Dolor y analgésicos Francisco Javier López-Muñoz
Existen líneas de investigación que estudian y analizan asociaciones de analgésicos con el propósito de encontrar las proporciones óptimas que deben ser asociadas y que presentan más ventajas terapéuticas que el uso individual de los fármacos. Una de las ventajas de este tipo de asociaciones es que generalmente para la asociación de esos fármacos analgésicos se requieren dosis más pequeñas que las que serían necesarias para generar el mismo alivio empleando los fármacos individualmente. Sustancias de tipo opioide como la morfina continúan siendo una herramienta muy útil para el tratamiento del dolor y uno de los analgésicos más empleados en el tratamiento del dolor intenso. Sin embargo, su utilidad clínica en el caso de tratamiento de dolor crónico está limitada debido a la gran posibilidad de desarrollar tolerancia analgésica (la pérdida de efectividad de las dosis y, por lo tanto, la necesidad de incrementar las cantidades para volver a obtener efectos analgésicos), dependencia (la necesidad de autoadministrarse el fármaco con el objetivo de evitar que se presente un síndrome de abstinencia), y constipación (disminución de la actividad y motilidad intestinal), entre otros efectos. Como se mencionó antes, las combinaciones de analgésicos han sido usadas ya sea para incrementar el efecto analgésico y/o para disminuir los efectos no deseados o adversos. En estudios previos se ha encontrado que algunas asociaciones de morfina (agente analgésico opioide y prototipo de comparación) con metamizol (analgésico de tipo anti-inflamatorio no esteroideo) producen buen efecto analgésico, es decir, una alta eficacia analgésica en tratamiento agudo. Por esto ha habido interés en evaluar los efectos analgésicos, efectos de tolerancia y efectos adversos producidos por una asociación adecuada de morfina+metamizol después de un tratamiento crónico. También han surgido nuevos modelos experimentales en laboratorio que permiten establecer en preclínica condiciones o alteraciones que sufre el paciente en la clínica, por ejemplo, la alteración de la gota. Uno de esos modelos es el conocido como Pifir, en el cual es establecido un cuadro de artritis gotosa en el animal de experimentación. Estos modelos son herramientas muy útiles para obtener mejor conocimiento y comprensión de este tipo de padecimientos. Así, algunos estudios han analizado y estudiado el efecto analgésico que produce la morfina, metamizol y su combinación, en tratamientos en forma aguda y crónica, así como algunos efectos adversos que pudieran presentarse como cambios en la actividad o motibilidad intestinal, y los resultados han sido interesantes. Después del tratamiento crónico con morfina, el efecto analgésico fue marcadamente disminuido, es decir, se presentó la tolerancia analgésica; mientras que el efecto analgésico de metamizol y el gran efecto analgésico de la combinación no se modificó aun después de tratamiento crónico. La asociación morfina+metamizol produjo un alto efecto analgésico tanto en tratamiento agudo como crónico. La morfina produjo efectos adversos como alteración del tránsito intestinal; sin embargo, estos efectos adversos no aumentaron cuando se empleó la combinación. Se pudo concluir que el efecto analgésico producido por la combinación morfina+metamizol administrado en forma aguda o en forma crónica, presenta ventajas importantes porque genera adecuados efectos analgésicos, sin que se presenten efectos de tolerancia analgésica, y porque los efectos tóxicos o adversos en el tránsito intestinal no aumentaron. Este tipo de combinaciones serán analizadas clínicamente siguiendo los protocolos adecuados, de manera que pueda detectarse su potencial utilidad como una alternativa farmacológica útil y adecuada para el mejor tratamiento del dolor y pudiendo así optimizar el uso de los fármacos disponibles en la terapéutica del dolor crónica. En el laboratorio continuamos los estudios para conocer mejor las ventajas, desventajas y mecanismos desarrollados por las combinaciones para generar mejores efectos analgésicos y así, en el futuro, aliviar mejor al paciente que sufre dolor. El autor es investigador del Departamento de Farmacobiología del Cinvestav-IPN
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