 100 mil millones. Es indudable que esos altísimos niveles del consumo y del pico requerirán abastos externos, no obstante que se logren aumentos de producción interna (por cierto con yacimientos cada vez más costosos) e incrementos de importaciones de Canadá y que, evidentemente, se agranden sus depósitos de inventarios.
Y, frente a esa realidad, no hay abastecedor despreciable. En este contexto, justamente en éste, México puede ser un abastecedor externo importante, pese a sus limitaciones. De ahí, entre otras cosas, el gran interés de los vecinos en los contratos de servicios múltiples que, sin duda, abrirían un nuevo panorama a los inversionistas externos en un asunto hasta hoy vedado porque, correctamente, la Constitución así lo ordena. Muy pronto será necesario comentar más sobre estos contratos que pueden ser caracterizados, precisamente, como aberrantes. Ya lo veremos.
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