Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 19 de mayo de 2002
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Sociedad y Justicia

No deben tener conductas que aparten a feligreses, advierte

Llama Norberto Rivera a 17 nuevos sacerdotes a no contagiarse del mundo

CAROLINA GOMEZ MENA

El cardenal Norberto Rivera exhortó a quienes se suman al sacerdocio a que desplieguen un "especial sistema inmunológico para no contagiarse del mundo y no admitir el pecado en sus vidas", así como para "no caer en las costumbres y estilos mundanos".

Al dar la ordenación a 17 diáconos en la Basílica de Guadalupe, monseñor no sólo aconsejó a los ahora presbíteros evitar "todo aquello que pueda deshacer lo que Dios está construyendo en ustedes", sino también a no manifestar conductas que aparten a las comunidades de feligreses que estarán a su cargo.

Dijo que al frente de las iglesias que les serán asignadas deberán saber afrontar con responsabilidad las circunstancias que se les presenten como párrocos. "El sacerdote diocesano es aquél que tiene disponibilidad de hacer cabeza en todos los ministerios en las más diversas culturas y circunstancias que se le presentan en su iglesia particular, y švaya que en esta gran ciudad hay diversidad de situaciones!", les adelantó.

Resaltó que un sacerdote nunca debe olvidar que su principal encomienda es hacer "trabajo de comunión entre los hombres y Dios, con los obispos y con los demás presbíteros, para que la comunidad que les va a ser confiada esté cerca de quienes integran la arquidiócesis de México". Rivera Carrera consideró fundamental que para no caer en lo mundano los sacerdotes "tengan un proyecto para contagiar al mundo del espíritu de Dios, de su palabra".

Los clérigos -dijo- deben "aprender del mundo" sólo aquello que les hará semejantes a los otros, con la única diferencia de que deben contar con la capacidad para "transformar a los demás", lo cual a veces es "un reto que parece difícil", expresó.

Minutos después, y ante unos 8 mil feligreses, el cardenal "impuso las manos" a los nuevos clérigos, luego de que éstos se acostaron boca abajo en el suelo, en señal de que "murieron" para lo terrenal, pero nacieron para la vida del espíritu.

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