Representa un cúmulo de agravios a principios
como educación y alimentación, dice
La globalización carece de legalidad y será
juzgada, afirma el escritor Carlos Fuentes
Ha traído desempleo mayor, servicios sociales
en descenso y pérdida de soberanía, señala
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 27 de mayo. La globalización "será
juzgada", dice Carlos Fuentes, quien encuentra en la contundente realidad
que rige el orbe un cúmulo interminable de agravios a principios
en teoría básicos, como la educación y la alimentación,
sobre todo la de los millones de niños que día a día
sucumben ante la falta de alimentos o de oportunidades. Por eso denuncia
que la actual globalización, tal como está regida por principios
neoliberales, "carece de la legalidad" que permita que la distribución
de la riqueza y del bienestar sea un bien común y no coto privado
de unos cuantos.
Fuentes
sucumbe en su más reciente libro, En esto creo (Seix Barral),
a sus principios éticos, estéticos y políticos. Es
un texto en el que, a modo de diccionario personal, pormenoriza sus obsesiones
más personales, desde las más puramente literarias hasta
las que se refieren a la realidad más actual, esa que refleja permanentemente
"signos alarmantes" de "decadencia". Que son al mismo tiempo las mismas
que preocupan al intelectual mexicano desde que, en sus inicios como escritor,
fijó en su mirada como una asechanza que le pertenecía, porque
México, su país, también sufre, quizá como
ningún otro, de las desigualdades más abrumadoras que provoca
precisamente eso, la llamada globalización.
"La globalización será juzgada. Y el juicio
será adverso si por globalización se entiende desempleo mayor,
servicios sociales en descenso, pérdida de la soberanía,
desintegración del derecho internacional, y un cinismo político
gracias al cual, desaparecidas las banderas democráticas agitadas
contra el comunismo durante la guerra fría por el llamado
mundo libre, éste se congratula de que, en vez de totalitarismos
comunistas o dictaduras castrenses, se instalen capitalismos autoritarios,
eficaces, como en China, que siempre son preferibles -en la actual lógica
global- a neoliberalismos fracasados que en realidad son capitalismos de
compadres, como en Rusia", advirtió Fuentes, quien encuentra en
esta globalización imperante dos realidades que día a día
se distancian: la de los que pueden subirse al tren del bienestar de la
tecnología y la especulación financiera, y los que sencillamente
no pueden, como los cientos de pueblos indígenas que viven aislados
y en función de su cultura y tradiciones desde hace varios siglos.
"Que esta revolución provoca desquiciamientos,
dolor, injusticia, es tan cierto hoy como en el siglo XIX. Que la nueva
economía no va a desaparecer al golpe de manifestaciones de descontento,
también es cierto, como en el siglo XIX... Pero en las calles de
Seattle, de Praga, de Génova, lo que hay es impaciencia, una impaciencia
que poco a poco se convierte en la inteligencia de que la globalización
no debe ser, sin más, satanizada, sino transformada en arma de beneficio
público, de bienestar creciente", dijo el novelista, que ve como
principal escollo de convivencia social de cara al presente siglo la avasallante
llegada de migrantes de países carcomidos por la miseria y los conflictos
internos.
"Desde esta nuestra América Latina, desde estas
tierras feraces, bellas, dolientes, pisoteadas y acribilladas por sí
mismas y por quienes codician, yo no lo sé, si su pobreza o su belleza,
pedimos hoy, simplemente, globalizar no sólo el hecho, sino el derecho,
elevar a derecho el comercio y la salud, la educación y el medio
ambiente, el trabajo y la seguridad. Que el Norte, en su propio beneficio,
sepa, en la era global, distribuir beneficios y reducir cargas. Que el
Sur, en vez de reiterar una y otra vez su cuaderno de quejas, su cahier
de doléances, sepa limpiar primero su propia casa, no exigirle
al mundo lo que antes no nos demos nosotros mismos: la soberanía
de la libertad interna, la democracia y los derechos humanos, la respetabilidad
de la justicia que destierra la corrupción, la impunidad y la cultura
de la ilegalidad en nuestro propio suelo", afirma en su libro el autor
de Aura y La muerte de Artemio Cruz.
México, por la cultura de la legalidad
En cuanto a México, el novelista se mostró
convencido de que la acción más apremiante es fomentar y
desarrollar una "cultura de la legalidad" que haga de la democracia no
sólo un acto festivo cada seis años, sino una forma de vida
en la que se incentiven la queja, la responsabilidad y la exigencia al
poder de un ejercicio pulcro de sus acciones.
Carlos Fuentes no es excesivamente optimista en cuanto
al futuro inmediato de México:
"País inconcluso, México, paciente y sereno,
esconde sin embargo la rabia de una esperanza demasiadas veces frustrada.
Este es un país que ha esperado durante siglos, soñando,
el tiempo de su historia. Su mueca y su sonrisa se han vuelto inseparables.
México es tierna fortaleza, cruel compasión, amistad mortal,
vida instantánea. Todos sus tiempos son uno, el pasado ahorita,
y el futuro ahorita, el presente ahorita. Ni nostalgia, ni desidia, ni
ilusión, ni fatalidad. Pueblo de todas las historias, México
sólo reclama con fuerza, con ternura, con crueldad, con compasión,
con fraternidad, con vida y con muerte, que todo suceda, de una santa vez,
hoy, ya ese ya que es a la vez suspiro, exclamación, lápida
y convocación: ya me vine. Ya estuvo suave. Ya se murió.
Ya nos juntamos. Mi historia, ni ayer ni mañana, quiero que hoy
sea mi eterno tiempo, hoy quiero el amor, el paraíso y el infierno,
la vida y la muerte, hoy, ni un solo disfraz más, acéptenme
como soy, inseparable nuestra herida de nuestra cicatriz, tu llanto de
tu risa, mi flor de mi cuchillo. Nadie ha esperado tanto, nadie ha combatido
tanto contra la fatalidad, la pasividad, la ignorancia que otros han invocado
para condenarle como este pueblo de sobrevivientes, pues hace tiempo debió
haber muerto de las causas naturales de la injusticia, la mentira y el
desprecio que sus opresores han acumulado sobre el cuerpo llagado de México",
advierte Fuentes en su En esto creo.
En cuanto a la futura concertación del presidente
de México, Vicente Fox, con el otrora partido hegemónico,
el PRI, Fuentes advirtió que "la política es transa pero
en el buen sentido, no en el peyorativo que le damos en México,
porque la transa es negociación y en política la negociación
es indispensable. De esta manera, el presidente Fox va a tener que negociar
con la oposición del PRD y del PRI para ver si algún día
pasan sus leyes, aunque hasta ahora no han pasado. En México venimos
de una tradición autoritaria, la democracia ha sido excepcional,
solamente se ha dado en dos ocasiones en la historia moderna de México:
con Francisco I. Madero y luego con el presidente Vicente Fox. De manera
que estamos aprendiendo a caminar con muchos tropezones, pero sea cual
sea el gobierno de México el gran problema que tenemos es que no
hemos creado una cultura de la legalidad, que vivimos, todavía,
en una cultura de la ilegalidad".