Inundó de sonidos jamaiquinos el Salón
21
Con espectáculo austero, Shaggy logró
seducir a cientos de jóvenes
GABRIEL LEON ZARAGOZA
La diversión y el baile, sin rebuscamiento ideológico
ni místico del rastafarismo isleño, sedujeron a los cientos
de jóvenes que ovacionaron a más no poder al nuevo propulsor
del raggamuffin jamaiquino, Shaggy, quien en su presentación de
menos de dos horas complació a los asistentes con los éxitos
musicales que le han identificado como neovalor de la letra sencilla y
música pegajosa.
Orville
Richard Burell, nombre real de Shaggy, presentó un espectáculo
austero que en contadas ocasiones se hizo acompañar de un ballet
de cuatro bellezas de ébano, quienes entre los varones compensaron
el cuadro visual que se presentó en el Salón 21, la noche
del viernes.
El cántico ardiente y baile candente, impregnado
de leve erotismo, hicieron que niños con peinados bien acomodaditos
y pelo relamido y chicas versace acudieran a la cita convocados
por sus estaciones light del dial.
El kingstiano Shaggy, neo impulsor del mento y el ryhtm
and blues (que dieron origen al ritmo reggae durante la década de
los 40), desde su primera interpretación captó la vibra juvenil
que impregnó el ambiente, por lo que logró interactuar perfectamente
con sus seguidores.
Las frases de exaltación del jamaiquino hacia los
mexicanos no dejaron de fluir desde el primer momento de la presentación
y los constantes pedidos que hizo para que el público se tornara
en un gigantesco scream lograron su objetivo: prender a los poperos
del ragga.
A partir de que concluyó el cover de Oh
Carolina, que fue el tercer o cuarto track interpretado, los
ritmos tradicionales de Jamaica empezaron a fluir.
El espíritu cadencioso de la isla tomó su
cuerpo entre los asistentes, quienes no perdieron la oportunidad de demostrar
sus dotes gesticulativas y de meneo con Boombastic e In the summertime,
entre otras clásicas del ganador del premio Grammy.