El binomio investigador-equipo de laboratorio marca en gran medida el éxito o fracaso de los proyectos Mentes limitadas por la falta de herramientas Gerardo Gamba
Con el tipo de planes que ha otorgado el Conacyt en los últimos tiempos es factible que en el transcurso de 5 a 10 años, un investigador obtenga equipo por un costo total de 150 mil a 200 mil dólares. Este representa buena parte del equipo que necesita el investigador para llevar a cabo su trabajo diario. En la estructura actual del Conacyt; sin embargo, el equipo obtenido por el investigador con estos fondos, pertenece legalmente a la institución en la cual labora. Este simple hecho tiene consecuencias negativas sobre la posibilidad de migración del científico y sobre la competencia entre las instituciones.
Por razones que seguramente el lector puede adivinar, hay un número importante de investigadores de alta calidad en la ciudad de México que gustosamente aceptaría una plaza para migrar a alguna de las universidades de provincia. Esto, sin embargo, se dificulta con el esquema actual, en el que un investigador que deseé cambiar de institución tiene que dejar todo el equipo que ha conseguido, ya que pertenece a la institución y es poco frecuente que la instancia deje ir al investigador y, además, le permita llevarse el equipo. En ocasiones, inclusive, el investigador decide migrar y el equipo que se queda es subutilizado o incluso no se vuele a emplear, lo cual sin duda es un desperdicio y un lujo que nuestro país no se puede dar. Aunado a esto, aunque las universidades en provincia cuenten con el espacio y la plaza necesaria, es difícil que tengan disponibles 200 mil dólares para reponer el equipo de cada investigador que quisieran contratar. Si los investigadores pudieran migrar con su equipo, las universidades de provincia harían mas esfuerzos por atraerlos hacia ellas. La propuesta es que se estudie la posibilidad de que el equipo adquirido por el investigador a través de proyectos otorgados por el Conacyt quede en custodia de la institución, pero en última instancia pertenezca al consejo. Así, cuando un investigador decida migrar hacia otra institución y/o ciudad, puede obtener la autorización para hacerlo con todo y equipo. En muchos casos esta propuesta probablemente no sea necesaria, porque hay investigadores que permanecen toda su carrera profesional contentos en la ciudad y la institución en la que trabajan, pero en muchos otros podría ser útil, cuando por diversas razones, propias o ajenas a la institución misma, el investigador esté interesado en migrar a otra institución y/o a ciudad. El efecto benéfico a largo plazo podría ser la de impulsar la descentralización de la investigación científica. Investigador del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM y del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán
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