Luis Javier Garrido
La señora
La desesperación de Vicente Fox por montarse de manera oportunista sobre los éxitos de la selección mexicana de futbol y utilizar a los jugadores de México en su provecho, o las actividades que realiza Marta Sahagún al margen de la legalidad buscando cualquier acto público para promoverse no confunden a nadie ni logran ocultar la corrupción que caracteriza al gobierno actual.
1. Las actividades "oficiales" que la señora pretende desarrollar en el gobierno no sólo son a) injerencias de una esposa entrometida en la administración pública que ridiculizan a su esposo al mostrar su incompetencia para asumir algunas funciones que pretende delegar en su cónyuge sin tener facultad para ello o, lo que es más grave, b) intervenciones de un particular en asuntos públicos, usurpando funciones de Estado que no le corresponden, y que contribuyen al caos administrativo del gobierno, configurando no sólo actos ilícitos susceptibles de sanción penal, sino que constituyen, conforme a múltiples evidencias, algo mucho más grave: c) una cobertura para actividades presuntamente ilícitas que forman parte de un plan transexenal financiado desde el extranjero, que además utiliza recursos públicos, y cuyo objetivo es apoderarse de sectores estratégicos de la economía nacional y mantener el control del aparato estatal en el sexenio 2006-2012, al menos.
2. El aspecto más evidente del activismo de la señora Fox al encabezar actos "públicos" y hacer declaraciones en nombre del gobierno o del Ejecutivo, o llamando a acuerdo a los secretarios de Estado, cada vez más comentado en los medios, no es el más preocupante, aun cuando muestre la incapacidad de Fox para asumir sus funciones y evidencie una falta de respeto de éste por su investidura al aceptar que un miembro de su familia hable por él, pensando acaso que suple sus deficiencias, aunque en realidad ridiculice aún más su administración al aceptar que se le caracterice con un lenguaje de hipocresía seudomoralizante.
3. Las funciones presidenciales no son delegables, como pretende Fox, ni la esposa del Presidente es una alta funcionaria de Estado ni puede tener otras funciones que las estrictamente sociales y protocolarias, salvo en el caso de las inherentes al organismo responsable de atender a la infancia, según han señalado expertas como Sara Sefchovich o Soledad Loaeza, quienes coinciden en subrayar la falta de decoro y de prudencia de la señora Fox para cumplir su papel, pues México no es una de las monarquías absolutistas del siglo XVIII en las que los consortes se asumían con facultades de reinar. Y como lo entienden claramente los asesores de Los Pinos, quienes ya proponen una legislación para darle cobertura a la señora Fox.
4. La sociedad entiende mejor las cosas de lo que suponen los Fox. El acto de protesta de Luis Enrique Flores (estudiante de la UAM), que rompió un diploma por la presencia oportunista de Marta Sahagún en un evento académico en el que por ningún motivo estaba prevista su presencia (La Jornada, 5/06/02), es muy indicativo.
5. El problema con la señora Sahagún no es tan sólo que busque hacerse de una imagen política con los recursos públicos. La pretensión populista de la pareja Fox de querer utilizar la política social del Estado para promover su imagen ante los sectores más desfavorecidos del país e impulsar un proyecto político personal ha fracasado porque los programas neoliberales del gobierno foxista y el desastre de su política económica han traído la negativa de los diputados a dejarle a Fox manos libres para gastar el presupuesto. De ahí que ahora busquen un macrofinanciamiento privado para su proyecto personal que les permita actuar sin control alguno con propósitos de poder.
6. Y ahí aparece un aspecto central del problema: la confusión voluntaria que pretenden hacer los foxistas entre lo público y lo privado, lo que Fox y su esposa han buscado desde hace meses con la fundación Vamos México, creada desde el Estado con afanes personales, y que es a todas luces una iniciativa ilegal que contraviene el marco constitucional, y que los coloca al margen de la ley.
7. La fundación Vamos México es para Marta Sahagún en 2001-2002 lo que los Amigos de Fox fue en 1998-2000 para el entonces candidato: un mecanismo de financiamiento ilegal para un proyecto político encubierto en una apariencia de legalidad, una vía para transgredir la ley y allegarse recursos públicos y privados con fines personales, una pieza clave en la política de tráfico de influencias ofreciendo a grandes intereses trasnacionales recursos básicos del país a cambio de su apoyo financiero inmediato. Pero, sobre todo, una vía para consolidar la presencia en posiciones claves de la economía mexicana de los grupos de la ultraderecha europea a la que está asociado Fox y que lo han financiando.
8. El proyecto de Marta Sahagún incide en las mismas prácticas patrimonialistas del priísmo, pero con mayor cinismo y sin importarle pisotear el marco legal del país. Utiliza todos los recursos del Estado para obtener financiamiento para su fundación, a la que pretende utilizar con propósitos personales, y aun acude a organismos financieros internacionales en nombre del gobierno mexicano (sin representación para ello) para que le financien su juguete (que presenta como público siendo privado), como hizo en abril pasado.
9. El financiamiento ilegal de la campaña foxista evidencia que, de ser cierta la documentación presentada, México está gobernado por individuos carentes de toda autoridad moral, mucho más corruptos que los priístas y vinculados orgánicamente a la extrema derecha europea con sórdidas conexiones en Polonia y el Vaticano. De ahí la protección de Acción Nacional a dos de estos presuntos delincuentes electorales, Ernesto Derbez y Pedro Cerisola, afiliados de urgencia al PAN (10/06/02), que una vez más asume como suyos los actos de corrupción del foxismo.
10. El abuso de poder debe ser sancionado en una democracia, pero aquí no pasa nada, y no se trata sólo del espectáculo deplorable que dan Fox y su esposa, sino que los recursos de la nación se siguen utilizando para fines privados de quienes gobiernan el país.