El presidente, artistas e intelectuales hicieron
guardia de honor ante el féretro
Música de Agustín Lara enmarcó
el homenaje a María Bonita en el Palacio de Bellas Artes
Los restos mortales permanecerán en el recinto
hasta las cuatro de la tarde
La Doña será enterrada hoy en el Panteón
Francés junto a su hijo Enrique
ARTURO CRUZ BARCENAS
A las 18:10 horas de ayer, ante el féretro con
los restos de María Félix, una guardia de honor daba fe de
la gloria de quien en vida fue llamada La Doña, en el vestíbulo
del Palacio de Bellas Artes. Rodeaban el ataúd el presidente Vicente
Fox, su esposa Martha Sahagún, el secretario de Gobernación,
Santiago Creel; el jefe de gobierno del Distrito Federal, Andrés
Manuel López Obrador; el gobernador de Veracruz, Miguel Alemán;
artistas e intelectuales, y funcionarios de los ámbitos educativos
y culturales.
A las 18:15, acabó dicha guardia y las notas de
María Bonita, interpretada por la Orquesta Violines Concierto
Universal, se esparcieron por el espacio del recinto. Floreros con alcatraces
hacían recordar que Diego Rivera pintó alguna vez a la estrella
del cine nacional. Para el maestro, los alcatraces eran símbolo
de sensualidad, de amor.
Se
retiraron los funcionarios, los representantes, lo mismo que Emilio Azcárraga
Jean, titular de Televisa; Ernesto Alonso, amigo de María. Alrededor
del Palacio de Bellas Artes, miles de personas, el pueblo, esperaba ver
algo. Podrán dar el adiós a María Félix cuando
sea trasladada al Panteón Francés, a eso de las cuatro de
la tarde de hoy. Su cuerpo será colocado a un lado del de su hijo,
Enrique Alvarez Félix.
El tiempo y sus pausas
El reloj interno de María Félix se detuvo
aproximadamente a la una de la madrugada de ayer. Estaba dormida y hacía
una hora que había cumplido 88 años. Desde antes de las 10
de la mañana, el teléfono no dejaba de timbrar. Eran amigos
que llamaban a María para felicitarla por la fecha. Sus familiares
advirtieron que algo andaba mal. Se asomaron con sigilo a su recámara.
En apariencia nada raro. Pero ya cerca, la postura hizo notar que algo
ocurría.
El doctor Enrique Peña Ursuástegui confirmó
el deceso. Infarto al miocardio. El sueño se hizo eterno. "¡Qué
bonito sueño! ¡Qué hermosa forma de morir!", comentó
gente que comenzó a reunirse a eso de las 12 de ayer, frente a la
casa de la artista, en Hegel 310, en Polanco.
A la una de la tarde, Joaquín López Dóriga,
quien dio la primicia, expresaba que el cuerpo de María sería
llevado a la Fundación Miguel Alemán, luego a la funeraria
Gayosso.
Salió Ernesto Alonso. Su rostro se hallaba desencajado.
Señaló que el cuerpo de María sería trasladado
a la Fundación Miguel Alemán y de ahí al Palacio de
Bellas Artes. Tampoco fue así. "El homenaje lo está organizando
la gente que quiere a la señora María, el señor Miguel
Alemán y las autoridades que ya dieron el permiso para el acceso
a Bellas Artes. El cuerpo no será cremado, sino enterrado.
"Ha llamado gente de varias partes del mundo: de Los Angeles,
de Francia, entre otros sitios. Yo me siento muy mal. Estoy haciendo un
esfuerzo para hablar con ustedes. Váyanse a la Fundación
Alemán; allá podrán preguntar. Esta es una casa llena
de muebles."
El médico Peña regresó a la casa
de Polanco y dijo que para "María la palabra muerte no existía
en su vocabulario. Evitaba ese tema, lo mismo que el de la edad".
Volvió a salir Ernesto Alonso. Eran las tres de
la tarde. Informó que el cuerpo de María sería llevado
directamente de su casa a Bellas Artes. "Hoy lunes y parte de mañana
estará su féretro en el vestíbulo; más tarde
será introducido a la sala."
En la calle Hegel, unos 200 elementos de seguridad hacían
valla. Los fotógrafos esperaban arriba de árboles sembrados
frente a la casa. Algunos pedían permiso en casas contiguas. Cientos
de personas observaban desde las aceras; algunas más desde sus balcones.
Llegó la camioneta 1390 BW de la agencia Gayosso.
Transportaba el féretro, el cual fue introducido a la residencia.
A las 15:35, el secretario de Seguridad Pública, Marcelo Ebrard,
informó que el operativo sería realizado con unos 700 elementos,
incluyendo los de hoy. A las 16:05 llegó la carroza 8940 BV y partió
el cortejo a Bellas Artes. Una comitiva había cargado el ataúd
y lo había colocado cuidadosamente en la carroza. La gente aplaudió
ese primer rencuentro con María. "¡Viva María!", se
pronunció una y otra vez.
La ruta fue: Tres Picos, Rubén Darío, Campos
Eliseos, Reforma y Juárez. Una escolta policiaca fue abriendo camino.
En la explanada del recinto blanco algunas personas, atosigadas por el
calor, se quejaban: "¡Ya la están haciendo muy cardiaca! ¿Por
qué no llega?"
A las 17 llegó el cortejo, en medio de aplausos.
Muchos pidieron permiso para ver a María. Imposible. Adentro, ya
el ataúd de madera era el centro de atención, el imán.
Lloraron algunas personas. Algunos enjugaron las lágrimas.
La orquesta tocó varias canciones de Agustín Lara, el músico
poeta que enamoró a María y que la inmortalizó en
varias de sus creaciones.
Una nube de reporteros se amontonó en los pisos
superiores. Llegaron Carlos Slim y Talina Fernández. Encima del
ataúd, sobre un cojín de terciopelo, descansaban las medallas
que María recibió en reconocimiento a su grandeza.
Comenzaron a llegar las coronas de flores, los arreglos,
muchos con rosas rojas, que eran de las preferidas de María; con
tales flores, alguna vez el Flaco de Oro tuvo el detalle de cubrir
el piso de una habitación, para que los pies de la amada se posaran
en tal textura. Al fondo, sobre una mesa, dos copas y una botella de champán.
Muchas fueron las anécdotas que corrieron por las
mentes de quienes estuvieron ahí, en el vestíbulo. Con la
mirada fija, Pedro Armendáriz observó la escena. Meditó
para sí. Tenía recuerdos de una época del cine mexicano
a la que María engalanó con su voz, su belleza y su carácter.
Hoy desfilarán ante el féretro quienes la
admiraron y la hicieron estrella, una diva, la última de una época
de un México que ya se fue.