Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 29 de marzo de 2002
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Fin del mundo en Nueva York

En plena Semana Santa se extiende en la ciudad el clima de temor ante un ataque o accidente nucleares

JIM CASON Y DAVID BROOKS, CORRESPONSALES

Nueva York, 28 de marzo. En esta Semana Santa, en la que se recuerda la muerte y resurrección de Jesucristo, y con ello la salvación de todos, aquí sólo se habla del fin del mundo.

Manhattan, corazón de la ciudad, también se proclama epicentro del planeta. Fue aquí donde se empezó a desarrollar la invención para acabar con la creación entera: la bomba nuclear. Esta, una vez más, lanza su sombra sobre la urbe de su nacimiento y por todos lados.

De repente se habla de posibilidades reales de un ataque "terrorista" mediante el uso de la misma tecnología inventada aquí para destruir todo espacio. De hecho, la revista Time reveló recientemente que en octubre de 2001 las autoridades federales recibieron informes chr01-120111-pihcreíbles de que se tramaba un ataque terrorista con armas nucleares contra la ciudad.

Hace pocas semanas hubo un ejercicio cerca de Washington para ver cómo se podría ''neutralizar'' un camión lleno de material atómico en ruta por la autopista I-95 (se concluyó que no sería fácil).

Se reveló también que George W. Bush estableció un "gobierno sombra" de altos funcionarios escondidos en bunkers subterráneos para asegurar la continuidad de mando en caso de un ataque nuclear contra la capital. Frecuentemente se habla de que los "terroristas" siempre han buscado material atómico y tecnología avanzada para utilizarlo, y que hay "pruebas".

Este clima de temor se extiende aquí todos los días y ha servido de pretexto para que el gobierno de Bush cruce una línea invisible, casi siempre respetada a lo largo de la guerra fría por las consecuencias obvias: el fin de todo. La amenaza es un ataque nuclear ofensivo, o sea, lo que se llamaba first strike.

Peor, por primera vez, el gobierno estadunidense amaga con usar armas atómicas hasta contra estados no nucleares, y los nombra: Corea del Norte, Libia, Siria, Irak e Irán, además de Rusia y China.

Con ello, señalan algunos críticos, se ofrece una justificación para que todos esos regímenes amenacen con responder con lo mismo, citando su "seguridad" y autodefensa, y así dé comienzo un nuevo ciclo apocalíptico.

Si no es un avión secuestrado que pudiera estrellarse contra una planta nuclear (como la de Indian Point, a 40 millas de esta ciudad; según se nos dijo, si una de las naves que se estrellaron contra las Torres Gemelas lo hubiera hecho contra la central atómica, la ciudad de Nueva York sufriría daños impensables), es el ántrax en manos de un científico estadunidense enfurecido o alguien que lo conoce -y a quien la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) aún no logra identificar.

Si no fuera un atentado podría ser un accidente de una planta nuclear, como el que se evitó esta semana en Ohio, donde la corrosión habría penetrado una tapa de seis pulgadas que contiene agua para enfriar el reactor y habría creado un agujero, al que sólo le faltó media pulgada para expulsar agua radiactiva. O tal vez un conflicto entre dos estados ahora nucleares, como India y Pakistán. En fin, existen muchas avenidas posibles.

Otra arista podría ser una catástrofe "natural" creada por actividades humanas -la destrucción de la capa de hielo de la Antártida, tema de tarea en las primarias neoyorquinas, alarmó, según las noticias, a los científicos que saben de esas cosas-. Resulta que en primera plana del New York Times se reportó que un pedazo de hielo del tamaño del estado de New Hampshire se derritió en la Antártida, y que esto era prueba del calentamiento del planeta provocado por un hueco en la capa de ozono debido a la ''prosperidad económica'', o sea la contaminación.

Que un grupo de niños del cuarto grado tengan que pasarse el día estudiando cómo se destruye su planeta, ya es un horror. Es triste escuchar sus propuestas: escribir al presidente Bush, enviar una foto del fenómeno y pedirle que haga algo. El problema es que el mandatario ''ya realiza cosas'', como rechazar el Protocolo de Kyoto y otros intentos tibios para enfrentar el grave problema ecológico del mundo.

O como comentó otro estudiante de primaria en México al conversar recientemente sobre el tema de la guerra: Ƒa poco les importa a los presidentes qué pensamos los niños?

Además, Bush está demasiado ocupado en su "defensa de la civilización" y de su way of life, y ofreciendo como herramienta para esto la opción nuclear, para defender, insiste, a Nueva York, Chicago y Nuevo México, entre otros lugares. O sea, los mismos sitios que inventaron la amenaza que ahora afrontan.

Según el articulista Jonathan Schell, experto sobre la evolución del experimento nuclear, entre otras cosas, los primeros pasos en el desarrollo de la bomba atómica se dieron aquí mismo, en la Universidad de Columbia, donde el físico húngaro Leo Szilard y su colega italiano Enrico Fermi, entre otros, hicieron los experimentos preliminares que llevarían a la creación del instrumento del fin de la creación. El segundo paso fue en la Universidad de Chicago, donde debajo del estadio deportivo se desató la primera reacción en cadena nuclear. De ahí, a Los Alamos, Nuevo México, donde se construyó la bomba, y donde, el 16 de julio de 1945, la primera arma nuclear del mundo fue detonada.

Pero como señala Schell, el origen del experimento siempre se recordó con el nombre con que se bautizó a todo este esfuerzo: el Proyecto Manhattan (Manhattan Project).

Actualmente existen 32 mil armas nucleares en el mundo, incluyendo algunas que tal vez estén perdidas por aquí y por allá. Estados Unidos declaró que reduciría su arsenal "estratégico", y con ello bajaría el número de sus misiles activos a sólo 2 mil. Pero ahora resulta que no desarmará por completo a los que retira, sino sólo los almacenará.

Al mismo tiempo, ahora hay planes para desarrollar nuevos tipos de armas nucleares, algunas tal vez para uso "táctico", o sea, la consideración de su uso en algunos campos de batalla.

De hecho, al inicio de la guerra en Afganistán circulaban rumores de que algunos estaban considerando el uso "limitado" de bombas nucleares "tácticas" ahí, o en otros países hostiles de la región.

"Los que toman decisiones en Washington, Ƒreflexionaron cuando se dieron el derecho de lanzar ataques nucleares en Medio Oriente y otros lugares? ƑQué podría haber inspirado a los que están en la mira de hacer lo mismo contra nosotros? ƑSe olvidaron de que no hay defensa contra las armas nucleares ni rescate para aquellos atacados por ellas? A la larga, el poder nuclear destructivo está disponible para todos, igual que amenaza a todos. Ningún país es omnipotente. Ninguno es invulnerable", escribió Schell en la revista The Nation.

"Será una guerra prolongada", repite el coro de la cúpula política en Washington. Todos los días se anuncian más y mayores amenazas. Se habla de cómo el público estadunidense apoyaría una guerra contra Irak; de cómo temen que se está perdiendo la batalla contra el "terrorismo"; de cómo los "malhechores" continúan con su plan macabro de destruir el sueño americano.

El clima de temor se mantiene de una u otra manera, y con ello, se limita la disidencia, ya que nadie puede afirmar que todo esto es una ficción.

"Ustedes, maestros de guerra.... Han aventado el peor temor que jamás podría ser arrojado/ el temor de traer niños a este mundo/ Por amenazar a mi bebé/Aún no nacido y sin nombre/ Ustedes no valen la sangre que corre en sus venas... Ni Jesús perdonaría lo que hacen", cantaba Bob Dylan en Maestros de guerra.

Aquí, en este epicentro mundial, las palomas no vuelan hoy y mientras tanto se esperan noticias de la resurrección... de todos.

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