Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 28 de mayo de 2002
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Política

Alberto Aziz Nassif

Restauración: Ƒa la vuelta de la esquina?

Resulta tan previsible la reciente posición del PRI frente al gobierno foxista, que casi se le hubiera podido poner fecha para que sucediera. Es tan obvia la intención restauradora del tricolor que no se necesita descubrir algo oculto para ver la pretendida ruta de regreso al poder. Hay tan poca innovación en la política priísta que se hubieran podido seleccionar hasta los adjetivos del discurso de Madrazo -abiertamente electoral- desde antes de la reunión del Consejo Político Nacional. Desde hoy y hasta las elecciones intermedias de 2003 veremos un juego de la partidocracia mexicana entre la posibilidad de una restauración priísta y las estrategias del gobierno foxista para, en su mejor escenario, conservar o incrementar ligeramente su posición en la Cámara de Diputados.

En un sistema supuestamente democrático como el que ya existe en México, resulta "normal" que los partidos de oposición vayan a posturas de confrontación en época de elecciones, como podría suceder actualmente con el PRI y el PRD. También resulta explicable que el partido en el gobierno defienda los proyectos en curso y pida de nuevo el apoyo ciudadano para darle continuidad a su gobierno. Sin embargo, en el momento que vive el país las cosas tienen varios matices que impiden una normalidad democrática: en primer lugar, prácticamente desde el inicio de este gobierno no ha existido colaboración sobre los proyectos legislativos, sino una coalición opositora en permanente confrontación; en segundo lugar, la transición mexicana sólo se ha podido concretar en términos de procesos electorales, y si somos muy estrictos, casi se ha reducido al ámbito federal, porque las elecciones locales están frecuentemente amenazadas; en tercer lugar, las reformas institucionales que necesita un cambio de régimen no se han realizado, básicamente porque el actual gobierno es minoritario en el Congreso, y en el improbable supuesto de que ganara la mayoría en 2003, tendrá el mismo Senado hasta el 2006; en cuarto lugar, el desencanto que se vive frente al gobierno foxista hace que la dinámica entre las tendencias democratizadoras y las inercias autoritarias haya caminado en sentido inverso al que tuvieron el primero de diciembre de 2000, por lo cual se han neutralizado las primeras y fortalecido las segundas. Estos cuatro supuestos nos dejan un sistema democrático frágil y vulnerable y, por lo tanto, reversible en sus avances.

Esta posibilidad no es mera especulación. Como sucede con frecuencia las regiones del país muestran adelantos de lo que puede suceder en el escenario nacional. El caso de Chihuahua, que se adelantó en el conflicto por una lucha cívica frente al fraude electoral en 1986, fue después un territorio de alternancia estatal en los años 90, y al mismo tiempo tuvo la experiencia de un gobierno dividido; posteriormente experimentó nueva alternancia y el PRI recuperó el poder. En los casi cuatro años de ese gobierno estatal la restauración ha sido la estrategia permanente: se han restringido las libertades, sobre todo de expresión; se han reactivado las fuerzas corporativas; se regresó a la política del temor y a la persecución de las oposiciones que había en los años 70; la transparencia del gobierno se opacó; se concentraron las decisiones de política pública y volvió a crecer el vínculo perverso entre política y negocios; se han debilitado los espacios de autonomía, organismos electorales y derechos humanos y las elecciones volvieron a ser un terreno de disputa, como acaba de ejemplificar el proceso extraordinario en Ciudad Juárez. En síntesis esa restauración en el estado del norte puede volverse un escenario nacional en el eventual caso de un regreso priísta al poder.

Con este escenario, que en otro momento hubiera sido suficiente para reactivar una amplia alianza cívica y social y sacar de nuevo al PRI del poder, ahora reina un desencanto que no logra entusiasmar a la ciudadanía. No sólo de los errores del gobierno se fortalece la oposición, sino del desafecto ciudadano que se traduce en abstención.

La mezcla de caída de expectativas, bajos resultados, juego de bloqueos en el Congreso, imposibilidad de hacer reformas institucionales, es caldo de cultivo para una posible restauración. Los tiempos políticos han entrado a esta dinámica. Vamos a unas elecciones intermedias cuyos resultados no serán definitivos en la correlación de fuerzas, pero su efecto simbólico gravitará de forma emblemática los últimos tres años del sexenio, que serán los más complicados.

El antídoto a esta mezcla es una combinatoria que incluye una mejoría notable en la economía, resultados evidentes en materia de combate a la corrupción, recuperación de la iniciativa política, un golpe de timón a las inercias del viejo régimen que siguen vigentes en el actual gobierno, en fin, lo que no se ha logrado hacer hasta el momento.

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