Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 16 de marzo de 2002
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Mundo

Desplazan los dólares el liderazgo de Rusia en la región, rica en petróleo y gas

Consolida Washington su expansión militar en las ex repúblicas soviéticas de Asia central

La Casa Blanca relega su condena a los regímenes de la zona, que acusó de autoritarios

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscu, 15 de marzo. Poco a poco, con esa mezcla de convencimiento y prepotencia que le hace creer que una millonaria chequera puede abrir cualquier puerta, método infalible sólo cuando el beneficiario de las dádivas es un régimen de naturaleza corrupta, Estados Unidos consolida su expansión militar en las antiguas repúblicas soviéticas de Asia central.

El otrora hermano mayor, Rusia, ante la imposibilidad del Kremlin de evitarlo, cede su tradicional liderazgo a un pretendido amigo mayor, Estados Unidos, que no escatima recursos para sumar aliados "estratégicos" en una región que se ha convertido en tablero de la geopolítica por antonomasia.

Asia central, por sí misma potencialmente riquísima en petróleo y gas natural, tiene una importancia añadida como cabeza de playa para imponer, en el mediano plazo, políticas hegemónicas en una vasta zona, que abarca del Golfo Pérsico a la frontera occidental de China y del flanco sur de Rusia a India.

En el centro de esa imaginaria cruz, las repúblicas ex soviéticas son -en la coyuntura de la paranoia justificatoria desatada por los atentados en Estados Unidos el pasado 11 de septiembre- el objetivo principal de la penetración de este país, y hasta ahora ha sido una exitosa conquista sin necesidad de disparar un solo tiro.

Impensable hace apenas una década, Estados Unidos se instaló ya en una región que le estaba vedada por los apocalípticos escenarios de confrontación de la guerra fría.

La realidad postsoviética, enterrados los contrapesos, aportó una solución más sencilla: los dólares están desplazando a Rusia de la zona de sus intereses vitales, que el presidente Vladimir Putin y otros dirigentes siguen proclamando como tal, por simple inercia.

Uno tras otro, cual participantes de una carrera sin otra meta que mostrar méritos a los ojos de quien le pone precio a las concesiones, los gobernantes centroasiáticos toman decisiones que alinean a sus países con Estados Unidos, en la misma proporción que los alejan de Rusia.

Eso, desde la óptica de la administración de George W. Bush, relega a segundo plano su propia condena de esos regímenes, hasta hace medio año fustigados como autoritarios y violadores de los derechos humanos. La conclusión es obvia: para la Casa Blanca la defensa universal de los valores democráticos importa mucho menos que una red de bases militares.

Millonarias "alianzas estratégicas"

Lo primero que entendieron los represores caudillos centroasiáticos es que el grado de amistad con la superpotencia tiene una equivalencia monetaria, similar al kalym, que de acuerdo con su tradición milenaria se paga a los suegros por la doncella elegida como esposa. El presidente de Uzbekistán, Islam Karimov, por poner un ejemplo, tuvo la oportunidad de comprobarlo estos días en Washington.

Karimov acaba de sellar una "alianza estratégica" con Bush, que en la práctica se traduce en 161 millones de dólares de ayuda para este año, 100 millones de dólares más en concepto de pago por el uso de la base militar de Hanabad y líneas de crédito adicionales del orden de 55 millones de dólares. Junto con los 132 millones recibidos por Uzbekistán desde septiembre pasado, el balance no es malo, aunque la población no se ha enterado y sigue ganando, en promedio, 15 dólares mensuales.

El presidente de Kirguistán, Askar Akaiev, emula con éxito a su colega uzbeko. Aunque jura y perjura que la presencia de tropas foráneas en su territorio es por sólo un año, lo cierto es que el Parlamento kirguiso ratificó esta misma semana los convenios gubernamentales que regulan la presencia de soldados de Estados Unidos, pero también de Australia, Dinamarca, Italia, Turquía, Noruega, Polonia y Francia, entre miembros de la OTAN y comparsas.

Formalmente, la autorización es por un año, si bien la última cláusula de esos instrumentos jurídicos es igual: el acuerdo se prolonga automáticamente, a menos que una de las partes manifieste lo contrario.

De este modo, el contingente foráneo de 6 mil efectivos, la mitad estadunidenses, podrá disponer de una zona de casi cinco kilómetros cuadrados en Manas, el principal aeropuerto civil de Kirguistán. Manas, con casi 25 aviones de combate y bombarderos por ahora, está a 250 kilómetros de la frontera occidental de China. Bien vale los 200 millones de dólares que se pagan de renta al año, sin contar la generosa ayuda financiera que premia el fervor antiterrorista del gobierno de Akaiev.

En Tadjikistán, en la base militar de Kuliab, arrendada por Estados Unidos y compartida con militares de Francia e Italia, hay unos 40 aviones y cerca de mil 500 soldados. Kuliab era la última base militar que le quedaba a Rusia en Asia central, pues ahora sus aviones tienen prohibido el uso del aeródromo, acaso para no entorpecer el despegue de los extranjeros.

Y esto sucede en un país cuyo presidente, Emomali Rajmonov, logró sostenerse durante años únicamente por la presencia de casi 20 mil soldados rusos.

En Georgia, la llave para entrar al Cáucaso, están por llegar los "asesores" militares de Estados Unidos, lo que llevó a Rusia a amenazar con reconocer la independencia de las separatistas Abjasia y Osetia del Sur. Aparentemente, el conflicto quedó en puntos suspensivos después de que Putin y su colega georgiano, Eduard Shevardnadze, pactaron ciertos límites para dicha presencia. Habrá que ver quién cumple su palabra.

Para la tranquilidad de Unocal y otras compañías petroleras, que impusieron en Kabul a Hamid Karzai para revivir añejos proyectos para sacar el petróleo y el gas de la región, estos son los resultados logísticos obtenidos en tan sólo seis meses: el número de bases militares de Estados Unidos, sobre todo a costa de la incorporación de las repúblicas ex soviéticas, creció a 13 y ahora tiene tropas en nueve países del Golfo Pérsico y Asia central.

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