Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 27 de abril de 2002
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Sociedad y Justicia

Rechaza que su compromiso sea formar a los pobres para su inserción en el mercado

Interactuar con la sociedad civil, reto de la universidad pública: experto

Alejandro Canales, de la Universidad de Guadalajara, apremia a construir nuevas ideas tras la caída del ''edificio intelectual'' del marxismo y la teoría de la dependencia que imperó hasta los 70

MIREYA CUELLAR Y CAYETANO FRIAS ENVIADA Y CORRESPONSAL

Guadalajara, Jal., 26 de abril. Alejandro Canales, doctor en demografía y en ciencias sociales por El Colegio de México, quizá es el prototipo de la nueva generación de investigadores y académicos que trabajan para la universidad pública. Posmoderno, rehúye las ''respuestas globales, que sirven para todo'', del manual marxista de Marta Harnecker, Conceptos fundamentales del materialismo histórico, pero está muy lejos de quemar incienso al libre mercado.

Más bien busca cómo hablarle a la multiforme sociedad civil; a la que marcha en Génova y a la que se queda a la expectativa, porque no ve en la movilización globalifóbica una ruta. Quiere ubicarse, tomar posición en esta compleja sociedad donde ''no se puede estar con Bush pero tampoco con el régimen talibán'', de la misma forma que durante el conflicto en la UNAM era ''tan imposible tomar partido por Francisco Barnés como por El Mosh''.

Profesor e investigador del Departamento de Estudios Regionales de la Universidad de Guadalajara, Canales conversó con estos reporteros sobre el papel de la universidad pública en estos tiempos.

El tercer ente

-ƑCuál es el papel de la universidad pública frente a la privada?

-El espacio de legitimidad de la universidad privada es el mercado; se define hacia allá. El espacio de legitimidad de la pública fue el Estado. Durante mucho tiempo lo fue, pero ya no puede ser así. No se trata de romper con él, se trata de construir otro espacio. El Estado, como lo conocíamos, se está viniendo abajo. Ya no es el Estado del bienestar, ahora es neoliberal.

''Y ahí está la política del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología para recordárnoslo todos los días. Nos dice: 'nosotros no vamos a legitimar o evaluar el trabajo académico, lo hará la empresa, fulanito de tal, el sector privado, la sociedad... Nosotros vamos a reglamentar, a ser un puente'. Esa es su idea, que implica que las ciencias duras van a tener que dedicarse a desarrollar tecnología aplicada a empresas, y las ciencias sociales a la consultoría, a las encuestas, a los estudios de opinión... para apoyar también a una empresa. Ese es un trabajo válido, pero no han entendido que la universidad pública tiene que hacer algo más que eso, porque tiene un compromiso mayor.

''Tiene un compromiso con este otro ente que hoy se suma al Estado y el mercado, que es la sociedad civil. La universidad pública tiene el reto de colocarse ante la sociedad civil y reconocerla como espacio de legitimación, lo cual implica construir una relación que hasta ahora no existe o sólo en contados casos.

''Tiene que formar al contador que va a administrar una cafetería y al ingeniero que va a construir los puentes. A los técnicos, a la gente que sepa el 'saber hacer', sin duda; pero también el 'saber pensar'. Es decir, formar a ingenieros que no sólo construyan puentes, sino que tengan una posición ante ellos; lo construyen para el Estado, para el mercado o para quién.

''Lo importante es que los profesionales tengan la capacidad de colocarse respecto de lo que están haciendo. Es distinto construir un puente con una coperacha de campesinos que con recursos del Estado o el mercado. No digo que el profesional tenga que tomar partido por los primeros, pero tiene que saber lo que está haciendo. Tiene que aprender a tomar partido.

''Si la universidad pública se concentra sólo en enseñar a sus alumnos cómo construir cuadrados seguramente lo harán muy bien, pero no tendrán idea de para qué sirven''.

-ƑY los académicos tienen claro cómo hacerlo?

-Eso es lo complicado, que no tenemos claro cómo se hace esto. Nos ha tocado construir nuestras ideas a partir del derrumbe de las de los intelectuales de la universidad pública de los sesenta y setenta. Ese edificio intelectual se derrumbó; la teoría de la dependencia, de la Cepal. Tenemos que construir a partir de ese derrumbe, por eso no tenemos claras muchas cosas. Tenemos que repensar cómo nos vinculamos con la sociedad.

''Hace 30 años el investigador, el académico, sabía que su función era transformar a la sociedad apoyando al movimiento obrero... Ahora no tenemos esa claridad. La única claridad es que no podemos restringirnos a formar gente que desarrolla un oficio.

''Por ejemplo, mi caso: soy demógrafo y desarrollo mi oficio. Vendo proyecciones. Contar gente y hacer encuestas me da para vivir, pero también quiero pensar lo que estoy haciendo y para qué. Le vendo mi trabajo a las empresas, al mercado, y también he hecho trabajos para los gobiernos de algunos estados, pero hay ese otro grupo al que yo quiero llegar: la sociedad civil, y no sé cómo, porque no sé dónde está, cómo acercarme a ella.

''La universidad privada no tiene ese dilema; está muy claro que se restringe a formar buenos técnicos, ingenieros, demógrafos, médicos... Profesionales para el sector privado, que no para el sector público. No es lo mismo formar a un administrador o empresario para la Coca Cola que formar a un presidente de la República. No es lo mismo un hombre que debe tomar decisiones de Estado que aquel que va a determinar lo que más le conviene a una empresa. No digo que una formación sea la buena y la otra la mala, sólo que un empresario y un presidente necesitan formaciones distintas, otros principios, porque para tomar las decisiones que más le convienen a una sociedad se requiere no verla como a una empresa... Se requieren formas distintas de ver a la sociedad.

''Ahí está el caso de Brasil, con un presidente como Cardoso y el problema del sida. Podría ser un ejemplo de un presidente que tomó posición, que se enfrentó a una trasnacional para elaborar el genérico de un medicamento (para combatir el sida) que requería una franja de la sociedad. Y el laboratorio tuvo que negociar con un gobierno. Eso implica una postura.

''Y el problema que tenemos hoy es que las universidades públicas quieren ser como las privadas''.

-ƑHay entonces aquí una confusión?

-La hay en muchos sentidos. Algunos creen que la universidad pública es la solución del Estado a su compromiso con los pobres. Hay que darles entrada a todos para que estudien. šMentira! El compromiso de la universidad pública no puede ser darles formación a los pobres para que puedan venderse mejor en el mercado.

''Tenemos que cuidar lo académico, que nuestro egresado de sociología pueda desarrollar su actividad como el que más, sin olvidar nuestro compromiso con lo público, con la gente que no va a entrar nunca a la universidad.

''A la universidad se le vio durante años como un mecanismo de movilidad social; es pública porque es estatal, entonces el Estado mediante la universidad resolvía un problema social. Pero era un problema no definido por la universidad ni por la sociedad, sino por el Estado. Se resolvía un problema social creando universidades de masas.

''La universidad no puede restringirse a ese tipo de delimitaciones. Tiene un compromiso con el conocimiento, con la ciencia pura. Un compromiso como institución para actuar dentro de la sociedad en función de sus problemas, no para dirigirla, sino para interactuar.

''El conocimiento no se acaba en la publicación del estudio, en el resumen ejecutivo al director de la empresa, el conocimiento tiene que ser reflexivo, tiene que tener capacidad de intervenir, de actuar un cambio en la sociedad, con la diferencia en que ahora yo no sé muy bien hacía dónde va el cambio.

''Ahora ya no me arrogo la posibilidad de dirigir ese cambio ni darle sentido al cambio, entre otras cosas porque no tengo claro para dónde va. Pero sí sé que tengo que generar cierta capacidad de interacción, de reflexión sobre este horizonte que no es lineal, que se bifurca, y que por lo tanto requiere un constante tomar partido de manera consciente.

''Ese es hoy el problema. Se nos quiere negar la posibilidad de tomar partido, y tiene que ver con el pensamiento único. No se trata de desechar el marxismo para abrazar la globalización y decir: 'aquí se acabó la discusión'. Tiene que haber opciones. El trabajo de la universidad es establecer opciones, que no me vengan con que el único camino hoy de la universidad pública es entrar al mercado. Esa es una forma enmascarada de dictadura''.

-ƑNo se supone que ustedes deben construir esos referentes, marcar esas pautas? Para eso están las elites pensantes en las universidades.

-Sí, pero no hay que ser tan arrogantes. Velo en términos de José Bové (el dirigente de un grupo de agricultores franceses globalifóbicos). No es un académico, pero tiene una posición respecto de lo que está pasando, y una actitud política tan clara que le permite vislumbrar alternativas. Puedo empezar a conceptualizar eso, ponerle nombre, categorías, pero yo no construí esa visión. La visión alternativa se construye allá afuera. Lo que nosotros los académicos podemos hacer es reflexionar eso que está pasando, sin dogmas, sin manuales.

''Ahí está también el subcomandante Marcos, que es un universitario, pero con un movimiento ajeno al viejo librito; que no es un movimiento político, que no busca ejercer el poder, sino transformar el poder; que no busca llegar al poder para transformarlo y una vez que eso ocurra dejo de estar... A esa sociedad hay que hablarle, pero Ƒcómo le hablo?, Ƒdesde dónde?

''Hay una fuerte orientación a hacer del mercado el espacio de legitimidad del quehacer académico. Si hay empresarios que compren lo que tú estas haciendo, entonces eso te da legitimidad, razón de ser. Es muy grave, porque los criterios de evaluación y desarrollo científico se están transformando en función de criterios de rentabilidad económica''.

-ƑTiene entonces que haber una política del Estado que marque pautas de legitimación del trabajo académico?

-šOjo!, antes muchos intelectuales obtenían su legitimidad precisamente del Estado. Y la rentabilidad económica no es distinta a la rentabilidad política de la investigación que en muchos casos se hizo en los 60. El Estado te daba el recurso y la legitimidad. Hacía una investigación y un programa sobre pobreza y se lo llevaba a un funcionario que hacía lo que ahora Josefina Vázquez Mota (secretaria de Desarrollo Social), y si consideraba que le servía, eso me daba y le daba al funcionario rentabilidad política.

''Por eso digo que quiero hablarle a la sociedad civil, colocarme frente a ella, no frente al Estado o el mercado. El abanico es grande y la situación más difusa. El mercado y el Estado tienen espacios muy claros''.

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