Decisiones duras aunque conflictivas, recomienda
Sarukhán: 50 años, plazo para un desarrollo
sustentable de a de veras
Alerta en conferencia acerca de los peligros para el
planeta si no se racionaliza el consumo de recursos naturales
CAROLINA GOMEZ MENA
México aún está distante de lograr
un desarrollo con sustentabilidad de a de veras, consideró José
Sarukhán Kermez, investigador de la UNAM, en la conferencia Ciencia
y Tecnología para el Desarrollo Sustentable que dictó en
El Colegio Nacional.
Hay que atreverse a "tomar decisiones duras, aunque éstas
puedan significar conflicto", recomendó el ex rector universitario;
entre ellas, "proteger a los dueños de los bosques -comuneros y
ejidatarios-, contar con un modelo económico que empiece a tomar
en cuenta los costos ecológicos, generar una legislación
que proteja los derechos de propiedad intelectual sobre los recursos naturales
y crear indicadores básicos que midan el grado de deterioro de los
ecosistemas",
Sarukhán subrayó que el primer requisito
es unificar criterios en torno a lo que se concibe como sustentabilidad
y desarrollo, conceptos que no pueden medirse o expresarse en términos
económicos:
"Desarrollo sustentable no es crecimiento del PIB, no
es un slogan, no es una realidad virtual... Es algo que va más
allá de la economía y de lo social, por lo que debe abordarse
con un enfoque interdisciplinario y con visión de largo plazo",
comentó.
En entrevista posterior, el ex comisionado de desarrollo
social y humano del actual gobierno manifestó que tanto en México
como en el mundo el desarrollo sustentable debe alcanzarse antes de que
se cumpla la mitad de este siglo, porque después será casi
imposible revertir el deterioro ambiental en el planeta.
''Tenemos que tomar la decisión de entrarle (al
desarrollo sustentable), pero también debe ser una cuestión
sinérgica: no sólo los gobiernos tienen que actuar, también
la sociedad, y a ésta hay que transmitirle que muchas actitudes
deben cambiar; ya no podremos desperdiciar, tirar basura o usar el agua
irresponsablemente".
Uno de los principales desafíos -definió-
será reducir la desigualdad en la demanda de recursos, condición
que ayuda a mantener los contrastes sociales, pues mientras en las naciones
pobres "cada niño que nace utilizará durante su vida la energía
equivalente a sólo un kilovatio diario, uno que nace en los países
ricos cada día de su vida tendrá la capacidad de gastar 7.5
kilovatios".
Pero no sólo la demanda de energía es la
que hace mella en el logro de un desarrollo sustentable, también
el consumismo en general.
''La pérdida de recursos se manifiesta, más
que por el tamaño de las poblaciones, por la demanda per cápita'',
alertó Sarukhán, al comentar que un ejemplo del incremento
desmedido de la demanda es Estados Unidos, que "entre 1900 y 1995 incrementó
18 veces su demanda per cápita".
Sin embargo, la solución no está en igualar
las demandas, si no en contenerla, sobre todo en los países en desarrollo,
y disminuirla en las naciones ricas, "porque si quisiéramos que
todos los habitantes del mundo tuvieran un estándar promedio de
nivel de vida (y consumo) similar a las naciones ricas requeriríamos
tres planetas tierra para satisfacer los requerimientos".
Debido a esa tendencia depredatoria del hombre, continuó
el conferenciante, ''hemos transformado casi 50 por ciento de la superficie
terrestre; hemos utilizado más de la mitad del agua dulce, provocado
la fundición de 40 por ciento de los hielos árticos durante
los últimos 30 años, elevando en 0.4 grados centígrados
la temperatura ambiental durante el último siglo, y hemos ocasionadi
la pérdida de la mitad de masa glaciar de los Alpes y que en los
próximos años ocurra lo mismo con la masa glaciar de los
Himalayas".
Algunas medidas que ayudarían a contener este deterioro,
mencionó el académico, sería abandonar prácticas
subsidiarias, fijar metas de cero desperdicio (en Nueva Zelanda hay experiencias
exitosas al respecto) y de elevación del reciclaje, desarrollar
una agricultura sustentable que garantice el mantenimiento de la diversidad
genética, así como limitar el consumo, en especial de combustibles
fósiles.