La actriz alemana habla en exclusiva para los
lectores de La Jornada
Schygulla: la humanidad no debe darse el lujo de olvidar
el anhelo de una sociedad justa
''En Chiapas se encuentran muchas joyas para una posibilidad
de revivificarnos todos''
Se suma a las muestras de solidaridad internacional
con el movimiento zapatista
PABLO ESPINOSA
En entrevista con La Jornada, Hanna Schygulla se
adhiere a las manifestaciones de solidaridad y apoyo internacional al movimiento
indígena de Chiapas que en su momento han hecho patente, en sus
respectivas visitas, José Saramago, Susan Sontag, Danielle Mitterrand,
Manuel Vázquez Montalbán, entre otros personajes: ''En ese
corazón olvidado de la patria se encuentran muchas joyas para la
esperanza de un mundo mejor, para una posibilidad de regenerarnos, de refrescarnos,
de revivificarnos todos".
La víspera de su presentación en Bellas
Artes, la señora Schygulla habló, en exclusiva, para nuestros
lectores:
-¿Cómo
entabló relación con el idioma español, con la literatura
latinoamericana en particular que usted cita de manera constante en sus
espectáculos?
-Tiene que ver con los sueños, con mis sueños
y los de los otros. Fue un cuento de Borges que se convirtió en
algo muy importante para mí. Mi fascinación por Borges tiene
también que ver en su concisión, porque no soy de los lectores
que gusten de libros largos, aunque he hecho excepciones con El amor
en los tiempos del cólera y Cien años de soledad,
los clásicos de Gabriel García Márquez. Pero en Borges
fue definitivo ese cuento de las ruinas circulares que cité en el
primero de mis espectáculos y seguiré citando siempre, porque
es algo que me sigue: un hombre que ha soñado que se proponía
como trabajo mágico, porque ha agotado todo espacio de su alma,
soñar otro hombre y soñó que tenía un corazón
que latía y después soñó al hombre entero pero
no podía ver ni hablar ni alzarse, pero después ya lo soñó
vivo, levantándose y acostumbrándose a la realidad. Me pareció
una metáfora muy buena de la creación, de lo que somos capaces
de hacer cada uno a su manera, de que también eso significa un trabajo
de educación pero no en el sentido de disciplinar sino de sembrar
posibilidades para que las cosas tomen caminos que se abren. Y en todo
esto está siempre al principio la capacidad de soñar, de
imaginar. Ese poder. Al final el cuento es toda una metafísica de
ese hombre que soñaba a otro hombre, que se dio cuenta que él
también era soñado por otro. ¿Por quién? No
lo dice.
Gusto por la vida que se baila
-¿Cuál es la visión de usted, como
artista, de la cultura latinoamericana?
-Me gusta que aquí la vida se baila. Hay ese elemento
muy pronunciado en la cultura y que se manifiesta en la vida cotidiana,
en la calle, en el ritmo vital, en que lo real maravilloso no es ninguna
novedad sino una tradición cultural. No sólo la palabra es
vital en América Latina, sino que forma parte de la vida misma.
La gente canta la poesía en la calle, no hay quien se sepa muchos
pedazos de muchas canciones. Es hermoso ver cómo en México
y en América Latina la cultura no es algo que se cristalice solamente
en un espectáculo, sino que es algo vivo en la gente.
-Sin embargo, la utopía de una sociedad justa aquí
suele topar con el servilismo hacia Estados Unidos y se manifiesta inclusive
como golpes de Estado, ¿cómo observa usted esta realidad
desde una sociedad distinta, desde Europa?
-Es una tragedia humana ver cómo las ideas progresistas,
la necesidad de compartir las riquezas de estas tierras terminen en formas
fascistas, en la institucionalización de la mentira. La humanidad
no se puede dar el lujo de olvidar el impulso de una sociedad justa. La
solidaridad humana no es algo solamente lindo, sino necesario. De lo contrario
el mundo seguirá caminando hacia su autodestrucción y esto
lo vivimos en la política que se ensucia en todos los países
con fraudes, mentiras, cinismo. Necesita un día pasar algo, porque
de lo contrario el mundo se autodestruirá. Vemos signos de eso:
los pobres son más y más mientras que la acumulación
de la riqueza en unas cuantas manos es más y más. De eso
va a venir una gran explosión, porque la vampirización,
la acumulación de la riqueza en unos cuantos es una perversión.
-Además de en la solidaridad, ¿en dónde
radica la esperanza?
-En cuanto a México me parece que se quedó
en el camino con la marcha zapatista hacia el Zócalo, se quedó
pendiente con el corazón profundo, olvidado de México, con
el indio que pide su derecho de existir, aunque no ha dado resultados todavía,
es ya un gran paso, en esa marcha.
-En su mirada, este tipo de luchas sociales, ¿son
pequeñas frente al tamaño de la opresión? ¿Están
creciendo?
-Hay tiempos para despertar esas luchas, que suelen dormir
un tiempo pero tiene que pasar algo. No sé cuánto tiempo
llevará pero el mundo se mueve mucho. La dictadura de los blancos
va a desaparecer porque son cada vez menos y porque la mundialización
se está aprovechando de manera desvergonzada de los pobres. Es claro
que el mundo necesita alternativas.
-El despertar del corazón olvidado de la patria,
¿qué le despierta a usted?
-Solidaridad, simpatía. He estado en Chiapas, y
aunque vengo de una parte del mundo que aparentemente está lejos,
observé allí que lo que somos no tiene precio y que allí
reside la esperanza y la certeza de que a partir de allí vamos a
regenerarnos, a refrescarnos, para que todo no sea ya calculado, planificado,
ensayado. En ese corazón olvidado residen muchas de estas joyas.