Antonio Gershenson
La verdad
Entre los puntos a discusión en el Congreso de
la Unión, dentro de la reforma política, está el planteamiento
de que los funcionarios que comparezcan ante las cámaras deberán
hacerlo bajo protesta de decir verdad. Esta propuesta pone el dedo en la
llaga de un problema de mucha actualidad, y a la vez casi histórico:
la mentira.
Es difícil retener en la memoria la cantidad de
casos en que tal o cual declaración oficial llegó a los medios
de difusión y resultó no corresponder a la verdad. Que si
la solución en 15 minutos, que si el crecimiento de 7 por ciento,
que no se le pidió a Fidel Castro que se retirara...
Esto no es privativo del régimen actual. Recuerdo
casos de comparecencias en la Cámara de Diputados con contradicciones
dentro del mismo discurso, o entre éste y las cifras oficiales de
la dependencia representada. Cabe aclarar que no era así en todos
los casos, pero de que había funcionarios que lo hacían con
regularidad, no me cabe la menor duda.
En realidad, el oír mentiras, para muchos, empieza
desde la niñez. Que los regalos de fin de año no se los compraron
sus papás sino que los trajo Santa Clos o los trajeron los Santos
Reyes, que los amigos de sus papás son sus tíos, que si no
se portan bien ahí viene el Coco o se los lleva La Llorona,
y tantas cosas así.
Una de las expresiones más serias de este fenómeno
es que somos un país con dobles cifras, dobles libros, doble contabilidad.
No se trata sólo de empresas para eludir al fisco, sino del fisco
mismo y otras áreas oficiales. Durante muchos años, las reservas
oficiales de petróleo y gas natural estuvieron muy infladas, eran
inventadas en buena parte. Luego, a partir de los acuerdos del macropréstamo
de 1995, se hizo un nuevo estudio de tres años, realizado por Pemex
pero sobre un proyecto y con la supervisión de una empresa estadunidense
especializada en estas cuestiones. Al final ya fueron dos empresas. Como
no se ha hecho clara y públicamente una rectificación, hay
quienes creen que las reservas bajaron a la mitad, como si estos hidrocarburos
se hubieran desvanecido. Bueno, esa parte de la doble contabilidad oficial
está corregida en lo fundamental, aunque se podrían hacer
consideraciones que van más allá del marco de este artículo.
La que sigue siendo una verdad oficial es que la forma
más barata de generar electricidad en México es con plantas
de ciclo combinado que consumen gas natural. Sin embargo, las estadísticas
de la Agencia Internacional de Energía (AIE), de la que México
es miembro, nos dicen que cada año ha sido más barata la
generación con combustóleo de alto contenido de azufre, que
con gas natural. Claro, hay diferencia en el efecto ambiental, pero eso
no hace que estas cifras de la AIE sean necesariamente falsas. Cabe asumir
que las cifras de la AIE le llegaron de México, ni modo que de Júpiter.
Y entonces, ¿cuáles son las cifras reales?
Se acaba de publicar en estas páginas otro caso
de doble contabilidad oficial: no coinciden las cifras de la Secretaría
de Hacienda con las del Banco de México sobre el monto de la deuda
pública. La diferencia es de más de 700 mil millones de pesos.
Las cifras del citado banco superan a las otras en más de 50 por
ciento. Y hay casos que no se reconocen como deuda pública, pero
que lo mismo se tienen que pagar.
Además de aplaudir la propuesta, mencionada al
principio, sobre las comparecencias de funcionarios, creo que deberíamos
de constituir a la verdad como un valor de primer orden, y establecer sanciones
para ciertas formas de mentira cuyo efecto en la vida pública tenga
una importancia especial.