No quiero despertar pena, soy el de siempre, dijo el astro
Dudan en Brasil de la sinceridad del llanto del goleador Romario
DPA
Rio de Janeiro, 5 de abril. Las lágrimas y el pedido público de perdón formulado el jueves por un inusualmente humilde Romario serían insuficientes para convencer al técnico Luiz Felipe Scolari de que le reabra las puertas de la selección brasileña, luego de nueve meses de ausencia.
Las declaraciones del delantero de 36 años acapararon hoy las primeras páginas de los diarios de Brasil, las cuales especulan sobre si el llanto y el tono humilde representaron un desahogo sincero o una jugada genial del goleador para conmover a Scolari y conseguir un lugar en el cuadro que buscará el pentacampeonato en el Mundial Corea del Sur-Japón.
El astro aseguró hoy que sí fue sincero. "No quiero despertar pena, porque todo lo que conseguí en mi vida fue en la cancha. Sigo siendo el Romario de siempre, lástima que algunos no lo entiendan".
Sin embargo, dijo ignorar si eso será suficiente para convencer a Scolari. "Tuve ganas de decir lo que siento. No sé cómo Felipao interpretará mis palabras".
El matutino Jornal do Brasil tituló: "Romario dejó de ser Romario" y consideró que representó un triste espectáculo. "Es ultrajante ver al más importante jugador brasileño surgido después de la generación de 1970 -y segundo mayor artillero de la historia del futbol mundial- humillarse ante un entrenador sin gran importancia para lograr ir a una Copa del Mundo", consideró el diario.
Scolari sólo ha llamado una vez a Romario. Fue el capitán en la derrota 1-0 ante Uruguay. Después las relaciones se deterioraron. Uno de los motivos, confirmados por el estratega, fue el pedido del astro de ser dispensado para la Copa América.
Felipao sostiene que el jugador alegó que necesitaba realizarse una operación en un ojo, pero viajó con su equipo Vasco da Gama a disputar un torneo en México.
La prensa menciona que el técnico se molestó porque durante la preparación para el duelo ante los uruguayos Romario habría iniciado un romance con una azafata en el hotel de concentración.