Voyeurs se titula la más reciente
novela del escritor, publicada por Alfaguara
La pérdida de atavismos sociales propicia el
placer de la mirada, sugiere Andrés Jorge
''Existe una necesidad casi morbosa de entrometerse
en la vida íntima de las personas''
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
La
mirada como acto erótico y de conocimiento del otro, en una sociedad
caracterizada por ser cada vez más voyeurista gracias a los medios
de comunicación, es la premisa del escritor cubano Andrés
Jorge en su novela Voyeurs (Alfaguara), en la que narra la historia
del Pintor y el Ciego, unidos por la Vecina.
Voyeurs reúne dos historias que al parecer
están contadas en presente y cada uno de los capítulos lleva
una pequeña introducción como en las viejas epopeyas de caballería:
''Donde se ahonda sobre las motivaciones eróticas y los sueños
del Pintor Solitario. Cómo un sueño puede contribuir a generar
una vida en su sentido más literal (eso no lo sabremos hasta más
adelante, pero aquí quedará sugerido). ¿Podemos evaluar
a un ser humano por lo que sueña y piensa, o por lo que es capaz
de hacer?''. Así en cada uno de los apartados el autor resume lo
que pasa en esas páginas y adelanta lo que le espera al lector.
La idea de esa novela nació cuando Andrés
Jorge terminó su trabajo anterior, Te devolverán las mareas
(Alfaguara). Una vez armado el plan de la nueva novela advirtió
que ''el hilo conductor es el voyeurismo, la mirada, el juego con la mirada,
el acto de mirar, de ser visto, de perseguirse, de desnudar a los demás
de una manera u otra''; explica que los temas del voyeur y el del balsero
están presentes en dos cuentos publicados años antes.
Aunque el personaje del balsero lleva implícita
una crítica al régimen cubano, Andrés Jorge se opone
a que su novela se califique a partir de esa crítica al gobierno
de Fidel Castro, porque ''sólo es parte de una postura ante una
realidad determinada. La carga política que se da a través
de un personaje, en sus emociones y su necesidad de abandonar la isla,
es sólo una parte de la anécdota de la novela. Los escritores
hacemos literatura y si hay alguna carga política en lo que escribimos
?sobre todo a los escritores cubanos nos resulta difícil evitarla?
es porque forma parte de la carga que traemos''.
Sobrexposición de la imagen física
En Voyeurs el autor trata el tema del voyeurismo
no como parafilia o el mero acto físico-erótico, sino a un
nivel más amplio, llevándolo a lo espiritual e intelectual,
y subraya que ''vivimos en una sociedad cada vez más voyeurista.
En estos momentos hay cientos de seres humanos desnudándose frente
a una web-cam en su casa para que los vean a miles de kilómetros.
Cada día estamos más expuestos porque lo facilitan los medios
de la sociedad contemporánea. Hay una sobrexposición de la
imagen física, una necesidad casi morbosa de meterse en la vida
íntima de los seres humanos''.
Ejemplo de lo anterior, agrega, son los restaurantes:
''por qué unos tienen más pegue que otros; basta darse cuenta
de que los que tienen más clientes son aquellos con grandes ventanas,
donde las personas son vistas y se ve a todo el que pasa, ''no tiene que
ver ni con la comida ni con el servicio ni con nada. Es con la calidad
de la exposición, de qué tan expuesto estás, qué
tanto te ves y te ven. Es esa necesidad de sentir que 'soy visto, luego
existo', y de esto también forma parte el exhibicionismo que es
la contracara del voyeur'', y todo forma parte de un juego necesario para
los humanos, necesidad que se incrementa cada vez más porque es
parte de la sociedad urbana en la cual la pérdida de una serie de
atavismos sociales abre espacio a una comunidad más hedonista, más
abocada al placer físico y dentro de ellos, por supuesto, el placer
de la mirada es de los mayores''.
La novela, insiste, va a otros aspectos. ''A la visión
gozosa de la vida. Robarle un poco de intimidad a la mujer mirándola
es un acto maravilloso, poético incluso. Siento que para cualquier
mujer es motivo de orgullo sentir que atrae la mirada del hombre, pero
por otra parte es una violación de su intimidad. No siempre una
mirada es bien recibida, pero el voyeurismo no deja de tener cierta poesía
y gracia.''
El escritor es voyeurista por principio, vive observando
todo, lo maquina y lo maquila y pasa la realidad a través del matiz
de que todos somos personajes de una gran escenografía para contar
anécdotas desde tiempos ancestrales. Esa necesidad de contar historias
''es patter intrínseca del ser humano. Es una forma de voyeurismo''.