martes 4 de junio de 2002
La Jornada de Oriente publicación para Puebla y Tlaxcala México

 
Entrepanes

Hacer la Revolución

n Alejandra Fonseca

La decisión fue unánime: "Apoyamos la moción". Las mujeres y hombres maduros, así como los jóvenes, estaban pendiente de la siguiente propuesta a realizarse. La mujer que comandaba al grupo dijo: "Está bien. Iniciamos el sábado 11 de mayo. Pongamos hora". Los presentes empezaron a comentar sus actividades del día sábado para coincidir con los demás a una hora para la reunión. "¿Cuánto tiempo nos llevará?", la pregunta. "Una hora, oraimedia", la respuesta de la comandanta.
Era un grupo de 45 personas oriundas del pueblo olvidado de la justicia social. La voz se había corrido que: "sólo para mujeres", pero presentes estuvieron varios caballeros, quienes curiosos habían asistido. La cita había sido para las 8 de la noche, pero quien citó no llegó sino hasta las 8 y media de la noche. "Discúlpenme ustedes. Acabo de llegar del monte y se me hizo tarde". Perdón, pero... bueno, ya estamos aquí.
"Los cité a todos los que desearan venir porque el pueblo está mal. ¡Cuántos años y no logramos salir del hoyo! Necesitamos hacer algo y lo primero es unirnos y capacitarnos. La voz se corrió que era 'sólo para mujeresÕ porque se pensó que era una reunión paÕ lo del 'ProgresaÕ, pero no, pueden ustedes traer a quien quieran. Miren, se los voy a decir rapidito: Vamos a empezar a reunirnos cada cuando ustedes puedan, cada semana, 15 días o mes. Ustedes deciden, y las reuniones van a ser para, primero que nada, aprender nuestros derechos y obligaciones. Después, para conocer las leyes más importantes. ¡Lo que necesitamos es preparación y educación! Después, conocer los programas y proyectos de los gobiernos federal, estatal y municipal a los que tenemos derecho y que podamos beneficiarnos de ellos. ¡Este pueblo va a salir adelante sólo si nos organizamos y participamos de una manera ordenada!"
Los ahí presentes asentían con movimientos de cabeza. Parados en la polvorienta y oscura calle se iban arremolinando cada vez más, para verse, escucharse y sentirse mejor y cercas unos de otros.
"A las 7 de la noche está bien" fue la propuesta de una mujer que con rebozo cubría parte de su rostro. Algunas aceptaron con un "sí, está bien a las 7 de la noche." Alguien dijo: "¿No vamos a salir muy tarde, ya a las 8 y media? ¿Por qué no a las 6?" Otra más comentó: "Bueno, por ser la primera reunión podemos hacerla a las 7 para ver cuánto tiempo lleva y si podemos adelantar nuestro quiacer en la casa para, después, que sea a las 6". Todos estuvieron de acuerdo.
"Bueno, entonces ya quedamos: sábado 11 de mayo a las 7 de la noche en punto. Lo único que deben traer es una silla porque no me alcanzan para todos. Esto no les va a costar nada, ni ahora ni después. Gracias por venir, ya es tarde, váyanse a sus casas y nos vemos el próximo sábado 11 a las 7 de la noche. Traigan a quien quiera venir, y no obliguen a nadie, el chiste es que vengan con voluntad de aprender".
La reunión terminó y las personas empezaron a retirarse. Una mujer joven vestida con rebozo, delantal y zapatos de hule, se acercó a la comandanta y le preguntó: "Oiga, ¿también vamos a tratar lo del campo, lo que podemos hacer, los proyectos productivos, y esas cosas? ¡Aquí todos somos campesinos!"
"¡Claro! Vamos a tratar todo lo que ustedes necesiten. Vamos a traer gente que sabe y que pueda explicarles a ustedes, eso que sabe, y que les sea útil. Claro que sí trataremos cosas del campo. Gracias por mencionarlo."
"Oiga, -volvió a decir la campesina, ahora en tono de complicidad- es que estoy emocionada porque nunca pensé que yo estaría en la Revolución..."