Sus planteamientos de solución, "totalmente falsos", dice el consejo latinoamericano
Condenan iglesias evangélicas el neoliberalismo
JOSE ANTONIO ROMAN
El Evangelio exige a los cristianos una "clara protesta y denuncia" frente al proyecto neoliberal, tan profundamente destructor de la vida humana y social en América Latina, afirma el Consejo Latinoamericano de Iglesias (Clai). "En términos bíblicos, la pobreza no es ningún ideal, sino una situación trágica que debe ser superada", expone.
En un amplio documento titulado Globalizar la vida plena, el organismo eclesial, que reúne a unas 160 iglesias evangélicas, de las más representativas y numerosas de todo el continente, señala que la imposición de dicho modelo es la causa principal de la crisis que viven comunidades y naciones, y que se refleja en creciente pobreza y desigualdad social, desempleo, migración, delincuencia, prostitución, narcotráfico y corrupción.
"Hemos entrado en un nuevo siglo guiados por fuerzas de naturaleza hegemónica como concentración del poder y riqueza en unos pocos, dominio de lo material y lo tecnológico, control de la esfera financiera sobre el Estado y la sociedad, degradación del entorno natural y creciente exclusión de pueblos y países. La desigualdad no es una mera distorsión del sistema, es requisito necesario para el crecimiento y la permanencia del modelo en cuestión."
Editado en forma de cuaderno por el Programa Fe, Economía y Sociedad, del Clai, el texto será la base para la conformación de diversos talleres de análisis social, en principio en nueve países del continente todavía por definirse, en donde se trabajará en los temas de empobrecimiento, deuda externa e integración económica regional (Area de Libre Comercio de las Américas).
Entre las muchas iglesias que reúne el Clai se encuentran bautistas, congregacionales, episcopales, luteranas, metodistas, presbiterianas, nazarenas, ortodoxas, pentecostales y menonitas, además de que ese organismo forma parte del Consejo Mundial de Iglesias, principal grupo internacional que junta a las evangélicas o protestantes.
Señala que el crecimiento de la pobreza, la exclusión y la miseria, producto del aumento del desempleo, del subempleo, la inestabilidad laboral y la quiebra de miles de pequeños y medianos negocios y empresas, son el pan de cada día en las naciones. La crisis afecta a todos, por un lado a los que viven en extrema pobreza y a los que sobreviven gracias a los milagros cotidianos, o a quienes trabajan casi todo el día con el temor de ser despedidos, pero por el otro, también a los más ricos, que no pueden vivir ni dormir tranquilos ante la necesidad de cuidar de su seguridad y de sus bienes.
A lo largo del documento, el Clai cuestiona severamente el planteamiento de que el Estado debe renunciar a su responsabilidad social y se retire de todas sus funciones y deberes para con la ciudadanía derivados de su responsabilidad hacia el bien común.
Considera que la privatización de los servicios educativos, de la salud y de los servicios públicos, así como de la eliminación de los sistemas de pensiones y de seguridad social, presentados por los gobiernos neoliberales como las grandes soluciones a las deficiencias de tales servicios, son planteamientos totalmente falsos.
Lejos de encontrar soluciones a estos graves problemas, la realidad presente en muchos países de América Latina es que éstos han agravado el panorama de creciente incertidumbre económica, porque al ser entregados estos servicios a las empresas con ánimo de lucro, se han convertido en negocios muy rentables y también de alto costo para los usuarios con capacidad de pago. Las mayorías nacionales quedan excluidas de tales esquemas de negociación.
Así, ante la pérdida de estabilidad económica, la creciente precariedad e incertidumbre, crece la búsqueda desesperada de salidas a la situación de crisis, aumentan las migraciones, la prostitución, la economía informal y también los negocios ilícitos y de alto riesgo como el narcotráfico, el trasiego de armas y la delincuencia.
"Todo este panorama trágico provoca la condena enérgica y el juicio de Dios, ya que El desea para sus hijos e hijas vida en abundancia. Nuestra indignación como creyentes se hace eco de este enojo de Dios", dice el texto, que añade: "Nadie tiene el derecho de imponer sacrificios a las personas o a grupos humanos enteros, alegando que son pruebas necesarias de parte de Dios, pues la Sagrada Escritura nos indica claramente que Dios ha terminado con todos los sacrificios, ofreciéndose a sí mismo como dador de vida y no de la muerte".
En su dura crítica al neoliberalismo, el Consejo Latinoamericano de Iglesias señala que éste es un "fundamentalismo de mercado", que al tener una fe ciega en él, piensa que el "mercado" es el que hace posible la vida social y el progreso de todos, sin darse cuenta que es intrínsecamente excluyente.
"En esta guerra llamada neoliberalismo, unos entran con todo su poder y riqueza y otros, la mayoría, con toda su pobreza e impotencia. El resultado es que los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres. Los fuertes aplastan a los débiles. Como en la guerra, unos ganan y otros pierden. En esta guerra ganan las minorías del poder y pierden las mayorías nacionales. Ganan los grandes poderes internacionales y trasnacionales y pierden los países pobres, los pueblos y los grupos sociales más débiles, así sean mayoritarios."
Organismo participante en la reciente reunión paralela de ONG en Monterrey, el Clai señala que las iglesias evangélicas de América Latina han sido desafiadas a reflexionar sobre la situación que vive el continente, y que cada día es más grave y generalizada.
De esta forma, el documento dice que a pesar de que no se cuenta con la capacidad de vislumbrar alternativas claras y posibles, y de implementar modos distintos de vida, dada la elevada concentración del poder en manos de los beneficiarios de la globalización, la fragilidad de nuestras democracias y el control de los medios de comunicación social, que hacen todo lo posible por impedir el cambio necesario, hay una creciente resistencia de nuestros pueblos a aceptar que el sistema neoliberal imperante es el único posible, tal como nos lo dicen las naciones ricas y los organismos financieros internacionales desde hace varios años.
Agrega: "Aceptamos el desafío a contribuir a la búsqueda de alternativas. Podemos afirmar, entonces, como evangélicos, que callar ante estas injusticias corresponde a desoír el clamor de los que sufren". Sostiene también que al hacer de la política un negocio, el neoliberalismo la ha degradado, ha promovido la corrupción y la mentira para obtener votos y consensos, compraventa de conciencias, y ha hecho de la política un arte de negociantes que ya no se preocupan más que por obtener beneficios para sí mismos y sus socios.
Y al degradarse la política y convertirse en medio de enriquecimiento propio y desentenderse del bien común, del bienestar de todos los miembros de la nación, del cuidado de las riquezas naturales y humanas de los países, y de la suerte de las generaciones futuras, nuestras naciones quedan a la deriva y convertidas en botín para los depredadores. Incluso la cultura y el deporte han caído en manos de los nuevos mercaderes y negociantes.
Por ello, en sus conclusiones, el Clai señala que las iglesias evangélicas en América Latina están desafiadas a unir esfuerzos con todas aquellas fuerzas sociales que confrontan el neoliberalismo e intentan construir modelos renovados y verdaderamente humanos de convivencia.
"Estamos desafiadas a fortalecer las acciones de resistencia, denunciar la escandalosa crisis humanitaria del continente, al tiempo que servir de puente a la conformación de un nuevo pacto social y político en beneficio de los más débiles", considera.