Critica el mandatario estadunidense la cooperación
energética de Rusia con Irán
Firman Bush y Putin un tratado de desarme nuclear imaginario
Esta modalidad estrenada en Moscú permite almacenar
los armamentos que se debían destruir
Es un día histórico y esperanzador, aseguró
el presidente de EU mientras masticaba un chicle
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 24 de mayo. Con toda la parafernalia de
los actos que se pretenden históricos, los presidentes Vladimir
Putin y George W. Bush, de Rusia y Estados Unidos, respectivamente, inauguraron
aquí este viernes una forma inédita de desarme nuclear: el
imaginario.
Esta modalidad de desarme que parece y no es, desconocida
hasta hoy, permite almacenar los armamentos que se supone deberían
ser destruidos.
El Tratado sobre Reducciones Estratégicas Ofensivas
(SORT, por las siglas en su versión en inglés), que firmaron
los mandatarios en la sala San Andrés del Kremlin, contiene sólo
el vago compromiso de que, hacia el 31 de diciembre de 2012, Rusia disponga
de mil 700 ojivas en activo y Estados Unidos 2 mil 200.
De acuerdo con datos oficiales de finales del año
pasado, Rusia contaba con 5 mil 518 ojivas y mil 136 portadores, mientras
Estados Unidos tenía 5 mil 948 ojivas y mil 237 portadores.
Voceros de ambos gobiernos no se cansan de repetir que
Rusia y Estados Unidos acordaron reducir en dos tercios sus arsenales estratégicos,
lo cual no se corresponde con la realidad, pues no es obligatorio destruir
las cabezas nucleares que rebasan los parámetros fi-jados para armamentos
en activo, dentro de 10 años.
Cada parte determinará por sí misma la composición
y estructura de su armamento estratégico ofensivo y, quizás
debido a ello, se consideró innecesario establecer especificaciones
técnicas, me-todología para contar las ojivas, procedimientos
de verificación y calendario de desmontaje.
Por lo demás, tomando en cuenta que el tratado
START-1, por ejemplo, ocupa más de 500 páginas, in-cluidos
sus numerosos anexos, hu-biera sido difícil hacer algo semejante
en las tres hojitas del nuevo documento de rimbombante nombre, diferente
por cierto en su versión en ruso, que incorpora un elemento que
no añade claridad (Tratado sobre Reducción de Potenciales
Estratégicos Ofensivos).
El Kremlin, desfavorecido
En
la práctica, y en el supuesto de que el tratado sea ratificado pronto
por las instancias parlamentarias correspondientes, a partir de 2012 Estados
Unidos podrá disponer del mismo número de ojivas que tiene
ahora, mientras Rusia tendrá incluso menos cabezas nucleares que
el techo permitido para ella, por falta de recursos para renovar los portadores
(misiles, bombarderos y submarinos).
Sin embargo, para el presidente Putin, el acuerdo confirma
la decisión de Rusia y Estados de "reducir nuestros arsenales estratégicos",
por cuanto "hablamos un mismo lenguaje y enfrentamos juntos de-safíos
y amenazas globales".
Su colega estadunidense, impresionado con la belleza de
la sala del Kremlin que sirvió de sede del trono de los zares durante
el imperio ruso, al punto que siguió masticando un chicle, dijo
que éste "es un día histórico y esperanzador para
Rusia y Estados Unidos, y también para el mundo entero".
Con visión de futuro, explicó así
porqué su país no va a destruir las ojivas que serán
desmontadas: "Es cierto que los amigos no necesitan armas para apuntarse,
pero quién sabe qué va a pasar dentro de 10 años o
qué dirán los futuros presidentes", señaló
Bush.
Por más bondades que traten de encontrarle los
protagonista al do-cumento firmado aquí, es inevitable la impresión
de que la firma de un tratado tan vacío de contenido sólo
tuvo como propósito apuntalar a Vladimir Putin, cuya política
pro estadunidense, por no decir abiertas concesiones, comienza a ser cada
vez más cuestionada al interior de Rusia.
De una forma o de otra, con la pomposa ceremonia de firma
del tratado culminó la parte oficial de la cumbre de Moscú,
a la cual los mandatarios dedicaron poco más de tres horas de pláticas
a solas y con sus respectivos equipos.
En tan breve lapso, Putin y Bush afinaron los detalles
de la declaración conjunta, que también suscribieron, sobre
las "nuevas relaciones estratégicas" entre Rusia y Estados Unidos,
la cual en la realidad no deja de ser un catálogo de buenas intenciones.
Estos son algunos ejemplos:
"Rusia y Estados Unidos intensificarán sus esfuerzos
para en-frentar los nuevos desafíos globales del siglo XXI, incluidas
las amenazas del terrorismo internacional y de la proliferación
de ar-mas de destrucción masiva", sub-raya la declaración.
Recalca asimismo que el entorno de seguridad "es hoy completamente
diferente al que existía durante la guerra fría",
y, por ello, decidieron fortalecer la confianza y aumentar la transparencia
en materia de defensa antimisiles.
Asegura que Rusia y los países miembros de la Organización
del Tratado del Atlántico del Norte son aliados en el combate al
terrorismo, la inestabilidad regional y otras amenazas.
En el ámbito económico, Estados Unidos apoya
el ingreso de Rusia a la Organización Mundial de Comercio, "en los
periodos establecidos".
De igual forma, pero sin mediar firma, se emitieron cuatro
declaraciones más que recogen temas prioritarios de la agenda bilateral:
lucha contra el terrorismo, cooperación en materia de energéticos,
Medio Oriente y contactos entre los dos pueblos.
Obviados, los asuntos espinosos
El anfitrión y su invitado, en una conferencia
de prensa que se limitó a cuatro preguntas, de dos me-dios de comunicación
por cada país, se esforzaron en no sacar a relucir sus discrepancias.
Acaso sólo las críticas de Bush a la cooperación
de Rusia con Irán en materia de energéticos provocó
cierta irritación en Putin, quien reviró que Estados Unidos
asumió el compromiso de construir una planta nuclear de las mismas
ca-racterísticas en Corea del Norte, y no pasa nada.
También dijo que, al hablar de proliferación
de sistemas de exterminio masivo, a Rusia le preocupan los programas de
misiles que desarrolla Taiwán, y remató con palabras que
hicieron poca gracia a Bush: "Rusia está dispuesta a en-tregar a
nuestros socios estadunidenses información que demuestra que los
programas de misiles nucleares de Irán y otros países en
gran parte se basan en tecnologías de empresas occidentales".
Hasta el domingo, en la parte privada de la visita, los
mandatarios tendrán suficiente tiempo para hablar en corto de los
asuntos espinosos, que no son pocos.