Carlos Bonfil
Segundo siglo
On the road. En los inicios del segundo siglo del cinematógrafo, Ƒqué mejor homenaje al arte supremo del movimiento que el itinerario alucinado que propone hoy Jorge Bolado? Su primer largometraje, Segundo siglo, no remite en efecto a nada de lo antes visto en el cine mexicano. No es una comedia light ni tampoco un melodrama, no habla de la crisis de la pareja ni se interesa en auscultar con solemnidad y detenimiento el drama de la identidad nacional. No es reflejo de realidad alguna, no se inscribe en ningún género conocido o respetable, y su narración (por llamarle de algún modo) es una reunión de voces femeninas, tres, para ser exactos, que son infancia, plenitud y madurez, y que alternadamente describen y comentan los pormenores de un viaje. En lo que semeja un estupendo happening nómada, un reducido equipo de cine, recorre Escocia, Nueva York, Londres e Irlanda, Taxco y Pachuca, con una figura central, el actor Martin Lasalle (Pickpocket, Bresson, 1962), un director medio ciego (el propio Bolado) y un camarógrafo siempre escamoteado, Lorenzo Hagerman; aparecen también un divertido francés, Philippe de Saint Phalle, y el fotógrafo y cineasta de origen suizo, Robert Frank, autor del libro de fotografías The americans, crónica de los años sesenta, y del manifiesto fílmico de la generación beat, Pull my daisy, de 1959, así como de Candy Mountain, de 1987, un anti-road movie, donde un personaje atraviesa las praderas canadienses hasta culminar en Nueva Escocia en busca de un fabricante de guitarras acústicas. A la travesía de Frank doce años antes, responde a finales de siglo la peregrinación del propio Bolado -espejo magnificador, kaleidoscopio hilarante. Celebración de cien años de cine, vigorosa aseveración también de que el cine en su segundo siglo será algo distinto, algo nunca visto, o se condenará a repetir sus fórmulas fatigosamente. Por lo pronto, y en espera de definiciones menos apocalípticas, el primer cine de Bolado es, entre muchas otras cosas, el tributo al cine de Robert Frank, a la inspiración beat de Jack Kerouac, al director Bresson y a su actor Lasalle, a los poetas Rimbaud, Eliot, Ginsberg. y Supervielle, e incluso a los Beatles en la boladísima imagen de Abbey road; es también, reiteradamente, un elogio del desplazamiento y del credo libertario, una muestra del antisolemne desarraigo cultural que por fin se atreve a decir su nombre en la república chovinista. A la pregunta obligada, ƑPor qué eligió filmar en otros países y no sólo en México?, el director responde con otra interrogación, ƑPor qué nadie le formula una pregunta semejante a directores extranjeros?
Segundo siglo ofrece una extensa variedad de posibilidades lúdicas sobre el nomadismo mencionado, la creación artística, los lazos familiares, la tradición de la ruptura, el apego a lo efímero, y el placer de filmar caótica y ordenadamente, en formato de 16, 35 o súper 8, según la disciplina del capricho. Un juego de oca en celuloide, un menú interactivo con opción poesía, flecha hacia el azar, y punto de llegada totalmente incierto. Oprima el icono Godard y dé inicio al juego lingüístico que muerde las imágenes. El resultado es, previsiblemente, inclasificable, y su futuro en cartelera más incierto aún que los mismos climas de Escocia. Si un documental como Gabriel Orozco, de Juan Carlos Martín, desconcierta y fascina por su agilidad narrativa y su libertad y destreza para combinar la palabra y el regocijo visual, en el caso de Jorge Bolado, la experiencia es doblemente gratificante. Un trabajo de varios años (el proyecto arranca en 1995, concluye cuatro años después) ofrece las apariencias de un caos monumental, aunque en realidad domina la sobriedad en cada detalle de su propuesta estética, y una imaginación desbordante combina la cita cultural y los juegos de palabras, la confidencia autobiográfica y la aproximación a biografías ajenas, el desdoblamiento del cinéfilo en lector entusiasta, y viceversa, y la exploración del documental y de una memoria vuelta ficción vuelta melancolía airosa. Habrá que lamentar tal vez que la duración (casi dos horas) de una propuesta tan arriesgada limite sus posibilidades de distribución, aun cuando el realizador la explique como parte de su propia reflexión sobre el tiempo. El trabajo de Bolado se inscribe sin embargo en la línea de directores como Rubén Gámez (La fórmula secreta, Tequila) o Juan Carlos Martín (Gabriel Orozco), a contracorriente del gusto popular y de las expectativas de la industria. Cuando Jorge Luis Borges disertaba en Francia sobre el novelista Joseph Conrad, alguien le señaló que la lengua materna del autor de Lord Jim no había sido el idioma ingles. Borges contestó: "Peor para el idioma inglés". Esta anécdota no figura en Segundo siglo, pero en algo ilustra los azares de un cineasta independiente en nuestro medio, y los propósitos y despropósitos del notable director que es Jorge Bolado.