El Tecnogeist enfrenta obstáculos burocráticos,
lamenta el Sueddeutsche Zeitung
Se ha politizado la realización del Love Parade
en México, dice diario alemán
Su realización, prueba clara de la capacidad
de aplicar la democracia, agrega la publicación
En sus dos anteriores ediciones en el DF el saldo
fue blanco, según reportó la SSP
DPA JUAN JOSE OLIVARES Y FABRIZIO LEON
La celebración en la capital de México del
festival tecno Love Parade se ha convertido en una cuestión política,
afirma hoy el periódico alemán Sueddeutsche Zeitung.
La versión mexicana de la gran fiesta tecno, que
cuenta con el patrocinio del Instituto Goethe y estaba programada para
el próximo sábado 13 de abril, se enfrenta a una serie de
obstáculos burocráticos que hacen incierta su celebración,
según reporta un cable de la agencia Dpa.
Según la corresponsal del renombrado periódico
muniqués, Kirsten Einfeldt, los distintos motivos que han sido alegados
por parte de algunos políticos para negar hasta ahora el permiso
al Festival Tecnogeist y Love Parade son un "vestigio del dirigismo cultural
que ha imperado en México".
"Aun
cuando el cambio a la democracia haya comenzado hace casi dos años,
éste no ha tenido lugar en todas las mentes. Para aquellos políticos
que estuvieron acostumbrados durante toda su gestión a dirigir la
cultura, el Love Parade -como muestra globalizada del sentir joven de la
vida- representa una provocación", sostiene.
Para Einfeldt, la decisión de autorizar el festival,
que contará con la presencia de disc jockeys de la talla
de Mijk van Dijk, el fundador del Love Parade, Doctor Motte, así
como de Alan Oldham y Kelley Hand, sería una prueba clara de la
capacidad de aplicar la democracia y la apertura internacional del nuevo
México.
"Sea autorizado o no, el actual debate muestra que el
Love Parade representa en México una cuestión política,
algo que ya ha dejado de ser en Alemania. Mientras que la fiesta de Berlín
gira en torno al dinero y la diversión, su réplica en México
significa en primer lugar para los jóvenes mexicanos un pedazo de
libertad ganada, una posibilidad de llevar hacia fuera su propia cultura,
con las influencias internacionales, y dejar atrás el moho del PRI",
opina.
Como una tradición
Luego de sus dos ediciones anteriores, el Tecnogeist,
llamado el espíritu tecno, se consolidó como proyecto representativo
de los gustos en las nuevas generaciones de jóvenes en México,
que se fundieron en el Zócalo, la primera vez, durante horas en
la madrugada, escuchando musica, fajando sus cuerpos, besándose
y bailando a ritmo de la fusión de ritmos que mezclan esos nuevos
artistas llamados DJ. Fueron miles de adolescentes y adultos los que asistieron,
entre los que se encontraban seguramente hijos de los funcionarios, empresarios
y miles de trabajadores. Luego la escena se repitió hace un año
frente al Monumento a la Revolución con mejores resultados. No fue
lo mismo, porque el Zócalo "tiene mejor vibra", decían los
asistentes, era como estar "en el ombligo".
Frente a las tumbas de los mártires de la revuelta
de principios del siglo XX, la ovación fue tremenda y el juego de
luces deslumbró a las autoridades, porque para ellos no pasó
nada, es decir, no hubo heridos, ni muertos, ni intoxicados, pero para
los más de 20 mil asistentes pasó de todo: jugaron, bailaron,
se volvieron a besar, a fajar y escucharon la mejor mezcla de ritmos de
estos medio músicos y piratas, pincha acetatos, digitalizadores
de mentes o médiums de la fiesta inagotable, llamados DJ.
El Tecnogeist: "Era demasiado bello para ser verdad. Fue
la noche de la música tecno en el mismísimo corazón
de México. Fue el festival Tecnogeist, que se apoderó del
Zócalo capitalino", decía una nota publicada por este diario
el 27 de marzo de 2000.
Tecnogeist, un espacio de reflexión, análisis
y catarsis para las nuevas generaciones acercadas a la música contemporánea,
que explotó en dos mega conciertos llamados raves, en el
Zócalo y en el Monumento a la Revolución, el año antepasado
y pasado respectivamente, tiene su soporte teórico, en los foros
de discusión, mesas redondas y talleres, que realizó, con
algunos de los artífices de los movimientos electrónicos
alemán y mexicano.
Mucha gente supo que se filtró y saltó del
trampolín que fue el proyecto del Instituto de Cultura del Distrito
Federal, La calle es de todos, pero con dos años de realización
con una base cultural, diseñó su propio nicho dentro del
Festival del Centro Histórico.
"Parece que respirara. Parece que aún viviera,
que estuviera retozando, echado en una playa de cuerpos humanos. Rodeado
de un vaivén acariciado por oleadas festivas, las de la multitud
que se ha reunido en esta Plaza de la República para celebrar la
segunda edición del Tecnogeist", dijo Pacho, de Maldita Vecindad.
A partir de la primera experiencia se lograron hechos
significativos, como el que un DJ mexicano (Klang) se presentara en el
Love Parade de Berlín, donde se reunieron alrededor de un millón
300 mil personas.
La verdadera droga fueron los decíbeles
Nadie duda tampoco que la reunión de miles de jóvenes
que toman la calle como suya haya provocado un éxtasis de libertad
y libertinaje: "Fue su noche, más bien su madrugada, ya que hasta
las seis de la mañana los presentes seguían bailando, escuchando,
sintiendo, amando, fumando mota y bebiendo cerveza, que devinieron orines
sobre los jardines del inmueble, ya que las 20 cabinas sanitarias resultaron
insuficientes", apuntó una nota de La Jornada del 19 de marzo.
Pero también Tecnogeist es, como lo dijo alguna
vez el director del Instituto Goethe (que patrocina los actos), Bernd Scherer,
una manera de reproducción del festival y desfile Love Parade alemán,
y "una buena oportunidad para Alemania de exportar parte de su cultura".
En los años anteriores, el desfile que recorrió
Paseo de la Reforma con miles de seguidores, se caracterizaba por llevar
música, desde trance, drum and bass, tech house y minimal
tecno, así como toda una parafernalia de divertimento, que desembocaba
en el Zócalo (2000) y en el Monumento a la Revolución.
En todas las reuniones de música actual como el
rock o la música electrónica, la juventud hace suyo el lugar,
como en el concierto de Manu Chao en el Zócalo en 2000, en el que
se conglomeraron alrededor de 150 mil jóvenes, o el de Café
Tacuba, que casi alcanzó la cifra, sin mayores consecuencias.
Las reuniones de música electrónica se dan
en la levedad, la no violencia, la hermandad y el amor, que fluctúan
por los espacios tomados, pese a que muchos consuman mariguana, tachas,
éxtasis o ácidos, aunque, "la verdadera droga, siempre son
los decibeles", como ya lo comprobó la misma autoridad.
Los resultados blancos están registrados
en comunicados de prensa: ''La Secretaría de Seguridad Pública
(SSP) del Gobierno del Distrito Federal, indicó que el dispositivo
de vigilancia, seguridad, coordinación del tránsito y control
de estacionamientos, con motivos del evento musical Tecnogeist 2001, realizado
en la explanada de la Plaza de la República, arrojó resultados
positivos, puesto que se logró reducir al mínimo el número
de incidentes ?ninguno grave? e impidió que hubiera algún
lesionado".
El Love Parade no es un peligro, el peligro está
en otra parte.