Javier Oliva Posadas
La formulación de la agenda nacional
Para distinguir entre lo circunstancial y el proyecto, es muy importante conocer los objetivos centrales de la acción de gobierno, así como la prioridad establecida para alcanzar cada uno de ellos. En otras palabras, habrá uno que, en definitiva, sea el más relevante y que por lo tanto, de una u otra forma, los demás quedarán supeditados en sus requerimientos, recursos y aplicación.
Por ejemplo, el objetivo central de Vladimir Putin para Rusia, de acuerdo con lo visto en la reunión con la OTAN y Estados Unidos, celebrada en Reikiavik, Islandia (La Jornada, 14/05/02), es mantener la capacidad militar e influencia en las áreas geopolíticas que son de su interés. Así también, para Estados Unidos la formulación de medidas para erradicar la posibilidad de atentados terroristas en su territorio continental es el punto uno y fundamental. Asimismo el establecimiento de prioridades en la agenda lo encontramos en el caso de cada uno de los países que integran la Unión Europea (seguridad social, reforma jurídica, controles a la migración, siempre dependiendo del caso).
Sin embargo, en la historia reciente de Latinoamérica, y de México en particular, la marcada ausencia de prioridades o su constante ajuste e incluso sustitución de un momento a otro, así como la aplicación de ingentes recursos que no logran influir en las áreas señaladas, provoca, además de la pérdida de insumos, el derroche del principal eje en el quehacer político y de gobierno: el tiempo. Puede afirmarse que cada nación tiene una misión específica hacia su interior y hacia el concierto internacional. Ese papel se debe o se ve reforzado por la construcción de políticas públicas, planes de gobierno, marco legal y, principalmente, por instituciones encargadas de cumplir esa misión.
Si el gobierno del presidente Vicente Fox, supongamos, tiene como prioridad y principal misión la modificación constitucional para la inversión extranjera en la generación, distribución, administración y venta de energía eléctrica, las medidas encaminadas para lograrlo están equivocadas, además de ser erráticas. La formulación de la agenda nacional resulta indispensable para detectar en cuáles temas y por qué existirán cierto tipo de aliados y rivales, pues precisamente en función de la referida agenda se articularán una serie de medidas para alcanzar el objetivo. Nunca puede haber dos prioridades de idéntico nivel de interés, ya que al no haber discernimiento tampoco hay precisión y lo que aflora es confusión e improvisación.
Por eso resulta preocupante que poco antes de terminar el primer tercio del sexenio, aún no aparezca con toda precisión cuáles son, por qué y cómo habrán de establecerse los objetivos y misión del gobierno de Fox Quesada. El desperdicio del tiempo, más temprano que tarde, habrá de ejercer una formidable presión para lograr las expectativas ofrecidas, ya no se diga de la campaña por la Presidencia de la República, sino por la esperanza de ánimo y renovación que cualquier gobierno tiene al iniciar sus actividades.
Pero vayamos a lo cotidiano. Si para discutir, analizar y llegar a acuerdos en nuestros ámbitos inmediatos es indispensable tener en mente el objetivo a alcanzar, en qué estamos dispuestos a conceder y, por último, con toda precisión, cuál es el fin de la deliberación. Ahora, en una tarea más compleja, como es el acto de gobernar, pues lógicamente el establecimiento de prioridades, de la misión y la forma de conquistarla simplemente se torna indispensable. En parte, sólo en parte, puede deberse a ello el notable desorden que prevalece en la discusión política, sea en foros o medios de comunicación: ƑPor dónde empezar? ƑPor Cuba? ƑPor la relación con Estados Unidos? ƑTal vez por la política social y la atención a la pobreza (sin prendas de mezclilla)? ƑO quizá por la formulación de medidas para la inversión privada en el sector energético?
Si se está de acuerdo en que el éxito es ordenado, basado en acciones secuenciales, el ejercicio de gobierno demanda precisión y claridad en los objetivos. Allí es de donde puede iniciarse una discusión articulada, que principalmente ofrezca al país certeza en los métodos y precisión en la misión.
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