La Jornada Semanal, 19 de mayo del 2002                           376
(h)ojeadas
EL ESCRUPULOSO ESCRUTINIO

ENRIQUE HÉCTOR GONZÁLEZ

Guillermo Sheridan,
Un corazón adicto. Vida de Ramón López Velarde y otros ensayos afines,
Tusquets,
México, 2002.
Entre los diversos grados de pertenencia y pertinencia de la palabra poética; entre la mexicanidad y la indispensabilidad de la poesía de López Velarde; entre la hagiografía y la teratología que se han desarrollado alrededor de su figura –acaso más que de su obra– hay apenas una letra, una actitud o un enfoque discernibles. Evadir la cuota de devoción con que se suele asumir la empresa de cualquiera de estas posiciones polarizantes es uno entre los no escasos méritos del trabajo que Guillermo Sheridan resucita de los escombros de sus archivos para ordenarlo en forma de libro liminar sobre el poeta zacatecano.

La resurrección, en primer lugar, tiene la virtud de no obedecer a un onomástico encomiable o a efemérides necrofílicas –tan frecuentes en estos tiempos de oportunismo editorial. Nacido en 1888 y muerto en 1921, el poeta no es protagonista de este libro por razones conmemorativas. En segundo término, hay que decir que tampoco se trata del remake de un original vetusto o de escasa vigencia dado que, como el autor asienta en la "Advertencia" de la página siete (hay otra advertencia, sin mayor adjetivo, diez páginas después), recoge "en este volumen una serie de ensayos" escritos "entre 1988 y 1994". La aclaración resulta menos relevante en su precisión cronológica que por la naturaleza misma de la recolección, que se presume desinteresada de "información biográfica o crítica aparecida después de su redacción original", lo que en absoluto podría calificar como descuido o negligencia si no fuera porque estos últimos sí se advierten en el proceso editorial del volumen, abrumado por ciertos deslices y equivocaciones a los que el libro se sobrepone gracias a su buena factura estilística y a la documentada inteligencia del autor.

Dicho de otro modo, las impertinencias que señalaré en las próximas líneas sólo pretenden destacar, por contraste y aunque resulte paradójico, las bondades del libro, así como la removible arenisca que apenas ensucia los vértices de una piedra en modo alguno demerita su valor. Las subrayo no sólo por tratarse de un acto de responsabilidad natural del oficio sino porque, una vez mencionadas, sería del todo impropio, para decirlo cervantinamente, pasar en silencio tales "deslices" sin ejemplificar así sea sólo algunos de los que travesean por allí. (Apelo a la libertad natural del lector enemigo de la pedantesca minucia beligerante: puede considerar prescindibles los cuatro largos párrafos que siguen.)

El tono de la segunda advertencia del volumen traduce mal lo que el lector va a encontrarse en las casi cuatrocientas páginas siguientes, que no es sino el trabajo doblemente virtuoso a que nos tiene acostumbrados cualquier ensayo de Guillermo Sheridan, donde minuciosa erudición y general regocijo de la escritura se corresponden con una precisión envidiable. Desde sus antiquísimas reseñas teatrales en el Sábado de Benítez hasta las últimas consecuencias de su chocarrería quevedesca a propósito de la mejor de las causas o la peor de las declaraciones de nuestra vida política, el autor manifiesta tan temible dominio sobre los asuntos de su incumbencia que la alusión a Quevedo, en efecto, no ha de leerse como producto de una elogiosa distracción sino a modo de reconocimiento insoslayable de una escritura donde sabiduría y sentido del humor se fusionan hasta el postrero parosismo, como escribió alguna vez el autor de los Sueños. Se antoja, entonces, sumamente modesta la declaración de principios de tan vasta tarea, tarareada en estos términos: "Confío, acaso, en haber aportado algunos datos y verdades útiles para el pacto de malentendidos y sobreentendidos que nos llevan a buscar, en una vida que no es la nuestra, algo que satisfaga una carencia de la que sí lo es", como si la prisa primordial de esta prosa de investigación fuera sólo la de satisfacer una carencia personal, privación sobre la que nada se nos aclara porque quizá daría lugar a otra vida, la de Guillermo Sheridan, contada por otro ensayista en una cadena de complicidades que desborda toda conjetura.

Si semejante reticencia se aviene mal, afortunadamente, con la profusa emancipación metodológica que ilumina el libro –que lo mismo ficcionaliza las cordiales adicciones de López Velarde que ironiza con sus contertulios, cifra puntualmente su correspondencia, polemiza sobre su muerte y destaca líneas de investigación futura con una generosidad que sólo puede ser producto de la riqueza del trabajo crítico y bibliohemerográfico emprendido–, se lleva aún peor con erratas tan frecuentes y propositivas como las que demacran (o quizá vuelven resplandecientemente propicios) algunos pasajes de la vida –que no biografía– de López Velarde, como desde el principio llama el autor a su oferta de lectura. Tratándose de un libro de Sheridan, no puede sino sospecharse la presencia de una trampa humorística en el doble gazapo agazapado en esta perla de la reconstrucción metafórica en la que, hablando de los amores contrariados y los "retornos maléficos" de López Velarde, se cuela en la crónica: "Resumió que María se negaba a esperarlo si se iba a México. En la negociación salió que estaba enterrada de lo que había pasado con Teresa Toranzo en Venado, de su interés por una Genoveva Barrera que tocaba el plano mientras él escuchaba en la esquina" (p. 105). El reproche por lo que Genoveva tocaba resultaría doblemente lúdico si proviniera de la suspicacia supranatural de una novia muy bien "enterrada", pero no se trata de un alarde de ilusionismo sheridaniano sino sólo de un inteligente error mecanográfico.

A este tipo de descuidos –no todos así de efervescentes– me refería cuando, líneas arriba, reparaba en la engañosa escrupulosidad editorial que se permite, varias veces, subrayados insumisos –"La sangre devota, y caminó de regreso..." (p. 107); "...cogió el manuscrito de La sangre devota y subió al tren" (p. 88)– lo mismo que sustantivaciones súbitas: "la constante temática del encendido ejercicio antiindustrialismo" (p. 267). Quizá un tanto más medulares que estos yerros de galera –atribuibles a navegantes poco avisados en el mar de la transcripción y en absoluto al autor, que jamás escribiría "modemizante" (p. 290) para hablar de la ciudad modernizada en los versos velardianos– sean otros similares que inventan, a partir del defectuoso desciframiento de un apellido manuscrito, nuevos críticos de la literatura mexicana, como el autor de Ruptura y continuidad que registra la bibliografía, un tal "Luis Mario Schricider", en la página 383.

En fin, que no se trata de enlistar barbaridades en demérito de nadie sino de denunciar la inusitada frecuencia con que aparecen en un texto cuya limpieza académica no corre a parejas con la pulcritud editorial esperable de una empresa y un autor de tan acabada asepsia estilística, que si bien debió asumir con mayor rigor el escrutinio de lo que daba a la imprenta, tampoco es el único responsable de que uno de sus "ensayos afines" de más exquisita lectura –y el más largo de todos ellos–, "Pórtico: La poesía de Ramón López Velarde" (p. 191-250), no aparezca, como todos los demás, inventariado en el índice.

Si el amor es un "descuido que nos da cuidado" en el soneto quevediano que intenta definirlo, el que en verdad nos procura el libro de Sheridan, amoroso cuidado por la obra de un poeta singular, es el interregno donde la escritura del creador no se distancia sino se confunde con la del crítico. Una enseñanza inapreciable de la obra de Roland Barthes –y, en nuestro medio, del trabajo filológico de Antonio Alatorre– es la de acercar de tal manera el espejo de la obra y el de su exégesis que la imagen resultante sea naturalmente bicéfala, y uno no sepa entonces si se ha guarecido en Barthes para leer a Proust o si ha prostituido fructíferamente los versos de Sor Juana, desentendiéndose de ellos un tanto, sólo para acceder a las sabrosas anotaciones de Alatorre. El caso de Sheridan y López Velarde es similar. El texto era de sobra conocido, pues el autor ya había publicado la vida del poeta unos años atrás, pero el ejercicio de intromisión que se permite el crítico, y cuyo clímax corresponde al capítulo de su aproximación vital intitulado "Un corazón de niebla y teología (1914-1921)", sigue siendo plenamente disfrutable y marca ya sin duda una de las más graciosas heterodoxias que la crítica (mexicana) ha cometido con la creación, si es que estas palabras quieren decir algo luego de lo que Barthes, Alatorre, Sheridan y algunos otros subvertidores de esta anquilosada relación han hecho al revivirla de las catacumbas de la devoción altanera o del análisis ininteligible de metodólogos y hermeneutas.

Sheridan descubre y repara la sustancia esencial que alienta en el ánimo de toda aproximación a la literatura; la deja viva: no la desnuca a partir de mentirosos aparatos críticos sino la desnuda a su sabor. Su escritura es un hilo que se desliza entre las cuentas de los poemas de López Velarde; el repaso conjetural de la vida del poeta es una búsqueda de las imágenes y las violentas analogías que luego nutrirán la obra, como quien reconstruye un pasado neblinoso a partir de un presente dibujado en palabras de silenciosa nitidez. Su lectura, sin explicitarlo a partir de demostraciones monstruosamente inoperantes (como las de esa academia sumergida en celos terminológicos y estereotipos estériles) sino a lomos de la sabia cabalgadura de la intuición, reconoce la medrosa métrica y los supersticiosos malabarismos del poeta, las tortuosidades de sus versos tautológicos (ese "amor amoroso de las parejas pares") y hasta la presunción de la sífilis como materia estilística, para regalar al lector tan provechosa variedad de herramientas que aun los datos más elementales (¿sabía usted que López Velarde fue traducido alguna vez por Samuel Beckett?) perfilan la función esencial de un ensayo, que no es sino la de prevenirnos acerca de un particularmente escrupuloso escrutinio de la realidad que constituye, al mismo tiempo, una vida y una escritura •



FICHERO
LOS LIBROS QUE LLEGAN A NUESTRA REDACCION
ANTROPOLOGÍA
• Antropología y complejidad, Rafael Pérez-Taylor (compilador), Col. Antropología, Gedisa Editorial, Barcelona, España, 2002, 190 pp.
• Una tierra para sembrar sueños. Historia reciente de la selva lacandona, 1950-2000, Jan De Vos, Col. Historia, Ciesas/Fondo de Cultura Económica, México, 2002, 505 pp.

ECONOMÍA
• Tiempo y devenir en la historia económica de México, Francisco J. Rodríguez Garza y Santiago Ávila Sandoval (coordinadores), Serie Economía, UAM, México, 2002, 455 pp.

EDUCACIÓN
• Lecturas para maestros, Gilberto Guevara Niebla, Editorial Cal y Arena, México, 2002, 335 pp.

ENSAYO
• Bazar de asombrosII, Hugo Gutiérrez Vega, prólogo de Luis Tovar, Editorial Aldus, México, 2002, 486 pp.
• Controversias sobre el aborto, Margarita M. Valdés (compiladora), Col. Obras de filosofía, unam/Fondo de Cultura Económica, México, 2001, 284 pp.
• El perfume o el miasma. El olfato y lo imaginario social. Siglos XVIII y XIX, Alain Corbin, traducción de Carlota Vallée Lazo, Col. Obras de historia, Fondo de Cultura Económica, México, 2002, 252 pp.
• Juárez antes de ser presidente. Complemento a la vida política del gran ciudadano, Adalberto Carriedo, SEP/Conacyt/Sibej/ito/Plaza y Valdés Editores, 168 pp.

ENSAYO (SOCIOLÓGICO)
• Municiones para disidentes. Realidad-verdad-política, Tomás Ibáñez, Col. Sociología/Filosofía, Gedisa Editorial, Barcelona, España, 2001, 270 pp.

ENSAYO (LINGÜÍSTICO)
• El nombre propio: su escritura y significado a través de la historia en diferentes culturas, Anne-Marie Christin (compiladora), traducción de Nilda Finetti, Col. Lea (lenguaje-escritura-alfabetización), Gedisa Editorial, Barcelona, España, 2001, 314 pp.

FILOSOFÍA
• Breve tratado de ontología transitoria, Alain Badiou, traducción de Tomás Fernández Aúz y Beatriz Eguibar, Col. Filosofía, Gedisa Editorial, Barcelona, España, 2002, 173 pp.
• Cuando la realidad rompe a hablar. Conjeturas y cavilaciones de un filósofo, Manuel Cruz, Col. Libertad y cambio, Gedisa Editorial, Barcelona, España,
2001, 237 pp.
• El discurso de la espiritualidad dirigida, María Dolores Bravo Arriaga, Serie Estudios de cultura literaria novohispana, 16, unam, México, 2001, 248 pp.

HISTORIA
• Un estudio crítico de la historia, Helio Jaguaribe, tomo II, traducción de Carlos Ávila Flores, Graciela Noemí Bayúgar Faigenbaum y Ana Pulido Rull, Sección de Obras de Historia, Fondo de Cultura Económica, México, 2002, 798 pp.

NARRATIVA
• El agua grande, Hugo Hiriart, Col. Andanzas, Tusquets Editores, México, 2002, 138 pp.

REVISTAS
• Casa del Tiempo, núm. 40, mayo de 2002, vol. IV, época III, textos de Ricardo Garibay, Luisa Martínez Leal, Francisco Piñón Gaytán, entre otros, UAM, México, 80 pp.
• Escritos, núm. 23, enero-junio de 2001, textos de Catalina Gaspar, Gloria Torres, Humberto Guerra, entre otros, Universidad Autónoma de Puebla, México, 228 pp.
• La Experiencia Literaria, núm. 10, diciembre de 2001, textos de Evodio Escalante, Tania Jiménez, Ximena Sánchez, entre otros, UNAM, México, 221 pp.
•La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, núm. 377, mayo de 2002, textos de Javier Sicilia, Carlos Pellicer López, Ramón Xirau, entre otros, Fondo de Cultura Económica, México, 32 pp.
• Revista de Literaturas Populares, núm. 2, julio-diciembre de 2001, año 1, textos de Mariana Masera, Enrique Flores, Raúl Eduardo González, entre otros, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, México, 197 pp.