Marcada tendencia hacia la proletarización, revela estudio de investigadores
Crece la brecha salarial entre trabajadores del agro y los de sectores financiero y eléctrico
En la pasada década disminuyó la proporción de empleados de altos ingresos, dice
ELIZABETH VELASCO CONTRERAS
En la década pasada creció 15 veces más la brecha entre las remuneraciones pagadas en los sectores agropecuario, comercio y construcción y las de los servicios financieros, electricidad y minería, revela una investigación del Equipo de Estudios Industriales de la Facultad de Economía de la UNAM.
No obstante que los primeros representan 50.7 por ciento del empleo nacional y los segundos sólo 2.8 por ciento, la diferencia de ingresos entre ambos sectores pasó en proporción de uno a 13, a otra de uno a 28, aproximadamente.
Las desigualdades se ilustran. Mientras los trabajadores agropecuarios percibían en 1988 mil 15 pesos al año, los del sector eléctrico recibían 13 mil 376; para 2000 la correlación fue de 5 mil a 144 mil 795 pesos anuales, respectivamente.
El estudio, elaborado con datos del INEGI de 2002, plantea que en la masa de asalariados -que creció de 49.8 a 63.1 por ciento en ese periodo- se observa una marcada propensión hacia la proletarización, así como diferencias de salario (expresado como "la proporción que guarda el trabajo productivo directo") cada vez mayores con respecto a los sueldos ("ligados a la funciones del capital") que percibe personal de mando y supervisión (funcionarios, consejeros, administradores, familiares de los propietarios) de los grupos empresarial y financiero.
Esto obedece a que en la última década han adquirido mayor dimensión ramas que se ubican como servicios, en las que a partir de la década de los 80 ha aumentado el personal de confianza, por honorarios o subcontratado.
A su vez, la industria manufacturera -"que sigue siendo uno de los principales ejes de acumulación de capital"- se lleva 42.9 por ciento de las percepciones totales de la actividad económica, pese a que sólo representa 21.3 por ciento del personal ocupado.
En el estudio Empleo y remuneraciones en la economía mexicana, difundido en abril pasado, se advierte que existe "marcada tendencia hacia el crecimiento de los asalariados en los sectores por debajo de las percepciones medias, disminuyendo la proporción de los trabajadores de altos ingresos".
En 1988, el promedio anual de salarios era de 6 mil 544 pesos y el de sueldos de 14 mil 760; para 2000 fueron de 54 mil y 156 mil 368 pesos, respectivamente. En otras palabras, los sueldos estaban por arriba de los salarios en 126 y 186 por ciento, en ese orden.
Los sectores que mayor empleo generaron en 2000 fueron: servicios comunales (27.7 por ciento), agropecuario (20.0), comercio (18.0), manufactura (12.8) y construcción (12.2 por ciento). De esos, los que están por debajo de la media nacional en términos de ingreso son los del agropecuario, comercio y construcción. Este último manifiesta una tendencia a elevar su participación en el empleo, así como el comercio y las comunicaciones. En contraparte, van a la baja: el agropecuario, minero y los servicios financieros.
La caída en el sector agropecuario ha generado una masa creciente de asalariados; ésta "se ha venido ampliando con la integración de capas poblacionales que se encontraban subsumidas en formas de producción artesanales, agrícolas y/o familiares".
Según los autores de la investigación, Germán Sánchez Daza y María Eugenia Martínez de Ita, a la caída del ingreso para el grueso de la población asalariada se suma un creciente deterioro y precarización de las condiciones de trabajo.
En el lapso referido, el porcentaje de trabajadores que laboraba más de 48 horas pasó de 21.4 a 23.1 por ciento, mientras que 61.5 por ciento de la población ocupada (12 millones de trabajadores) carece de cualquier tipo de prestación social.
Por sectores, la cuestión se presenta más dramática. Carecen de prestación alguna 94.2 por ciento de los trabajadores del sector agropecuario; 80.3 de la construcción; 71.2, comercio; 66.9, hoteles y restaurantes, y 41.9 por ciento manufactureros.
Y las condiciones de contratación son ya "bastante inestables". En 2000, 43.7 por ciento de los asalariados tenía un contrato verbal; 48.8 por ciento, por tiempo indeterminado, y 7.5 por tiempo determinado (eventuales).
Esas condiciones de contratación muestran "una alta rotación de personal y una muy baja antigüedad". En 2000, así se reflejaron: 35 por ciento de la población económicamente activa (PEA) tenía menos de dos años en su empleo; 13.8, menos de seis meses; 9.3 por ciento de siete a 12, y 11.2 por ciento entre 13 y 24 meses.
Con los anteriores datos -concluyen los economistas- "se puede observar que las remuneraciones y el empleo del nuevo milenio se caracterizan por su creciente deterioro". Y con las reformas a la legislación laboral, impulsadas desde la Secretaría del Trabajo, se busca "ampliar la libertad del capital para hacer de las relaciones laborales el espacio único y funcional para elevar su rentabilidad", advierten.