LA MUESTRA
Carlos Bonfil
El precio del silencio
"ƑQué tan lejos llegarías para proteger a tu hijo?" La llamativa fórmula publicitaria, el atribulado rostro de Tilda Swinton, el título elegido en español, El precio del silencio, todo sugiere un rutinario melodrama sobre las peripecias de una madre abnegada. La cinta de Scott McGehee y David Siegel aborda en efecto el tema de la abnegación, pero sorprende con la calidad de su actuación central, con los giros sorprendentes de su trama, y con el ritmo y el suspenso de un buen thriller. Adaptación de una novela corta de Elizabeth Sanxai Holding, The Blank Wall, la película gira en torno a un encubrimiento doble: Margaret Hall (Tilda Swinton) es la madre que descubre la homosexualidad de su hijo adolescente y al mismo tiempo la muerte (Ƒaccidental, provocada?) del hombre que lo ha estado seduciendo. Suponiendo al joven responsable de dicha muerte, intenta protegerlo de la policía y evitar que su padre llegue a enterarse de sus preferencias sexuales. Intervienen otros elementos: la ausencia del padre en gira de trabajo, la llegada de un chantajista, la existencia de un cassette pornográfico inculpatorio, la soledad de Margaret en sus esfuerzos por proteger a su hijo, y el apacible paisaje californiano (Tahoe City) como sugerente contrapunto para las tribulaciones de la protagonista. El título original del filme, The Deep End, alude a la vez al nombre de un bar/sauna gay frecuentado por el joven, y a las profundidades del lago donde yace el cadáver de su amante.
El precio del silencio es remake de una estupenda cinta de Max Ophuls, Almas desnudas (The reckless moment, 1949), basada en el mismo relato, con James Mason y Joan Bennett en los papeles estelares. A la historia de una madre que sucumbía a la seducción del chantajista que comprometía a su hija, McGehee y Siegel, también guionistas, añaden en esta versión un giro novedoso: el origen del drama es ahora un varón adolescente y la angustia de su madre aumenta con su propio miedo al escándalo público, al estigma social que amenaza al hijo en vísperas de su ingreso a una escuela de música. Por momentos llega incluso a parecer más peligroso para el hijo ser expuesto como homosexual que como posible asesino. Pero, signo de una tolerancia mayor en este cine, el joven no sólo no se encamina hacia el acostumbrado desenlace trágico, sino que la madre protege su vida y respeta además sus preferencias sexuales. Lo interesante es la forma en que la madre se conduce a lo largo de la cinta, desde su vigoroso manejo de la situación, hasta la serenidad y elegancia en su trato filial. Una imagen casi idílica de la madre perfecta, liberal y políticamente correcta. Tilda Swinton (protagonista del Orlando, de Sally Potter, y del Wittgenstein, de Derek Jarman) ofrece aquí un retrato formidable. Los directores manejan con acierto la primera parte del relato, hasta el infarto del abuelo del joven, presencia muy accesoria en la cinta; pero luego cambia el tono y se multiplican las salidas narrativas fáciles; asistimos a énfasis innecesarios, como la sobreactuación de un villano codicioso, o a caídas dramáticas como la figura desdibujada del muchacho, pivote del drama y sin embargo terriblemente ingenuo frente a su evolución vertiginosa, o a transformaciones inverosímiles en el ánimo del chantajista. En estos desequilibrios que peligrosamente orillan la cinta al melodrama, la actuación de Tilda Swinton es elemento de cohesión y de fuerza. La película consigue así rebasar la calidad de entretenimiento efectivo para sugerir todo aquello que enriquece a su personaje femenino: la complicidad afectiva de madre e hijo frente a las dos figuras masculinas ausentes (marido y amante, respectivamente), y la frustración sexual que se descubre asideros y refugios inesperados. Dos escenas señalan las correspondencias sorpresivas: en una, la madre observa, entre el escándalo y el azoro, el goce sexual de su hijo en un video; en la otra, el joven asiste al deseo insatisfecho y anhelante de su madre por un extraño. En esta exploración sensible, presente también en otras escenas, la cinta trasciende su primera condición de thriller. El título original deja suponer así lo que su traducción en español oculta: la complejidad de la respuesta materna ante realidades al inicio ajenas, y que al final resultan extrañamente familiares.