Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 10 de junio de 2002
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Cultura
REPORTAJE

La tasa cero eliminada se suma a la lista de problemas para su labor

Hay torpeza y desprecio del gobierno a la lectura, acusan editores independientes

La falta de apoyo gubernamental al libro y la lectura afectarán a las firmas más vulnerables. Pequeñas y medianas casas editoras, 300 calcula la Caniem, están en riesgo de desaparecer. Para algunas de ellas, consideradas independientes por su autonomía comercial, las nuevas disposiciones fiscales agravan aún más su compleja situación. Aquí los testimonios de aquellos que continúan en la edición movidos por la pura necedad de ser vehículo cultural.

GUIDO PEÑA Y HECTOR BACA

En medio de un mercado adverso dominado por grandes holdings, la exagerada aparición de novedades, las restringidas redes de distribución, la voracidad de libreros y la evasión del Estado para asumir su responsabilidad de promotor del libro como vehículo cultural, cientos de pequeñas editoriales emprenden una labor de divulgadoras de valores y manifestaciones relegadas de la nueva lógica comercial; "es una forma de guerrilla cultural", dice José María Espinasa, director de Ediciones Sin Nombre, firma con seis años de existencia y 100 títulos en catálogo.

La denominación de editorial independiente se originó precisamente a raíz del fenómeno de concentración y comercialización en el mercado del libro. Las editoriales son independientes, ha definido Jorge Herralde, de Anagrama, porque conservan autonomía en sus decisiones, pero también porque mantienen una vocación cultural frente a la estandarización de la industria. Fundan su labor en la calidad más que en los beneficios comerciales, y le otorgan al libro su doble carácter de bien cultural y mercancía.

RENOIREn México hay cientos de firmas con esa misión, de entre las cuales sobresalen Ediciones Sin Nombre, de Espinasa, y Verdehalago, de Alfredo Herrera. En entrevista, ambos editores coincidieron en que la falta de espacios para la exhibición de sus títulos, el desdén de los medios de comunicación a sus novedades y la falta de programas gubernamentales para la promoción del libro dificultan su labor. Las librerías, dicen, son insuficientes, y las que existen tienen prácticas excluyentes para los pequeños sellos.

Alfredo Herrera, cuya firma tiene 10 años de existencia y 200 libros en catálogo, plantea que los libreros prefieren adquirir títulos de procedencia española, porque sus novedades son más constantes (cientos, en comparación con las 15 o 20 de las editoriales independientes) y tienen más rentabilidad.

José María Espinasa dice: "Uno de los principales problemas que enfrentamos es la exclusión de las librerías y la carencia de espacios suficientes para vender nuestros ejemplares. Incluso en Educal se niegan a exhibir el material de las editoriales independientes y en las grandes librerías nuestros productos son tratados con cierto desdén".

Alfredo Herrera también coincide en que los espacios para venta son insuficientes: "Es una labor titánica colocar mil ejemplares; la crisis del libro también ha afectado a los libreros".

Y así lo confirman datos de la Asociación de Libreros Mexicanos: de 1995 a la fecha han cerrado 200 librerías; actualmente hay 400 distribuidas en todo el país, en gran parte porque el lector ahora prefiere adquirir sus ejemplares en grandes almacenes (93 por ciento).

Las librerías, escribe Gabriel Zaid, nunca han sido gran negocio. "Los libros de texto son de venta estacional, tienen poco margen y tienden a venderse cada vez más en las escuelas. Los best-seller son poquísimos y, aunque sí pueden sostener una editorial, no bastan para sostener a una librería. Lo atractivo de las librerías (su vitalidad) está en el surtido, pero no es posible pagar la renta y los sueldos de un local surtido con libros que no se venden".

El precio único, alternativa

Herrera se pregunta cómo el libro puede llegar a la población de un país donde 40 por ciento percibe menos de un salario mínimo y donde la red de bibliotecas es deficiente. ''Hay una gran pléyade excluida de la lectura, y eso es muy lamentable''.

-¿Considera justo el precio del libro?

-El precio del libro está inflado, porque las librerías se quedan con 50 por ciento del valor. Es necesario establecer un precio único, como varios países europeos, donde el precio de los títulos disminuyó 30 por ciento con esta medida.

El precio único se aplica en seis de las 15 naciones que integran la Unión Europea (Francia, Alemania y España, entre ellas). La norma se basa en dos principios: un mismo título cuesta lo mismo en cualquier punto de venta, sean grandes almacenes de las principales metrópolis o en pequeñas librerías de localidades rurales, y el valor se mantiene inalterable todo el año. Ninguna librería puede ofrecer descuentos mayores a 5 por ciento y la ganancia para el librero está reservada a 30 por ciento.

Los defensores del precio único atribuyen a este sistema el buen estado de salud de la industria editorial francesa, que a diferencia de otras, como la cinematográfica, se sostiene por sí, sin ningún tipo de subsidio estatal. Y mencionan el caso de Reino Unido, donde tras renunciar a esta norma los precios aumentaron 19 por ciento, cifra muy por encima del promedio de inflación.

En el régimen de precios libres, dice la UNESCO, "la ley de la oferta y la demanda repercute inmediatamente en los precios, ya que los editores encarecen el precio de los best-seller para compensar los descuentos que les imponen las grandes superficies. Y la tentación de limitarse a editar productos de venta fácil y rápida es grande, con la consecuente pérdida para la diversidad cultural".

Pero la discusión en México de alternativas como esas se postergará mientras continúen el desprecio y la torpeza de las autoridades, que evaden su responsabilidad de fomentar la lectura, opina Espinasa. "El problema de las editoriales es más grande de lo que se imaginan, y el gobierno, lejos de fomentar, golpea".

Qué sigue, la pregunta de editores

Las modificaciones fiscales a la industria editorial, que incluyen la eliminación de la tasa cero a sus insumos, se publicó unos cuantos días después de que Vicente Fox anunció su programa Hacia un país de lectores. Las disposiciones gubernamentales, dicen los consultados, contradice el objetivo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de impulsar el incremento y mejora de la producción editorial, como indica la Ley de Fomento a la Lectura.

''Los que saben de números -dice José María Espinasa- calculan que el precio del libro subirá, en promedio, 20 por ciento, pero cálculos menos optimistas mencionan hasta 35 por ciento, si se suman los efectos en la cadena productiva, incluidos distribuidores y librerías. En cualquier caso, el efecto será catastrófico; se leerá menos de lo poco que ya se lee, y eso al Estado no le importa.

"Es evidente que con leyes como ésta habrá libros que subsistan en el mercado: aquellos que admiten márgenes de ganancias tan grandes que los impuestos no son demoledores: los libros de escándalo o de coyuntura política, los libros de grandes tirajes, cuyo precio puede absorber el incremento fiscal sin repercutir en el precio, pero es evidente que no es a este tipo de libros a los que nos referimos cuando se dice que hay que proteger la lectura".

Alfredo Herrera interviene: ''Las dificultades en México son las mismas que existen en todo el mundo; sin embargo, la reforma fiscal perjudicó y desincentivó a la industria, pues en lugar de apoyar a los editores redujo a 40 por ciento la exención del consumo de la renta. El IVA se echó para abajo, ¿pero cuánto tiempo tardarán en aplicar esa medida?".

En otros países los libros tienen IVA y no gozan de ninguna exención fiscal, pero el compromiso del gobierno con las editoriales y la promoción de la lectura es superior, lo cual permite consolidarse y gozar de buena salud en las finanzas, continúa el editor de Verdehalago, sello editorial que próximamente lanzará el tercer tomo de las obras completas de Fernando Pessoa.

La diversidad está en riesgo: Verduchi

Enzia Verduchi, de editorial Acrono, dice que la eliminación de la tasa cero se suma a una lista de agravios del gobierno actual contra la lectura, que se inició con el intento de gravar libros con 15 por ciento de IVA.

Señala que en el caso de su sello, este año tenían planeado editar cinco libros; ''si saco tres me daré por bien servida''.

Le preocupa la desaparición de firmas independientes, porque son éstas y no las grandes las que traen voces de otras latitudes o se arriesgan por género considerados de baja venta, como la poesía.

''¿Quién apuesta por los jóvenes?, los editores independientes; ¿por autores no comerciales, pero de calidad?, los editores independientes; ¿por la poesía?, los editores independientes... Hay gran cantidad de manifestaciones que están en riesgo de desaparecer si cierran las editoriales independientes.

-¿De qué manera enfrentará Acrono las nuevas disposiciones fiscales?

-No sé, la verdad es que no lo he pensado. Priva tanto desencanto entre los editores independientes ante la torpeza gubernamental... De entrada, tendremos que participar personalmente en todo el proceso editorial: corregir, formar...

-¿Por qué entonces continuar en la edición? -se le pregunta a José María Espinasa.

-Por necedad, por obstinación, porque finalmente la edición independiente es una especie de guerrilla cultural.

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