Lunes 1 de abril de 2002 |
Del hecho al
dicho Lo que queda del altar de Dolores y la quema de judas n Manuel de Santiago |
Todavía en algunos
barrios populares de la ciudad de Puebla podemos observar
la devoción de algunas personas que afuera de sus casas
colocan el "altar de Dolores", adornado con
papel "picado" de color morado como muestra del
luto, o el blanco con azul, que son los colores del traje
de la virgen. Colocan una mesa con una imagen de la
virgen como "dolorosa", naranjas agrias que
simbolizan el sufrimiento, manzanas que aluden al pecado
original y banderitas doradas y plateadas que representan
al sol y a la luna como testigos de la pasión de Cristo,
toritos de barro con germinados de trigo que, al ser
sembrado en la oscuridad, se muestra inicialmente de
color amarillo pálido hasta que la fotosíntesis lo
torna verde. Por otro lado, las personas ofrecen aguas frescas de horchata, limón y jamaica, que con sus colores representan a la bandera mexicana, las cuales son colocadas en esferas de vidrio prensado, verdoso, llamadas "lágrimas de María". En algunos casos se pone velas y cuadros, elaborados con semillas, que representan elementos de la pasión, aquellos símbolos que los primeros evangelizadores en el siglo XVI difundieron profusamente y dieron a labrar a los indios en las cruces de piedra de los atrios de los templos conventuales: coronas de espinas, clavos, divino rostro, etcétera. La tradición de la quema de los judas no se ha perdido por completo, porque pese a la prohibición del uso de los cohetes algunas personas, burlando la vigilancia policial, queman con regocijo algunos monigotes de cartón que representan a los modernos judas que han vendido al país; por ejemplo, ¿puede usted adivinar a quién representa un mono pelón, chaparro, bigotón y orejón? |