Foro organizado por Casa Lamm y La Jornada
Rechazan analistas desalojo de comunidades en Montes
Azules
Responsabilizar a los indígenas de catástrofe
ecológica, coartada que oculta conspiración del imperio:
Armando Bartra
GEORGINA SALDIERNA
Investigadores, analistas y legisladores se manifestaron
en contra del desalojo de las comunidades indígenas que se encuentran
en la reserva de la biosfera de Montes Azules, acusadas por las autoridades
federales de provocar el deterioro ecológico de la región.
Al participar en el foro La reserva de los Montes Azules
en Chiapas, que organizan Casa Lamm y La Jornada, el investigador
Armando Bartra dijo que desde una visión de corto plazo, no se puede
admitir que exista una emergencia ambiental provocada por las comunidades
que viven en la zona núcleo y sus alrededores.
La idea de que los indígenas son los grandes responsables
de una catástrofe ecológica que está sucediendo en
la selva es una coartada que oculta una conspiración del imperio
y de sus agentes para expulsar violentamente a los 30 o 40 pueblos que
se encuentran en la zona y dar paso a las trasnacionales, que se verían
mucho mejor servidas con una selva militarizada y sin comunidades "respondonas
y politizadas" como las que están en el lugar, puntualizó.
Prueba
de que hay una conspiración es la existencia de una estrategia global
que busca apropiarse de todos los recursos biológicos, madereros,
hídricos y tradicionales del llamado corredor biológico mesoamericano
de la selva maya. Otra prueba más es la aparición de actores
que no generan confianza, como el grupo Pulsar, de Alfonso Romo, dueño
de la empresa Savia, principal impulsora mexicana del negocio biotecnológico.
Aunado a ello, se refirió a la presencia en Chiapas
de organizaciones no gubernamentales vinculadas con Estados Unidos, y la
generación de posiciones conservacionistas que creen que eliminando
a las comunidades se preservará la selva.
Puntualizó que las posturas de este conservacionismo
a ultranza, fundamentalista, privatizador y finalmente contrainsurgente,
se expresan en la mesa del medio ambiente que se constituyó hace
más de año y medio en Chiapas, por medio de funcionarios
federales, particularmente de la Procuraduría Federal del Medio
Ambiente. Estos halcones, señaló Bartra, utilizan
el argumento agrario -las amenazas de expulsión de supuestos invasores
en la zona lacandona- y el ecológico.
El investigador dijo que, en una perspectiva de largo
plazo, sí existe una crisis ambiental en la selva Lacandona, resultado
de un ecocidio sistemático de larga duración que en su fase
maderera, chiclera y resinera duró un siglo. Después llegó
otro tipo de impacto ambiental, el de los ganaderos y campesinos que tumbaban
el monte para establecer potreros o milpas.
De acuerdo con Armando Bartra, en los últimos 50
años se ha sacado dos tercios de lo que había en la zona,
y "estoy hablando de la última ofensiva ganadera y maderera y de
la colonización indígena masiva". Sobre la última,
refirió que en cinco décadas el número de habitantes
en la selva creció de 12 mil a 300 mil.
Ante decenas de jóvenes que aplaudieron la liberación
de la estudiante universitaria Ericka Zamora, Armando Bartra refirió
que es necesario parar la conspiración y desbaratar las pretensiones
expulsoras de los halcones federales, pero eso es insuficiente.
También se requiere revertir la crisis ambiental que está
en el fondo del problema. Y para ello se necesita la colaboración
de todos, no únicamente de los indígenas, señaló.
En el foro también participó el diputado
perredista Miguel Bortolini, quien por su lado dijo que el proceso de devastación
ecológica de Montes Azules no está relacionado fundamentalmente
ni únicamente con la existencia de las comunidades indígenas.
Hay una serie de hechos que han permitido una agresión constante
a la selva, como la tala desmedida de los grandes consorcios madereros,
explicó.
Luego de señalar que la zona de Chiapas constituye
un centro de recursos bióticos que son claves para Estados Unidos,
el legislador advirtió que de llevarse a cabo el desalojo de los
indígenas se estaría violentando el artículo 16 del
Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT),
que plantea que "solamente con el consentimiento, dado libre y en pleno
conocimiento de causa, la reubicación de esos pueblos se podrá
efectuar".
Recordó que en la reserva existen bases de apoyo
del EZLN y pueblos que simpatizan con la ARIC Independiente. Realizar un
desalojo violento de esas comunidades sería la gota que derramaría
el vaso. Es indispensable no atizar más el fuego, subrayó.
Refirió que el gobierno del estado de Chiapas,
encabezado por Pablo Salazar, ya declaró que no promoverá
ningún desalojo; una declaración similar, respaldada con
hechos, debe ser realizada por el gobierno federal, demandó.
Para el diputado perredista, una solución política
adecuada y justa al problema de Montes Azules debe considerar dos elementos:
la situación de las comunidades y el mantenimiento de la biosfera,
entendiendo que el origen del conflicto tiene que ver con un cúmulo
de errores registrados en los últimos seis sexenios. No se puede
ni se debe buscar una "solución" por medio del desalojo forzado,
que no solamente violará la ley, sino que significará romper
el delgado hilo del que pende el conflicto armado en Chiapas, puntualizó.
Por su lado Carlos Fazio, analista y articulista de La
Jornada, refirió que los actuales planes de desplazamiento represivo
y violento de las comunidades en resistencia de Montes Azules ?que comenzaron
a ser instrumentados por las agencias gubernamentales en el año
2000, apoyados con argumentaciones legaloides y mucha propaganda? son el
complemento de una política de Estado de muchas aristas, destinada
a erradicar de la geografía chiapaneca la experiencia autonómica
de los municipios zapatistas y el modelo en ciernes alternativo al actual
sistema de dominación.
La escalada empresarial-gubernamental, recubierta ahora
con un celofán conservacionista y de defensa del patrimonio biológico,
es un eslabón más de la sorda guerra de cerco, hostigamiento
y desgaste que dura ya nueve años, ante la indiferencia casi generalizada
de la población mexicana. A ello se suman los intereses económicos
estadunidenses, resaltó.
El último ponente del foro fue el profesor Andrés
Barreda, quien con imágenes de computadora mostró la riqueza
petrolera y de agua que tiene la región. Manifestó además
que existe allí una dinámica de acumulación de capital,
en la que los indígenas se llevan la peor parte.